Juan Aguzzi
Poco después de las 23 del lunes último, las redes sociales entraron en proceso de ebullición, sobre todo la de la X, a partir de una infinita cantidad de posteos que buscaban elevarse en inventiva, para precisar el fenómeno filtrado minutos antes sobre el recorte del material bruto de una entrevista a Milei, en la que hacía su descargo público sobre la estafa criptomonetaria que lo había tenido como participe necesario, hecha por el a todas luces “ensobrado” Jonathan Viale, uno de los abyectos “divulgadores” que conforman la guardia pretoriana mediática del falaz mandatario.
Luego de que el periodista le insistiera que en su calidad de presidente no puede “promover o difundir” ninguna iniciativa privada, Milei le dice a Viale en el video filtrado: “…Pero de vuelta… es bueno que lo dijiste (que lo hice) en mi calidad de ciudadano, no de Presidente”, y la entrevista se interrumpe de repente mientras ingresa a cuadro Santiago Caputo y bisbisea al oído del presidente. “Sí, sí, sí… por el juicio, claro, sí, obvio”, sigue el Presidente. “Claro, podés tener problemas judiciales”, le dice Viale hijo, en una escena que hubiera envidiado Matt Groening por su carácter entre obsceno y procaz.
El asombro, la incredulidad, el enojo, la reacción al abuso oficial de ser tomados por tontos, la imaginativa picaresca, el humor negro y de otros colores conformaron un rosario impresionante que se sumaba a los cientos de tuits que calificaban como otra canallada, la monumental estafa ocurrida el viernes 14 ocurrida tras el posteo del presidente argentino en su cuenta de X “promocionando” la criptomoneda $LIBRA, que pasó de cotizar 0,25 a 5,54 dólares en apenas unos minutos. Después de tocar ese máximo se registraron ventas de forma masiva por casi 1500 millones y muchas billeteras virtuales lograron ganancias por cifras millonarias.
Pero en menos de cinco horas esa cifra monumental se evaporó. En la madrugada del sábado Milei decidió eliminar su publicación y el precio de $LIBRA se ubicó por debajo de los 0,30 centavos de dólar. Según una estimación del sitio The Solana Post, casi 80 mil “especuladores” perdieron más de 286 millones. Un negoción para algunos, un abismo para muchos. Por esa publicación en sus redes, el presidente fue denunciado en la justicia argentina y también en la de Estados Unidos.
Hecho inédito en la Argentina protagonizado por un presidente en funciones, con una gran cantidad de involucrados, todos sospechosos de haber tenido algo que ver en el asunto –desde la hermana presidencial hasta el trader norteamericano titular de $LIBRA, pasando por un grupo de asesores cuyas caripelas pudieron verse en la Tech Forum, un evento donde se cobraba a los participantes entre 10 a los 50 mil dólares para estar “cerca” de Milei, es decir, coima pura para diversos fines orquestada por un grupo empresario vinculado íntimamente al mandatario–, por lo que ahora algunos de ellos culpan a otros o fingen no enternder qué pasó; desde los comunicados oficiales siguen empecinados en tomar a la población por idiota explicando que no pasó lo que todo el mundo vio, incluida la farsa de la entrevista por TN que tomó estado público.
Y el corrillo popular y hasta buena parte del periodismo apenas llega a preguntarse si finalmente Milei es un ignorante en las cuestiones en las que se jacta de ser un “capo”, léase economía y tecnologías financieras, y en verdad fue un gil, y, en ese caso, una víctima de un entorno maléfico, por lo que perdería toda credibilidad como estadista convirtiéndose en un inepto; o si es un omnipotente fabulador y perverso –cuestión en la que abundan contundentes pruebas en su año y pico de gestión– que sigue apostando a hacer creer que su investidura convierte en legal cualquier cosa –en este caso promocionando los fondos destinados al desarrollo de Argentina, algo incomprobable y que resultaría publicidad engañosa–, creyendo que puede dividir su existencia, y como un superhéroe desdoblarse y para algunos manejes ser un simple mortal, lo cual lo convertiría llanamente en un chorro que aprovecha su máscara y ese lugar de poder para beneficio propio y de su gente.
Mientras las horas pasan las pruebas de que se trata de un hecho delictivo que infringe artículos de la ley de ética pública y penal como negociaciones incompatibles con su función, fraude informático, estafa, abuso de autoridad, asociación ilícita, tráfico de influencias, lavado de dinero, defraudación contra la administración pública, en fin, una serie de delitos que se redimensionan a medida que hay declaraciones que apuntan a la hermana presidencial como la recaudadora de fondos en la figura de “comisiones”, vulgarmente llamadas coimas, para que su hermano promocione lo que le pidan.
Es decir, la magnitud del hecho escala cada vez más aprisa mientras la justicia argentina tiene un delay alarmante; no hay todavía fiscales actuando, (dicen que el de turno no se encuentra en el país) y el grueso de la sociedad permanece atónito –como lo viene haciendo desde el año y pico bancando los devastadores ajustes que el gobierno aplica en un símil de alta crueldad– sin siquiera pensar que la acción más inmediata sería salir a la calle a pedir que Milei deje el gobierno, porque, aunque se sospeche de la actuación de la justicia argentina –o de cualquier otra–, ¿de qué forma se piensa que puede seguir en funciones este gobierno, qué grado de confianza puede seguir otorgándosele a un proyecto político basado en una burbuja de ficciones especulativas sobre lo que creen que es la realidad e insisten en hacernosla creer?
Haya estado o no la mano de Macri o el mismo Magnetto en la filtración del recorte de la híper armada entrevista a Milei, lo cierto es que nada de lo hecho tiene vuelta atrás y ya el núcleo duro del gobierno teme el avance de algunas medidas de prueba que dispuso Servini de Cubría, la jueza designada. Más allá de que se conforme una comisión para impulsar el juicio político en el Congreso, el asunto es clarificar lo que la sociedad –mejor sería decir los que ya no soportamos más este estado de cosas, porque muchos todavía insisten en sostener el espurio contrato con esta gestión– debe exigir cuando existe mala praxis de quien ejerce el máximo poder público poniendo en cuestión la legitimidad constitucional que lo llevó hasta allí. ¿Será posible que el arco político y gremial que así piensa deje de especular? Entonces, para que este gil, coimero o estafador no dirija los destinos del país, ¿será posible romper la inercia?