El histórico dirigente del Movimiento Evita Gerardo Rico analizó en profundidad las razones y las consecuencias del resultado de las elecciones que consagraron al libertario Javier Milei como presidente de la Nación. «Lo que hicimos durante todo este tiempo fue ponerle parches al capitalismo», reflexionó el ex diputado provincial del peronismo a la hora de buscar causas de la derrota, y se lamentó: «Nunca estuvimos convencidos de hacer una revolución».
Apunta a los sub 45 para liderar el proceso que viene dentro del peronismo y se anota entre los que tienen que dar «el paso al costado» y «acompañar a los nuevos dirigentes».
Sobre los primeros días de gestión Milei, reflexionó: «Al que votó a Milei, por gorila, por antiperonista, por el epíteto que le quieras poner, lo va a convencer la propia práctica. Todas las medidas que tomó hasta ahora se van a empezar a sufrir en carne propia el mes que viene».
—¿Por qué perdió el peronismo?
—Yo creo que perdimos porque venimos perdiendo hace tiempo. Llega un momento donde los tiempos se terminan. Nosotros en los últimos 20 años tuvimos la oportunidad de hacer cambios estructurales en Argentina. Primero porque tanto Néstor Kirchner como Cristina, que de alguna manera representaban los intereses populares, contaban con el Senado y la Cámara de Diputados con mayorías. Y nosotros lo que hicimos durante todo este tiempo fue ponerle parches al capitalismo. En todo el proceso. Nosotros de ninguna manera hicimos cambios estructurales que beneficiaran a la mayoría del pueblo argentino.
Hay un montón de cambios que se podrían haber desarrollado en todo ese tiempo, y nosotros no fuimos capaces. Esa cultura de la política tradicional hace que de pronto nos conformemos con tener un poquito más de derechos. La pelea por los derechos está bien, pero no hicimos cambios que tuvieran que ver con la estructura central de la formación de la macroeconomía y la economía en Argentina. Es decir, lo que hicimos es distribución de la renta, en el tiempo centralmente de Néstor y Cristina, que fue la mayor que hubo en los últimos 30 años, pero eso no hizo que tuviéramos cambios que profundizaran, para que la Argentina tuviera una propuesta estratégica a largo plazo para realmente poder decir que estábamos cambiando la historia.
Yo siempre digo que el que cambió la historia fue Perón. Nosotros lo que hicimos fue, a lo que Perón planteó, lo fuimos aggiornando a los intereses de la burocracia política del peronismo y de los sectores populares también. Porque si vos ves sectores tradicionalmente de izquierda, o los del campo nacional y popular, muchas veces, por lo menos en la parte electoral, e inclusive en la parte de la calle, nosotros tuvimos coincidencias, cuando de pronto tenés que hacer un buen análisis de las contradicciones, cuál es la principal y la secundaria en cada momento, y a partir de eso ir avanzando en el camino, que nos lleva a un proceso que yo le llamo revolucionario. Hoy esa palabra, revolución, no se dice. Hoy hasta las palabras nos han cambiado. Yo siempre digo que la mejor autocrítica es lo que vos pensás para adelante. Porque hoy podemos hablar mucho, echarle la culpa a quien fuere, pero el problema es cómo los sectores populares nos sentamos, cada uno en su lugar, en su nivel, para tratar de ver cómo desarrollamos un proyecto político a mediano y largo plazo, que sea capaz de generar, dentro de la ciudadanía, un amor que es fundamental. Cuando hablo de amor no hablo del amor filial, del amor paternal, sino del amor a un proyecto político que puede cambiar la vida que tenemos. Nosotros tenemos una pobreza estructural desde hace 40 años, que no varió. Hay una cantidad de factores, que son autocríticas claras y concretas que nos tenemos que hacer. Por supuesto que la mayoría no las hace.
—¿Qué sería un proceso revolucionario, en este momento histórico?
—Una revolución es como lo que está haciendo Milei ahora. Está convencido de eso y lo lleva adelante. Por supuesto, a favor de la derecha, de los grupos concentrados, de los sectores de la oligarquía, etc, etc, pero eso es una revolución. Nosotros nunca estuvimos convencidos de hacer una revolución. Y esto no ocurrió únicamente en la Argentina, sino que ocurrió en general en casi todos los procesos progresistas, como se les llamó, de América Latina. Creo que el progresismo nos ganó a la revolución. Y cuando el progresismo te gana a la revolución, pasás a ser el hombre del parche en el proceso del capitalismo. Y eso es lo que hay que variar.
—El progresismo sería la corrección política del capitalismo y la revolución..
