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Golpe al corazón

Fue lo peor que se le vio a Central en este torneo. Adrián Peralta y Leandro Benegas marcaron el final de un ciclo.

Un golpe frío, certero, preciso fue el que le dio Huracán a Central. En un partido muy malo le ganó con un golazo de Peralta y la definición final de Benegas. Fue la peor expresión futbolística de Central. Cuffaro Russo y sus jugadores no pueden resolver el menor problema, y ayer lo sufrió como nunca.

El primer tiempo fue malo, aunque parejo. El empate dejó un marcado sabor a nada en los hinchas de Central y la idea en los del Globo de que podían un poquito más empezó a gestarse. En realidad fue Huracán quien se apoderó de la pelota, y la manejó la mayor cantidad de tiempo pero sus carencias a la hora de crear lo dejaron huérfano de definición.

Para Central el arranque se llenó de desilusión, fundamentalmente en la primera media hora en donde fue dominado y no contó con la fuerza necesaria como para sacarse a Huracán de encima y arrastrarlo hasta Monzón. Apenas un centro de Gervasio Núñez que se cerró en el segundo palo, y pegó en el travesaño inquietó a Monzón. Otro remate suyo, y algún intento fallido de Gómez, jugando como un doble cinco adelantado aunque apelando al pelotazo de manera inexplicable, fueron su producción en ofensiva. Que si tuvo algún valor fue por lo desarrollado en la izquierda con Núñez y las prolijas proyecciones de Santiago García.

En la primera jugada profunda del complemento Zelaya remató desviado, pero se contracturó y fue reemplazado por Adrián De León, un cambio tan repetido como improductivo. La etapa fue transcurriendo en la más absoluta intrascendencia. Galíndez y Monzón sin trabajo, la gente que aguantó un partido espantoso reaccionó a quince del final pidiendo, “ponga huevo, y Central ponga huevo”. Aliento que pretendía solucionar lo que los futbolistas en cancha no hacían.

Ingresaron Milton Zarate por Danelón, y luego Martín Rivero por Chitzoff, casi de manera inmediata y por el lugar del lateral derecho Peralta se sacó la pelota de encima y la clavó en el ángulo de Galíndez. Nada pasaba y de golpe estalló el peor grito, el pobre Huracán pasaba a ganar en el Gigante y al partido le quedaban diez minutos. Sin fuerzas y perturbado el final del calvario estaba cantado, Central no podía, ni pudo reaccionar. Y Benegas de contra le clavó el segundo directo al corazón.

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