Gino Tubaro está a un paso de cumplir 27 años. Cerca de 10 años atrás, cuando todavía era un adolescente, se lanzó a imprimir prótesis en 3D de brazos y manos que entrega de forma gratuita a quiénes las necesitan. Aunque recorrió el país y el mundo con ese proyecto, no fue su único logro. Como buen emprendedor, vive pensando en la innovación y el impacto social que pueda generar. Tubaro estará este jueves en Rosario, en el evento de la comunidad de emprendedores de alto impacto Endeavor Argentina. La cita es en el Salón Metropolitano a partir de las 9.30, donde contará cómo Atomic Lab busca transformar chicos en “superhéroes”. En diálogo con El Ciudadano, Tubaro dio su mirada sobre el futuro y contó uno de los proyectos que tiene en marcha: planos 3D de diferentes elementos médicos, que se podrán imprimir con “botellas o materiales descartables” en campos de refugiados o zonas sin acceso a la tecnología, con una impresora 3D solar.
—¿Qué tema vas a desarrollar en tu charla en Rosario?
—Yo voy a contar lo que hacemos en Atomic Lab, que es una iniciativa que tenemos hace ya 12 años, donde imprimimos en 3D las prótesis (de manos y brazos). Este es un proyecto que venimos haciendo con varias personas alrededor de todo el mundo. Ya entregamos más de 2.500 prótesis, de forma gratuita. Tenemos cientos de miles de descargas, que pueden ser cientos de miles de otras prótesis. Estamos en más de 44 países y lo que vamos a hacer es contar cómo es que transformamos a chicos en superhéroes, mediante la tecnología. A las prótesis las hacemos de superhéroes y los chicos van por la vida sintiéndose superhéroes.
—Este es un proyecto que te ha caracterizado y te ha hecho trascender fronteras. ¿Es tu mayor orgullo?
—Sí, por suerte en estos años hicimos no solamente el proyecto de las prótesis, sino que fuimos haciendo un montón de iniciativas más. Si bien nos conocen más por lo de las prótesis, o ahora por estar en (el programa de TV) “Los ocho escalones”, no solamente entregamos prótesis en Argentina, sino en otros países. En 2018 recorrimos todo el país en una camioneta, le pusimos paneles solares en el techo y le pusimos una impresora en la parte de atrás. Fuimos por todo el país imprimiendo prótesis en la ruta. Ahí conocimos un montón de historias, pasamos por Rosario, con la fundación de Lio (Messi) que está ahí en Rosario, hicimos varias cosas. Este es un proyecto que nos llega de orgullo, haber recorrido todo el país y llegar a esas casas, que si no era por los más de 25.000 kilómetros recorridos en 3 meses y medio, no hubiesen llegado todas esas prótesis a las personas que lo necesitaban.
—¿Tenés algún proyecto en mente, algo entre manos que estés preparando o que tengas pensado hacer en el futuro?
—Sí, estamos laburando en un montón de cosas. Por un lado tenemos un taller en Parque Patricios, acá en Capital, donde estamos desarrollando tecnología apuntando a seguir innovando. Si bien las prótesis son gratuitas y es algo mecánico, es algo más sencillo, es algo que lo puede hacer cualquiera en su casa, hoy estamos trabajando en prótesis con inteligencia artificial. Estamos avanzando en lo que venimos desarrollando, en otros diseños, de prótesis por arriba del codo. Estamos haciendo una especie de suite médica, con un montón de archivos, desde un estetoscopio 3D, un otoscopio, un clamp, que es el ganchito que va en el cordón umbilical cuando nacen los nenes. Estos, con un montón de archivos más los estamos metiendo todos en una impresora 3D solar y a futuro esperamos poder llevar esto a distintos campos de refugiados o zonas que no tengan la tecnología tan accesible. Para que puedan imprimir todos estos elementos de primera necesidad, con botellas o materiales descartables. Esos son los proyectos que estamos trabajando, entre otras cosas, que esperamos pronto tener funcionando.
—Tu eje es aportar desde la tecnología a lo que vos llamás cambio social, cambiar las condiciones materiales o socioculturales de personas que viven postergadas. ¿Es así?
—Sí, el costo que tiene una prótesis en Argentina es de 10 a 15 mil dólares. Es algo súper privativo y ahí, con la tecnología mediante, estamos haciendo una reducción bastante grande de los costos para que esto sea más accesible. Eso es impacto social, y podríamos llegar a decir que tenemos hasta un triple impacto: en reducir los costos, en un beneficio social y también en dar posibilidades a más personas de que de que se metan con la tecnología. Por ejemplo, chicos que imprimen las prótesis en las escuelas. Están haciendo algo que a ellos les aporta una satisfacción más grande que sacarse una nota. Los chicos se estudian con más ánimos de ayudar que de estudiar, por así decirlo, y sacan muy buenas notas. Es todo impacto social, poder ayudar con lo que tenemos.
—¿Qué sector tecnológico vos creés que más puede aportar en ese sentido a ese cambio social?