—Es la transformación de las estructuras económicas, sociales y culturales de un Estado. Y eso creo que nosotros no lo hicimos. Llegó un momento en que nosotros no lo sentíamos. Yo soy un militante que viene de la década del 70, y yo estaba convencido del proceso de la revolución. No teníamos la justa. Yo tenía 18 años. Hoy tengo 70. Eran otros momentos históricos. Era todo diferente. No fuimos mejores nosotros que los jóvenes de hoy. Pero sí teníamos eso. Si querés dos renglones, de los cuales nos identificábamos, y esa identificación trascendió. Trascendió porque cuando muchos hablan de un proceso de revolución van 50 años para atrás. Y yo creo que eso nos falta. Nosotros no ganamos la batalla cultural. No intentamos ganar la batalla cultural, desarrollarla. Eso nos llevó a ser cada día más liberales. Muchos de nosotros fuimos parte de los gobiernos del peronismo en los últimos tiempos, pensando inclusive que esa era la forma de transformar la realidad. Y cuando nosotros veíamos introspectivamente, y en nuestros análisis, por lo menos en el Movimiento Evita, del cual soy parte a nivel nacional, era como una forma de ver cómo hacíamos mejor las cosas. Sí, poníamos el parche de una mejor manera, pero no cambiábamos las estructuras políticas. Por eso creo que hay que desarrollar proyectos políticos claros y concretos, que la gente se sienta identificada. Paralelo a eso tiene que haber una práctica en común. Y, por supuesto, todos los condimentos que llevan al desarrollo de un accionar político.
El peronismo toda la vida tuvo a los sectores populares. Los trabajadores, los más humildes, siempre se sintieron identificados, y correctamente, porque de alguna manera los empoderó el peronismo, dándoles conciencia de clase a los trabajadores. Nosotros tenemos que pensar que los jóvenes no saben de Perón. Nosotros hablamos y bien, del tema de los derechos humanos, pero los menores de 55 años no lo vieron. Primero porque pasaron 45 años, y porque los primeros 10 o 15 años de su vida no están metidos o absorbidos por el accionar político. Y los menores de 40 años no saben lo que es el 2001. Y nosotros creemos que damos la batalla cultural reivindicando cosas que ni vieron ni sintieron ni las conocen. Eso no quiere decir que haya que dejar de mostrar todo eso en la formación de un cuadro político, pero si mostrarle las necesidades que hoy tiene el compañero en todos lados. Y el compañero tiene las necesidades más concretas.
Doy un ejemplo. Un movimiento que me llamó la atención fue todo lo que fue el movimiento de mujeres. Primero porque era muy transversal y segundo porque era muy horizontal. Pero de la misma manera que los sectores más humildes eran celestes. Y entonces nosotros, que tenemos mucho trabajo territorial, preguntábamos ¿por qué celestes? Por supuesto nosotros nos identificábamos como verdes. Y nos respondían: «Porque lo único que tengo es a mi hijo». Entonces vos empezás a comprender otras cosas. Y es difícil cuestionar eso, cuando de pronto te dicen que es lo único que ellas tienen. Uno tiene de pronto que dar vuelta esa cabeza, que nos encorsetó esta democracia que reivindico como mejor sistema, pero que nos encorseta en temas que no son del común de la gente. Y después, por supuesto, tiene que haber un cambio generacional, no sólo a nivel de la política, sino también en la dirigencia de la CGT…Y tenemos que saber dar el paso al costado. Los que de alguna manera tenemos una experiencia de mucho tiempo, que nos tocó perder más que ganar en la vida, por lo menos en la política, tenemos que acompañar a los nuevos dirigentes políticos con mucha capacidad y que estén identificados con los intereses populares. Como alguna vez dije cuando era diputado, démosle la oportunidad, porque nosotros ya nos equivocamos un montón de veces. Y si ellos se equivocan, no hay problema, porque se estarían equivocando tratando de hacer un cambio que nosotros no supimos hacer.
—¿Ves a alguien dentro del peronismo que pueda liderar ese cambio?
