La poeta y novelista nicaragüense Gioconda Belli fue honrada este miércoles con el XXXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en una ceremonia celebrada en el Palacio Real de Madrid y durante su discurso resaltó el universo de Nicaragua construido por Rubén Darío y a los poetas de su país galardonados con el mismo premio: Ernesto Cardenal y Claribel Alegría.
El anuncio oficial de este prestigioso galardón se había realizado en mayo de este año, reconociendo «la expresividad creativa, libertad y valentía poética» que caracteriza la obra de la autora de El país bajo mi piel o La mujer habitada, como recordó en el acto de entrega María Sonsoles Sánchez-Reyes, secretaria del jurado.
Gioconda Belli (Managua, 1948), quien reside en Madrid, recibió el premio de manos de la Reina Sofía en un evento que destacó su contribución a la cultura iberoamericana y su firme postura en defensa de la libertad artística y la expresión poética.
La entrega del premio adquiere un matiz especial en el contexto de la situación política que enfrenta Belli, quien perdió su nacionalidad nicaragüense a mediados de febrero de este año por orden del gobierno de Daniel Ortega.
En su discurso, durante la entrega del premio, la escritora rememoró los días cruciales tras el derrocamiento de la dictadura somocista en Nicaragua en 1979, destacando la lucha y solidaridad que marcaron una etapa definitoria para su patria y destacó que «la solidaridad es la ternura de los pueblos», verso que escribió en esa época.
Sin embargo, su relato dio un giro al adentrarse en su reciente exilio forzado por la represión del gobierno de Ortega en mayo de 2021, dejando atrás su hogar y sus pertenencias. «Mis palabras me cobraban un precio y escribí despatriada. No tengo donde vivir, escogí las palabras. Allá quedan mis libros, mi casa, el jardín, sus colibríes, las palmeras enormes», recitó la poeta durante la reciente entrega.
Instalada en España, Belli agradeció la solidaridad y el apoyo de personas generosas, resaltando la importancia de sentirse parte de una comunidad en tierras extranjeras.
Reflexionando sobre el papel de la mujer en la poesía, evocó los años 70 cuando su poesía desafiante fue considerada transgresora al abordar la feminidad desde la fuerza. Señaló la poeta: «Desde que era niña en un colegio católico me pareció atroz la idea de que la pobre Eva cargara con culpas tan grandes por atreverse a querer el conocimiento, uno de los más altos y fructíferos afanes humanos. Mientras Newton encontró la grandeza al ver caer una manzana, la pobre Eva ha pasado siglos mal vista por comerse una. El mito del paraíso terrenal fue crucial para perpetuar la idea de la mujer como una criatura engañosa y peligrosa. Es un mito poderoso que aún subyace en la corriente donde la asombrosa biología femenina deriva en desventaja, marginalidad y violencia contra las mujeres».
Con sus palabras sobre los poetas en Nicaragua hizo reír a la Reina Sofía y al público presente: «Desde niños, los nicaragüenses no hemos tenido más que un héroe indiscutible, Rubén Darío. Ningún guerrero o político ha sido tan importante motivo de orgullo ni ha marcado la identidad nacional como él».
Y en tono jocoso, agregó: «De tal manera que decimos que en Nicaragua todo el mundo es poeta hasta que no se demuestre lo contrario. No hay quien no haya intentado escribir poesía, es un deporte nacional. El título de poeta es de tanta consideración allá que se usa como en otros países el de doctor o licenciado», detalló alegre la poeta y contó dos breves anécdotas. «Ser poeta me ha servido en la vida cotidiana hasta para que un policía me detuviera en medio del tráfico sólo para decirme que le honraba detenerme porque le encantaba mi poesía. Otro que me iba a multar miró mi nombre en la licencia y me dijo: «Ah, usted es la poeta. Váyase pues, no la multo, quizás esto le sirva como anécdota para uno de sus poemas»».
No obstante, sus palabras adquirieron un matiz sombrío al describir la situación política actual de Nicaragua, exponiendo la persecución a opositores, periodistas y la intervención en instituciones como la Iglesia Católica, expresando profunda preocupación por la pérdida de libertades y la violencia en su país.
La notable escritora concluyó su discurso con reflexiones sobre el dolor compartido a nivel global, subrayando la importancia de la compasión y la necesidad de superar fronteras para enfrentar desafíos comunes.
Belli se erige como testigo y víctima de una realidad que trasciende su experiencia personal, convocando a la solidaridad en medio de las adversidades, quizás por eso comparó las desventuras de Nicaragua con la idea de Camus sobre el mito de Sísifo. «Camus extrajo con gran sabiduría la conclusión de que los seres humanos derrotamos la muerte y lo absurdo de la vida al aceptar con conciencia plena que subir la piedra una y otra vez es lo que nos toca. Él imagina un Sísifo feliz y rebelde cuando camina de nuevo a empujar la roca porque ha decidido no verlo más como castigo, sino como el acto de rebeldía del ser humano que acepta como destino que la roca caerá y que habrá que volverla a subir. Pienso que esto no se aplica únicamente a Nicaragua», expresó.
La presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, y el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, elogiaron la trayectoria de Belli y resaltaron su significación en la cultura contemporánea de Nicaragua, reforzando el prestigio de la lírica hispanoamericana.
Belli es autora de numerosas obras, incluyendo poesía, novelas y ensayos. Su elogiada novela La mujer habitada (1988) obtuvo premios internacionales y a lo largo de su carrera, ha recibido reconocimientos como el Premio Biblioteca Breve de Novela (2008) y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (2008).
El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana es un reconocimiento otorgado a un autor en vida cuya obra, por su destacado valor literario, representa una contribución significativa al patrimonio cultural compartido entre España e Iberoamérica. Es considerado como el más importante dentro del ámbito de la poesía en lengua española y portuguesa y cuenta con una dotación económica de 42.100 euros.