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Género y medios de comunicación

Se conocerá “Sacar la voz”, un documental que busca, a través de tres historias, reflexionar sobre la situación de las trabajadoras de prensa.

En el marco del séptimo aniversario de la aprobación de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual y en la semana de lucha por los derechos de las mujeres, cuyo Día Internacional se conmemora el miércoles, jornada en la que además se realizará un paro nacional de mujeres y marchas en todo el país, se conocerá el documental Sacar la voz, una reflexión sobre la cuestión de género en la comunicación, un material que busca graficar la situación de las trabajadoras de prensa a partir de las historias de Gimena Fuertes, del diario cooperativo Tiempo Argentino; Natalia Vinelli, directora de Barricada TV, y Silvia Martínez Cassina, delegada en Canal 13.

El material que realizaron Lorena Tapia Garzón, periodista e integrante del Colectivo de Trabajadores de Prensa, y Mariela Bernárdez, del Grupo Revbeladas Cine, se verá el viernes en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (México 441) y se espera que en los próximos meses comience a rotar en distintas provincias del país.

El contexto del documental, según describen sus hacedoras, tiene que ver con un “creciente y progresivo protagonismo de las mujeres en el gremio de prensa”, eso enmarcado en tiempos de crisis laboral en los medios de comunicación, con cierres y pérdidas de puestos laborales, precarización y multifunción. “Eso habla de la potencia, de la decisión, pero también de los innumerables obstáculos que deben sortear las mujeres a la hora de «sacar su voz». Es complejo tomar y disputar la palabra cuando por años una cultura entera determinó que la palabra que estaba legitimada era la del varón”, explicó Bernárdez.

Sacar la voz forma parte del programa de Actualización en Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y es acompañado por un relevamiento realizado por Tapia Garzón y Bernárdez, sobre la situación laboral de las mujeres en las empresas periodísticas y sus posibilidades de acceso a los puestos jerárquicos.

“Es que disputar la palabra también se juega a la hora de debatir contenidos hacia adentro de las redacciones, que en nuestro país están conformadas por dos varones por cada mujer trabajadora, y donde las mujeres suelen estar relegadas a contenidos más livianos como la hora y el tiempo, sonreír en cámara, hablar de cultura o sociedad, o escribir sobre moda”, explicó Tapia Garzón. “Las secciones de Economía, Deportes, cámara o fotografía son, en su mayoría abrumadora, ocupadas por varones. Una diferencia que se agranda en los puestos jerárquicos y en las mesas donde se toman las decisiones acerca de qué es noticia, la foto del día, qué va en tapa o en un titular”, agregó.

Los casos elegidos para realizar el documental, “representan las desigualdades y las luchas en el campo de la comunicación. Un medio recuperado, un medio comercial, uno autogestionado, tres ejemplos de cómo se puede presentar la misma actitud militante y transformadora en ámbitos diferentes”, afirmó Tapia Garzón quien adelantó que el documental muestra también un proceso de precarización laboral general que las mujeres padecen de manera diferencial, “porque el sistema hace que seamos las primeras expulsadas, las que más trabajamos como factureras o colaboradoras, mientras nos ocupamos de la casa y de los hijos. Pero mientras nos despedían y nos precarizaban, descubrimos que, sin embargo, en las luchas, muchas compañeras empezaron a tener un rol protagónico. El rol de las mujeres en el gremio de prensa fue, por ejemplo, fundamental en los procesos de cooperativización de medios como es el caso de Tiempo Argentino”, explicó.

Por otro lado, el material reflexiona sobre el contenido. “Que ya casi ningún medio se anime a titular como «crimen pasional» un femicidio, no salva de que las coberturas periodísticas sigan plagadas de juicios sexistas y misóginos”, planteó Bernárdez y explicó: “Los zócalos televisivos que focalizan en las mujeres victimizadas para encontrar las razones de la violencia estructural, la pesquisa moralizante sobre sus vidas, gustos, hábitos y elecciones, la culpabilización de la movilización de las mujeres como causal de la reacción femicida, son sólo algunos de los aspectos más virulentos de cómo se expresa la falta de formación de comunicadores sociales”.

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