—Yo en Santa Fe veo a cuatro o cinco dirigentes importantes, que creo que tienen la obligación política y moral de intentar ser parte de la nueva conducción política de los sectores populares. Hay mucho más seguramente, que yo no conozco, pero de los que conozco: Eduardo Toniolli, Juan Monteverde, Caren Tepp, Leandro Busatto, Lucila De Ponti, es decir nuevos dirigentes que a su vez están comprometidos con la realidad. Son todos sub 40-45, con trayectoria, pero que a la vez tienen una formación no sólo desde lo intelectual sino también en la práctica común. Como decía el viejo Rosúa «están todo el día en el barro». Es unificar «el barro» con la intelectualidad, porque eso es fundamental. No es cuántos libros leí, sino que los libros que leí me sirven para entender aún más. Como esos cuatro o cinco dirigentes que nombré, hay muchos otros dirigentes en toda la provincia, que hay que darle la oportunidad de trascender. Sí hay que discutir cómo hacer un cambio real en la Argentina, porque hoy, en contra de los intereses populares, lo está haciendo Milei. Nos guste o no nos guste.
—¿A nivel nacional?
—A nivel nacional es mucho más complejo, pero yo creo que de la misma manera que en la provincia hay compañeros con capacidades suficientes como para hacer un cambio real en la provincia de Santa Fe, también lo hay a nivel nacional. Creo que no tenemos que vivir de recuerdos. Hay dirigentes que ya fueron. Hay que buscar nuevos dirigentes. Un dirigente nacional, fundamentalmente por su juventud, y por el lugar que ocupa, puede ser Axel Kicillof. No porque mañana Kicillof tiene que hacer nada especial, tiene que hacer lo que tiene que hacer, en su lugar, pero ser parte del proceso de cambio. Y como él hay muchos en todo el país. Los movimientos sociales también ocupan un rol muy importante en la Argentina, y cada día más intentan representar a los 9 millones de trabajadores no formales, que de alguna manera son aquellos que tiene una visión más clara, práctica y desde la intelectualidad, de lo que viene. Y en ese sentido, buscar la unidad de los movimientos sociales, de los trabajadores no formales, con los trabajadores formales unificados dentro de la CGT. Ahí también planteamos que como eje central de la representatividad de los trabajadores tenemos que estar juntos en la lucha que tenemos que dar, en todos los lugares, y en la calle también.
—¿Cómo analizás el impacto de las primeras medidas de Milei y cuál interpretás que debería ser la reacción?
—Hoy al que votó a Milei, por gorila, por antiperonista, por el epíteto que le quieras poner, lo va a convencer la propia práctica. Todas las medidas que tomó hasta ahora, porque van a ser muchas más, que van a tener que ver con la jubilación, con los impuestos, con los servicios, con la vida cotidiana, con los alimentos, con un montón de cosas, lo van a emprezar a sufrir en carne propia el mes que viene. No el que no lo votó, sino el que lo votó. Y que de pronto ellos creían que la casta era la política, cuando hoy la casta es la gente, el pueblo. Eso que él decía combatir, que era la casta, es combatir al pueblo. Se invirtió lo que podría ser la dirigencia política que él cuestionaba, de la cual ahora es parte, porque la mayoría de la dirigencia que lo está acompañando es gente que proviene de la política. Creo que se va a dar un proceso que va a empezar tanto de los más humildes como de los sectores medios, que cuando se sientan tocados por una política antipopular, van a empezar de tratar de lograr con la pelea, con la calle, la reivindicación de los derechos.
Ahora ya lo están sufriendo en los alimentos, centralmente. Lo van a sufrir a partir de enero, febrero, con el aumento de las tarifas, del transporte, luz, gas, agua, que eso realmente no lo van a poder asumir. Entonces van a empezar las peleas sectoriales. Después van a venir las paritarias de cada sector, porque al aumentar todo, todos van a querer ganar más. Nosotros calculamos que todos esos procesos van a ser dos o tres meses. Por un lado está la ilusión de aquellos que lo votaron, que creen que van a tener una Argentina mejor. Y lo único que los va a hacer cambiar de opinión es la situación concreta. Creo que tenemos que ser muy inteligentes. Yo creo que no hay que hablar de resistencia, por supuesto que hay que resistir un modelo que va a contra de los intereses populares, pero me parece que lo mejor es decir cómo logramos el poder real en la Argentina, para dar el cambio real que beneficie a las mayorías.
Hasta ahora todas las medidas que tomaron benefician al sector agrícola ganadero, perjudica a la industria, a la construcción, va a perjudicar a las provincias, no va a haber obras, gente que se queda sin trabajo. Yo conozco gente que lo votó y ya lo echaron del trabajo. Van a cerrar un montón de negocios, porque no van a poder sostenerse, pero no porque lo diga yo, sino porque es la realidad. Hoy cualquiera se da cuenta qué es lo que está pasando. Hay 150.000 personas que se borraron de Netflix, y los que se borran de Netflix son de clase media. Todos vamos a intentar gastar menos, es decir «no está el Previaje, no me voy de vacaciones».