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Greenpeace ya muestra su barco

El buque arribó a Rosario en el marco de una gira por varias ciudades del país para difundir el impacto negativo del desmonte en el medio ambiente; ancló en la Estación Fluvial, donde podrá visitarse hasta mañana, de 10 a 18.

Más de 3 mil visitantes recorrieron ayer el “Esperanza”, la  nave de mayor porte con que cuenta la flota de Greeanpeace y que ancló en las costas rosarinas por primera vez, en el marco de una gira por distintas ciudades del país con el objetivo de alertar sobre el impacto ambiental que provoca la deforestación. Pese las altas temperaturas, multitud de personas de todas las edades aguardaron bajo el sol frente a la puerta de la Estación Fluvial, el momento para ingresar a la embarcación.

“Si árbol es igual a vida, entonces desmonte es sinónimo de muerte”, fue una de las frases que sonó con más fuerza durante la ruta dentro de la nave, que estuvo coordinada por guías especializados e integrantes de la ONG internacional.

El ingreso al barco verde

Como el título de una de las más célebres obras de Antonio Vivaldi, el recorrido por el “Esperanza” se divide en “cuatro estaciones”: la primera es una breve charla a modo de bienvenida brindada por el activista rosarino Marcos Belloni en el helipuerto emplazado en la popa y ubicado a pocos metros del ingreso del barco. Allí, el joven cuenta acerca de la historia del navío, fabricado en 1984 en Polonia y utilizado luego por la marina rusa como barco contra incendios.

La segunda parada es a pocos metros de la primera, en un sector techado en donde se guardan los elementos y trajes especiales que son utilizados por los tripulantes de la ONG para interceptar el paso de los “barcos arponeros” y así impedir la caza de ballenas.

Según explicó una joven guía, el proceso para interponerse entre las grandes naves depredadoras y los cetáceos no es sencillo, ya que estas embarcaciones viajan a 30 nudos (unos 60 kilómetros por hora aproximadamente, al igual que las ballenas), mientras que el “Esperanza” alcanza solamente 16 nudos. Es por eso que para lograr su cometido, los activistas de Greeanpeace llegan hasta los “arponeros” a bordo de gomones, con motores híbridos que pueden superar los 60 kilómetros por hora.

“Como en las películas”

La tercera estación es la que más cosecha preguntas de los visitantes: se trata del “puente de mando” en donde se encuentran las maquinarias de alta tecnología con las que se comanda y dirige la nave. “¡Parece como en las películas!”, dijo asombrada una mujer, que recorrió el enorme barco verde junto a su esposo y sus dos hijos pequeños. Por supuesto, no faltaron las selfies y fotos familiares tomadas en la cubierta del barco, y que tuvieron como fondo al Paraná y sus islas.

Después de una media hora, que es aproximadamente el tiempo que dura el tour por el interior del barco de Greenpeace, los visitantes llegan a la cuarta estación. Allí, el activista local Diego Salas agradece la presencia de quienes se acercaron a conocer la nave, insiste –con cierta vehemencia– en que la tala indiscriminada de bosques atenta contra la ley nacional que así lo prohíbe y también con que “el desmonte debe declararse  un delito penal”. Después, la gente devuelve su agradecimiento con aplausos, en el momento que el orador invita a asociarse a la ONG que no recibe ayuda económica de gobiernos o empresas particulares sino que subsiste, según explicó Salas, “gracias a pocas sumas de dinero que dona mucha gente”.

La respuesta de la gente

Antes de iniciar el recorrido por la embarcación junto a un grupo de visitantes, Hernán Nadal, director de Comunicación y Movilización Pública de la ONG, recibió a El Ciudadano en uno de los camarotes en donde hay montada una suerte de oficina desde la que se maneja la logística.

El activista, quien hace 11 años que forma parte de Greeanpece, contó que los visitantes del “Esperanza” pueden dividirse en tres categorías. “Una es la de los socios, quienes están al tanto de todas nuestras actividades, también están nuestros seguidores o ciberactivistas que reproducen la información de lo que hacemos en las redes sociales”, dijo.

Por último, Nadal señaló que dentro de los que se acercan a conocer la nave están los que se enteran de la llegada del Esperanza a las ciudades a través de los medios de comunicación. “Suelen ser personas comunes que no están ligadas a la organización pero que cada día toman más conciencia sobre la situación ambiental en el mundo y el impacto que provocan los intereses de las grandes empresas multinacionales o particulares en factores claves como inundaciones, calentamiento global y cambio climático”, concluyó.

Un navío con historia y logros

El rompehielos “Esperanza” es una nave que carga con historias de lucha y logros que fueron cosechadas por sus tripulantes. Actualmente alertan sobre el incumplimiento de la ley nacional de Bosques, indicando que Argentina ocupa el puesto nueve entre los países con más deforestación, habiéndose desmontado en los últimos 25 años más de siete millones y medio de hectáreas.

En cuanto a los logros obtenidos con la nave que está de visita en la ciudad, uno de las más célebres fue en 1995 cuando se apostó en la costa de la Polinesia francesa para frenar pruebas nucleares. Allí, fue bombardeada y sólo quedó a bordo el capitán en la cabina. “Empezaron a atacarlo con gases lacrimógenos pero se puso una máscara antigas y  llevó el Esperanza hasta una costa segura en donde lo esperaban medios de comunicación de todo el mundo y así la descarga de residuos tóxicos no se hizo”, relató Juan Barcia, activista rosarino e integrante de la ONG. El logro más reciente fue a mediados de 2015 en el Ártico, cuando la petrolera Shell, después de invertir 6 mil millones de dólares, quiso excavar en una zona cercana a Alaska. “Si pudimos con una multinacional poderosa es porque recibimos el apoyo de la gente”, recordó también Hernán Nadal, del área de Comunicación de Greenpeace.

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