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General Motors reduce a un sólo turno y suspende a todos

Son casi 1.500 trabajadores que cobrarán el 70 por ciento del sueldo en el tiempo que no trabajen. Las suspensiones serán de entre 7 y 10 días por mes.

 

Un vaso medio vacío o medio lleno. El gremio de mecánicos Smata acordó con General Motors un cronograma de suspensiones que va de 7 a 10 días por mes a cada uno de los casi 1.500 trabajadores de la planta de Alvear, que pasarán a cobrar el 70 por ciento del salario en las horas no trabajadas. “Le dijimos a la empresa que podemos negociar todo lo que quieran, pero con trabajadores adentro”, explicó a este diario el titular de Smata Rosario, Marcelo Barros, quien ayer mismo encabezó ocho asambleas, cuatro por cada turno, en los distintos sectores de la planta de Alvear para explicar cómo venía la mano. Y sostuvo que los trabajadores comprendieron al instante que la cosa venía mal. Todos los que intervienen en la fabricación del Chevrolet Cruze, el auto que sale de la línea de producción, saben que las ventas al mercado interno cayeron, que la exportación prevista a Brasil se redujo, que la empresa tiene acumulado stock de más de 20 mil vehículos que no puede colocar. Y en ese marco de incertidumbre, la tranquilidad que les dio el gremio es que de acá al 31 de enero que viene no habrá ningún despido, aunque de los dos turnos de trabajo que tienen actualmente pasarán a tener uno. La mala es que las suspensiones no solamente afectarán a General Motors sino también a las empresas satélites que trabajan, adentro o afuera, para la firma: “En total vamos a tener 2.200 suspensiones”, marcó Barros.

“Esto es lo que pudimos conseguir”, se sinceró Barros. El dirigente sindical explicó que el acuerdo, que se terminó de entretejer ahora, tuvo el viento a favor de tener ya en el horizonte las vacaciones. Simplemente las licencias se van a adelantar, con lo que la merma salarial que afectará a los trabajadores también se reducirá.

Barros explicó que el nuevo cronograma de suspensiones, que sucede al cierre general de la planta que se aplicó entre finales de abril y la primera semana de mayo pasados y a la disminución de días de trabajo que llegaría después, regirá desde el próximo lunes 17 hasta el 31 enero.

Entre sus detalles es que el acuerdo no tocará el próximo medio aguinaldo, que los trabajadores cobrarán al 100 por ciento, ni tampoco a las vacaciones, aunque para ello el acuerdo contempló  que un plus deje de ser remunerativo, “para no tener descuentos”, para que no toque el bolsillo.

En esa línea, el plus se pagará el 2 de enero, y las licencias arrancarán desde la segunda semana de diciembre. El 20 de diciembre, en tanto, gremio y patronal se volverán a reunir para evaluar la marcha del convenio y ver cómo sigue, sobre lo que el dirigente de Smata es cualquier cosa menos optimista.

Pero la clave, marcó Barros, está en los puestos de trabajo. “Nosotros defendemos que la gente no salga del sistema, porque después se hacen monotributistas y no vuelven a entrar nunca más”, explicó.

Lo cierto es que ya ocurrió en General Motors, que viene desprendiéndose de personal por la vía de retiros voluntarios. Casi una década atrás, en 2009, el gobierno nacional concedió un crédito a la firma financiado por la Ansés a cambio de preservar, en ese entonces, 300 puestos de trabajo. Hoy la realidad es otra: “Este gobierno nos va a lleva r al precipicio. No tiene plan industrial”, consideró Barros. Y lamentó en ese esquema que la caída general haya truncado la ley insignia de Smata, aprobada a mediados de 2016, que establecía una cronograma ascendente de autopartes de fabricación nacional en la producción de vehículos.

De igual modo confirmó que General Motors, que el año pasado cumplió 20 años desde su restablecimiento, continúa con la millonaria inversión –300 millones de dólares propios y 200 millones más de proveedores, según se difundió– en la planta de Alvear para una nueva línea de vehículos, de la que poco o nada se sabe. “Pero eso va a ser recién para 2020. ¿Y cómo llegamos?”, se preguntó.

Es que mientras llega ese lanzamiento, la planta, que tiene una capacidad para tres turnos de trabajo, venía produciendo unos 30 vehículos por hora en dos turnos, y ahora pasará a ensamblar no más de 15 por hora. Es la lógica consecuencia de  una caída en ventas del 17 por ciento interanual en el mercado interno y del achicamiento de las ventas del Cruze a Brasil que de 50.000 autos estimados cayeron a 30 mil.

Por lo pronto, en General Motors se limitan a hablar de “fluctuaciones del mercado” y no a referir situaciones de gravedad –de hecho el stock se generó con un dólar cercano a 20 pesos y está en planta con uno que tocó el doble– y al giro de preferencias de los consumidores de los automóviles tipo Sedán como el Cruze –típico vehículo de turismo con baúl hacia atrás– por los llamados SUV, una mixtura de vehículo utilitario, deportivo y todoterreno.

 

“Todos ganamos igual, todos perdemos igual”

El titular de Smata Rosario reveló que las duras negociaciones con General Motors arrancaron con el convencimiento de la multinacional de origen estadounidense de que en la planta de Alvear, con las condiciones del mercado como están “sobraban” 360 trabajadores. Pero en el transcurso, la firma comunicó la necesidad de cerrar directamente un turno, “y esos son 700 compañeros”. De ahí, sostiene, el gremio, a nivel nacional empezó a remar hasta llegar al acuerdo que se informó ayer: “Todos ganamos igual, todos perdemos igual”, lo sintetizó.

En General Motors son exactamente 1.463 trabajadores del sector de producción los afectados. Pero afuera está, recordó Marcelo Barros, la empresa que fabrica los asientos para los autos: Adient, que ocupa a 350 trabajadores en Pueblo Esther. Y dentro de la planta está también Comau, 120 trabajadores, haciendo mantenimiento de la planta. “No es la única, hay otra empresa con 40 empleados, otra con 30”, recordó el dirigente sindical, incluyendo todos los servicios que requiere un gigante como la estructura emplazada en Alvear.

En la cuenta todos esos trabajadores tendrán también resentidos sus puestos. Y no es el único foco de conflicto para Smata, sino únicamente el mayor. “En Totoras está parada Sensor, que fabrica equipamiento para maquinaria agrícola y Vassalli le debe 8 millones de pesos”, graficó y continuó con dos talleres en Rosario, dos pymes de entre 30 y 40 trabajadores –Frenos Giordani y Taller Integral– que están en convocatoria de acreedores.

De todos, marcó Barros, el único paso positivo se dio en la fábrica de motos Guerrero, de San Lorenzo, donde se acordó –también– adelantar vacaciones y los casi 200 trabajadores de la firma volvieron a la jornada normal, en lugar de una reducida, y se conservaron los puestos laborales.

Semanas atrás, Barros hablaba de pilotear los distintos escenarios mes a mes. Ahora el gremio lo hace ya semana a semana, cuando no día a día, y se enfureció con el presidente Mauricio Macri –“El país está en llamas y se va a jugar al pádel”– y con el ex ministro y ahora presidente del Banco Central, Luis Caputo, que en plena corrida del dólar se tomó un descanso en las playas de Brasil. “Se fue a pasear. Se burlan de la gente estos tipos”.

Y sobre cómo será lo que viene, pese a la inversión en General Motors, no tuvo dudas: “Mal”, dijo. “Si todo fuera para el año que viene, lo pedaleamos. Pero es para 2020. Ahí estamos todos muertos”.

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