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George Herbert Mead, un aporte para entender y cambiar el mundo

Fue filósofo, sociólogo y psicólogo. Cultivó un singular estilo que, además de talento y variedad temática, conserva actualidad.

George Herbert Mead fue un filósofo, sociólogo, y psicólogo social norteamericano cuyas investigaciones se caracterizan por su profundidad y capacidad innovadora.

Los estudios que realizó con un singular estilo que exhibe, además de un inmenso talento,  variedad temática, aún conservan vigor y despiertan interés por la influencia que ejercen en diversas áreas de las teorías sociales. Se ubicó como teórico del primer conductismo social, también llamado interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la comunicación.

Historia de vida

George Herbert Mead nació el 27 de febrero de 1863 en South Hadley, Massachusetts.

Cursó en diversas universidades de Estados Unidos, como Harvard, y llevó a cabo estudios de filosofía y psicología en  Europa, en las universidades de Leizpig, Berlín y Friburgo.

Impartió clases en las Universidades de Michigan y de Chicago desde 1894 hasta su muerte en 1931, llegando en esta última a dirigir su departamento de Filosofía.

Gregorio Kaminsky señala: “Durante parte del pasado, en los ámbitos filosóficos no anglosajones, el pragmatismo americano fue considerado poco más que una curiosidad académica. Sin embargo, y luego de una dilatada intermitencia, desde la década de 1980 el pragmatismo vive un renacimiento conceptual. Un destacado filósofo como Richard Rorty reconoce en la reformulación de actual del pensamiento pragmatista una estatura teórica que puede parangonarse a filosofías como las de Wittgenstein o Heidegger.

Son muy pocos los nombres de los precursores que se invocan en esta refundación, pero es unánime la asociación con las de John Dewey y Charles Sanders Peirce por lo general, las adscripciones y procedencias filosóficas remiten a los renombrados indispensables, pero existen otros, incluso aludidos y ponderados, que han sido inexplicablemente relegados. George Herbert Meas ha sido uno de ellos”.

Mead, escribe Kaminsky, “vivió gran parte de  su vida entre el renombre en las ciencias sociales y el desconocimiento intelectual debido a prejuicios políticos y miopías intelectuales”.

“Ahora bien, conforme sus ideas van ocupando escenarios filosóficos y del mundo intelectual en general, sorprende su erudición y se destacan sus avanzadas posiciones políticas democráticas”.

Esto último –según nuestra perspectiva en un país de fuerte raigambre conservadora, meritocrática, competitiva al extremo y elitista–, más allá de los discursos y propaganda gubernamental acerca de la igualdad de oportunidades.

Ideas principales

Afirma un comentarista sobre la obra de Mead: “Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de la conducta, recalcó la emergencia del yo y de la mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson, denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos”.

El gesto verbal es el mecanismo a través del cual se verifica esta evolución. Pero para él también la mente es un producto social. La mente, o la inteligencia, es un instrumento desarrollado por el individuo para hacer posible la solución racional de los problemas.

Mead hizo por ello hincapié en la aplicación del método científico en la acción y reforma social.

En vida, Mead sólo publicó artículos. Sus libros fueron editados póstumamente a partir de manuscritos y de los apuntes de sus alumnos. Sus principales obras son “La filosofía del presente” (1932), “Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista de un conductista social” (1934) y “La filosofía del acto” (1938).

Mead escribe que el ser humano comienza el entendimiento del mundo social a través del juego, es decir que los niños van adoptando papeles o roles a medida que van jugando, pero en esto hay un límite, que es que no se puede adoptar al mismo tiempo distintos roles, es decir, que el niño para lograr esto tiene que estar dispuesto a adoptar distintos roles, como lo que ocurre en el deporte, he ahí la diferencia entre ambos. Por ello se dice que el niño toma diferentes roles que observa en la sociedad adulta, y los juega de tal manera que le sean útiles para alcanzar un entendimiento de los diferentes roles sociales.

Por ejemplo, juega el rol de policía y después el de ladrón mientras juega a policías y ladrones, y juega el rol de doctor y de paciente cuando juega al doctor. Cuando está más maduro, el niño puede participar en el juego, como el béisbol. En el juego, él se tiene que relacionar con otros y entender las reglas del juego. A través de su participación en el juego, gana un entendimiento que debe tener sobre las normas relacionadas con él en el juego para que pueda ser aceptado como jugador. Mead llama esto «la primera vez con el Otro», generalizado, que es algo así como la sociedad, en la que se toman actitudes de los otros y se incorporan en el individuo. El Otro generalizado puede ser visto como la norma general en un grupo social o situación. De esta manera el individuo entiende qué tipo de comportamiento es esperado, apropiado y demás en diferentes situaciones sociales. La familia, el equipo de béisbol, el colegio y la sociedad son ejemplos de situaciones sociales a través del cual el niño desarrolla gradualmente entendimiento de las normas de comportamiento.

Para Mead, es importante diferenciar a la persona del organismo, por cuanto el organismo no necesariamente es persona, pero la persona es totalmente distinguible desde el organismo, por cuanto la persona surge en el proceso de la experiencia y actividades sociales mediante el lenguaje. Por ello, la importancia del otro generalizado, ya que es por medio de la adaptación de actitudes que se constituye el mí, que reacciona como un yo.

El Mí es la acumulación de entendimiento sobre  el otro generalizado, ejemplo: las normas, opiniones inconscientes, patrones de la respuesta social, etc. El Yo se trata de opiniones personales, del observador o reflector, del conflicto social . Esto es lo que crea la individualidad del individuo.

Apunta un analista: “Es importante, cuando se lee a Mead, recordar que él ve la mente humana como algo que puede surgir solamente de la experiencia social. El proceso de pensamiento, para Mead, es importante ya que se trata de una preparación para la acción social”. En cuanto a su pensamiento político, George Herbert Mead expresó su simpatía por un socialismo igualitario, en libertad y pluralista. Fue un crítico del capitalismo. Se lo puede encuadrar como socialista evolutivo y antibelicista. Posiciones éstas que le generaron ser vapuleado en los medios académicos norteamericanos, principalmente durante las primeras décadas del siglo XX”.

Obras

Entre la prolífica bibliografía que llegó Mead pueden mencionarse las siguientes obras: “Espíritu, persona y sociedad” y “Escritos políticos y filosóficos”, “La Génesis del self y el control social” y “La naturaleza de la experiencia estética”.

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