Para ganar, no siempre hay que jugar mejor que el rival. Algunas veces, alcanza con saber aprovechar tu oportunidad. Algo de eso le pasó a Central, en el gran triunfo que consiguió ante Talleres en Córdoba. Merecimientos de lado, el equipo que dirige Edgardo Bauza se las ingenió para volver a sumar de a tres. Encontró el gol en una pelota detenida y, desde la ventaja, mostró capacidad para sostener el resultado.
Volvió a ganar Central. Esta vez, a diferencia del triunfo anterior, fue superado en varios pasajes del juego por el rival de turno. Pero cuando tuvo su chance, el equipo del Patón no perdonó. Y se quedó con una victoria que sirve, entre otras cosas, para solidificar la idea que profesa el técnico, la del equipo ordenado, que comete pocas equivocaciones en defensa y prioriza sobre varias cuestiones el cero en su arco.
Con agresividad y vértigo, apostando a la presión alta para tratar de recuperar la pelota, Talleres se mostró más inquietante que Central. Además, hubo diferencia de velocidad a favor de los cordobeses en el mediocampo. Y eso también generó sensación de riesgo cada vez que el local decidió verticalizar el juego. Pero la T no encontró justeza en el último pase y eso le impidió gestar situaciones de riesgo en relación a lo que obligó.
Con la pelota en su poder, lo de los auriazules fue muy pobre. Además de imprecisos, los volantes del Canalla quedaron demasiado lejos de los dos puntas. Faltó conexión. El único que acercó algo de juego en ofensiva durante el primer tramo fue Carrizo. Pero a cuentagotas y sin claridad.
Con el correr de los minutos, Talleres se fue transformando en claro dominador del trámite. Y el encuentro se empezó a jugar en campo de Central, que sólo pudo emparejar en los últimos pasajes de la primera parte. Allí, el equipo de Bauza mejoró en la distribución, y ganó un par de situaciones con pelota detenida cerca del arco rival. Pero no pudo sacar rédito de ellas.
En la segunda parte, Talleres recuperó el protagonismo. Salió a jugar con decisión, y encontró en Pochettino el jugador indicado para llevar peligro hasta Ledesma. Sin embargo, como había ocurrido en el primer tiempo, el local no pesó en el área canalla.
Para colmo, sobre los 16 minutos, en el primer tiro de esquina del partido, Central abrió el partido. Con la fórmula de siempre, la que todos conocen, pero no pueden evitar: la zurda de Gil en el centro y, en este caso, la cabeza de Zampedri. Así, sin haber hecho casi méritos, el equipo del Patón se puso en ventaja.
Los cordobeses sintieron el golpe. Tanto fue así, que desde el gol en contra les costó horrores imponer superioridad. Desde la tranquilidad que encontró en el gol de Zampedri, Central incomodó a Talleres. Le quitó ritmo al trámite y no entregó espacios. Y el local perdió la calma, y también inteligencia para generar juego. Central volvió a ganar y encima pasó un duro examen como visitar a Talleres en Córdoba.