—Hoy en día, por cómo está la situación en el país, creo que lo que más puede llegar a meterse es todo lo que es computación, programación. Poder desarrollar aplicaciones para que mejoren procesos y mejoren sistemas que hoy en día tardan mucho, desde la cosa por ahí más sencilla de enviar papeles, órdenes de compras, y todo lo que puede ser darse de alta, hasta cosas que hoy en día se podrían solucionar bastante fácil con aplicaciones y mejores procesos. Y también podés ir al hardware, con impresoras 3D, con lo que es fabricación digital y manufactura aditiva, que es lo que nosotros hacemos, para poder buscar otro tipo de impacto. Creo que esas son las dos áreas, si hoy empezaría de cero, con las que me metería. Tanto con software como con hardware, para intentar desarrollar proyectos sociales.
—¿Cuál creés que es la innovación más importante?, lo que más crees que va a impactar en el futuro.
—Mira, no soy futurista. Hay una rama de gente que estudia todo lo que lo que puede llegar a venir con la ciencia y la tecnología. Lo mío son más los hechos actuales, pero hay muchas cosas que se vienen desarrollando. Creo que cuando empecemos a implementar todo lo que es Web 3 de una forma más tangible en el país, se va a dar una un cambio bastante importante en lo económico, en cómo nos manejamos los argentinos con la plata. Por un lado eso. Creo también en todo lo que puede ser la parte del hidrógeno verde. Creo que es algo súper importante, que hay que meterle muchas ganas y muchas pilas porque vemos lo que está pasando en otras partes del mundo donde la energía pasa a ser algo fundamental, y acá tenemos muchas oportunidades de poder explotar eso. Y creo que lo tenemos que hacer ahora, porque si no después se nos va el tren. Y el tema de seguir apostando a las conexiones de fibra óptica, a las conexiones de 5G, a las conexiones más rápidas. Y eso nos va a permitir tener casas más inteligentes, vehículos autónomos, porque necesitás toda la información en tiempo real. Todo lo que es el internet de las cosas es otra área a la que hay que apostarle mucho. Hay un montón de cosas más que nos podríamos quedar horas hablando, pero si es en tecnología creo que a esos esos tres pilares no estaría mal ponerle un ojo encima.
—Estamos en medio de una guerra. Salimos de una pandemia. Hay como una incredulidad general, es difícil encontrar las fuentes de verdad, circulan muchas noticias falsas. En el medio de todo eso, ¿sos optimista de cara al futuro?
—En el mundo de tecnología tenés el futuro distópico y el utópico. Personalmente creo que la tecnología nos da una herramienta para tener una mejor calidad de vida. Ahora, cuando cae en malas manos no hay mucho que se puede hacer. Cuando (Albert) Einstein se planteaba la teoría de los átomos y empezó a laburar con la radioactividad no esperaba que hicieran una bomba y reventaran a medio país. Las herramientas, y la tecnología en general, nos van a dar en un futuro, creo yo, una mejor calidad de vida. Ya hoy en día, por ejemplo, los autos autónomos, al reducir la tasa de choques, hacen que tengamos menos órganos disponibles. Es algo que se está dando cada vez más, porque generalmente los órganos que las personas donan, su gran mayoría, salen de accidentes y otras cuestiones. Ahí tenemos un problema, pero fíjate a la vez que con impresión 3D se está buscando imprimir esos órganos que en un futuro van a hacer falta. Entonces, creo que tenemos una pequeña tendencia hacia lo positivo, pero siempre hay que ver cómo termina utilizando las herramientas disponibles la sociedad en sí.
—¿El emprendedor argentino se distingue del de otros lugares del mundo?
—Hay un tema de resiliencia en el emprendedor argentino, creo yo. Muchas veces encontramos trabas en el camino que no son impuestas por uno. Vos venís creando un proyecto y de golpe te sale una regulación que te corre el arco. Creo que esa práctica, esa cintura, que te dan las normativas que por ahí salen de un día al otro, le da bastante más flexibilidad a un argentino. La típica frase de «lo atamos con alambre». Bueno, eso suele dar una pequeña ventaja. Ahora, a eso tenés que sumarle estudio, tenés que sumarle tiempo, tenés que tomarle recursos, un montón de otras cosas que en otro lado nos ganan. Entonces sí, el chico que quiera hoy en día estudiar y quiera meterse a la tecnología va a tener una posibilidad, no lo dudo. Se van a necesitar un montón de trabajos en un futuro y la población no es que va a seguir creciendo, va a llegar un punto donde se va a quedar estancada, creo que son los 11.000 millones, o algo así. Y los trabajos van a seguir creciendo, se va a seguir necesitando gente que trabaje. Entonces si hoy en día un emprendedor argentino apuesta a la tecnología y apuesta a poder desarrollarse en este mundo, por lo menos aprendiendo a programar, eso ya te da una bicicleta para la tecnología, después si la querés usar o no ya otra cosa, pero creo que es algo muy necesario.
—¿Te quedás en Argentina?
—Yo tengo mi pasaporte europeo. Cuando tenga la necesidad de desarrollarme afuera, lo haré. Siempre con la misma idea en mente, de seguir ayudando. Cuando no pueda ejercer lo mío, o no sea bienvenido, obviamente que voy a seguir intentando ayudar a la gente, acá, afuera, o donde fuese.