Un conflicto familiar atravesado por la venta de drogas en barrio 7 de Septiembre motivó investigaciones por dos tiroteos contra los frentes de viviendas. Esas balaceras, ocurridas en abril de 2019, derivaron este viernes en 14 allanamientos efectuados por personal de Policía de Investigaciones (PDI), en los que se secuestraron seis armas de fuego y más de un kilo de cocaína. Cuatro personas –tres de ellos integrantes del mismo clan– quedaron detenidas a disposición de la Justicia federal y provincial. Entre ellas se encuentran Gustavo Carlos “Toro” Martinotti, un pesado del noroeste con vínculos con la barrabrava de Central quien mantiene una enemistad con su hermana Marisa. De hecho, esta mujer viene denunciando públicamente a Toro y a su papá por balearle la casa, y los acusa de narcos. Éstos, a su vez, hicieron un descargo en una nota periodística la semana pasada y dijeron: “Ella es la que vende”. De hecho, el esposo de la mujer está condenado por comercializar droga.
El conflicto en el seno de la familia Martinotti estalló en noviembre de 2016. Por esa época, Marisa denunció en las fiscalías provincial y federal a su padre, Carlos, y a uno de sus hermanos, Toro, por regentear con la fachada de almacén familiar al menos un punto de venta de drogas en «el Siete», como llaman al barrio sus habitantes. Desde entonces su casa de Fresno al 7900 se convirtió en un blanco de balaceras. Todo porque, según contó Marisa, en abril de 2015 efectivos de la Policía Aeroportuaria (PSA) allanaron su casa en busca de drogas.
Según Marisa, su hermano y su padre vendían drogas en una vivienda contigua y en el momento de aquellos allanamientos arrojaron una mochila con estupefacientes y un arma al patio de su casa. «Se llevaron detenido a mi marido y tanto mi padre como mi hermano querían que él se hiciera cargo de esa mochila que ellos tiraron. Yo les ofrecí a los de la PSA abrir la casa de Toro para que allanaran, pero no me dieron bola. Mientras hacían el acta en mi casa, Toro sacaba bolsas de la suya», recordó en una nota periodística. Por aquel entonces la mujer también denunció connivencia policial de la subcomisaría 21ª, con jurisdicción en la zona.
Este año la casa de Marisa fue otra vez blanco de balas, el 16 y el 27 de abril. Por ello, recibió a medios de prensa y no dudó en sindicar a su padre y su hermano por los ataques. Estos, a su vez, desde una verdulería que regentean en calle Martínez de Estrada se desligaron de la acusación y retrucaron: “Ella es la que vende drogas, nosotros somos gente de trabajo”. Y recordaron que el marido de Marisa, Juan José Benítez, fue condenado a cuatro años de prisión en el juicio, también este año, en el que Alberto «Tuerto» Cárdenas, un notorio de la zona, fue condenado a nueve años por narcotráfico. Toro, a su vez, es mentado como la mano derecha del Tuerto.
Con ese trasfondo de acusaciones cruzadas, fachadas baleadas, amenazas y el ir y venir de nombres conocidos en el barrio, detectives de la Brigada Operativa de PDI allanó 14 domicilios con epicentro en el Siete. Según dijeron fuentes del caso, fue en el marco de la pesquisa por los ataques a la casa de Marisa el 16 y el 27 de abril. Los operativos fueron calificados de “positivos”: incautaron seis armas y una cantidad considerable de cocaína.
El comisario de PDI Ernesto Gaudenzio aportó datos duros una conferencia de prensa en Lago Puelo al 1700, en uno de los domicilios allanados: “A raíz de denuncias radicadas por balaceras el 16 y 27 de abril, bajo la dirección de la Fiscalía de Investigación y Juicio Nº 3, doctora González, se hicieron tareas investigativas que culminaron el día de la fecha con 14 allanamientos en forma simultánea que dieron resultado positivo”.
Los voceros del caso dijeron que PDI secuestró seis armas: dos pistolas 9 milímetros; otra .380, una más 11.25, una restante 22 y una escopeta de dos caños 16. Y más de 250 proyectiles de distintos calibres.
“Los detenidos –detalló Gaudenzio– estarían vinculados directamente a las balaceras. Parte de ellos cuentan con algún vínculo familiar. Hay que esperar el resultado de las pericias que van a ser producidas respecto de las armas secuestradas, esto es si están vinculadas o no con los hechos investigados”.
Según se supo de fuentes judiciales y policiales, los detenidos son el mismo Toro (sospechoso por el abuso de arma y amenazas calificadas por uso de arma del 16 de abril, causa que originó los allanamientos; y por la tenencia de cuatro pistolas); Adolfo Celestino R., de 64, (por tenencia del revólver y municiones). A los que se sumaron Oscar P., de 50, (por tenencia de una escopeta calibre 16 y municiones) y Marcelo Antonio C., de 50 años, por encubrimiento de robo de un automotor.
Al miniarsenal secuestrado se le sumó más de un kilo de cocaína: en una casa en la esquina de Palo Borracho y un pasaje –barrio 7 de Septiembre–, PDI se incautó de un ladrillo de medio kilo de cocaína; y en Lago Puelo al 1700 bis, en una casa sin moradores, secuestraron 800 dosis –bolsitas– listas para la venta. “También se secuestraron balanzas, elementos de preparación y vinculados con el ambiente del narcomenudeo. Y celulares y PC”, dijo el comisario que supervisó el procedimiento.
Los detenidos por drogas son un adolescente de 17 y una chica de 20, que quedaron a disposición de la Justicia federal, en una pesquisa en la que interviene la fiscal Adriana Saccone.
El Toro
Toro tiene 46 años y estuvo ligado a la barrabrava de Rosario Central. En 2004, fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio de Maximiliano Infante, ocurrido el 10 de enero de 2002, en barrio Fisherton. Pero esa sentencia fue anulada por la Cámara de apelaciones en 2006.
En 2003, el Toro estuvo mencionado con el Tuerto Cárdenas por haberle propinado un culatazo en la cabeza y robarle 50 pesos a un joven en Juan José Paso al 7700. En ese momento ambos estaban relacionados con la pesada canalla. El Tuerto Cárdenas está sindicado como uno de los narcos más importantes de la zona noroeste, y cayó en octubre de 2014 acusado por el homicidio de su tocayo Roberto del Valle Padilla, dueño de la primera cocina de cocaína desbaratada en Rosario y apodado Tuerto Boli, ocurrido en Fisherton en diciembre de 2012. También se lo mencionó en la saga que dejó tres asesinatos ocurridos en barrio Emaús y que tuvo como móvil de la disputa el llamado búnker de El Medio, de Tarragona al 1100 bis.
En la denuncia de Marisa Martinotti, que se hizo pública a través de un Whatsapp, ella sindicó al Toro como quien pagó 25 mil pesos para que asesinaran al Negro Cali, acribillado a tiros el 27 de julio de 2016 en la puerta de su corralón de Schweitzer al 6900, de barrio Larrea. Carlos Alejandro Paz era un ex convicto por narcotráfico que tenía 44 años y era conocido como Negro Cali. La investigación tuvo como hipótesis que el móvil del crimen fue una venganza.
En abril de 2019 el Tuerto fue condenado en la Justicia federal a nueve años de cárcel junto con otras siete personas que cayeron detenidas en una serie de allanamientos realizados en la zona noroeste en abril de 2015; en ese momento el Tuerto cumplía arresto domiciliario por el crimen de Tuerto Boli. En la sentencia se explicita el rol de Cárdenas como organizador de una banda dedicada a la venta de estupefacientes. Y se manda a investigar quién es el tal «Toro» que aparece en la pesquisa.