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Gremios y sindicatos: dar la pelea aunque falte la unidad ideal

El desarrollo de las luchas del movimiento obrero en Argentina es complejo y esto no es ajeno a otras latitudes. Ante la crisis y con miradas distintas son otra vez las estructuras de trabajadores quienes acaparan la escena política

El desarrollo de las luchas del movimiento obrero en Argentina es complejo y esto no es ajeno a otras latitudes. Sin embargo, el modelo sindical de estas pampas tiene particularidades, las cuales son envidiadas por los países de América Latina y buena parte del mundo. Si bien este no es lugar para un análisis pormenorizado de este sujeto histórico, su fortaleza reside en su altísimo nivel de inserción en los lugares de trabajo, producto de la organización extendida de manera horizontal en el marco de una estructura vertical.

Si bien no es justo afirmar que la historia del movimiento obrero comenzó en 1945, es desde ese entonces que los trabajadores construyeron un instrumento vital en la disputa de capital y trabajo. En efecto, recuperando las ricas tradiciones de organización y disputa de poder de anarquistas, comunistas y socialistas, el movimiento que se instalaba para quedarse era el que fundaba el General Juan Domingo Perón. Claro está, en un marco de los mejores años del Estado Benefactor. Así, buena parte de la política en general y de la sindical, nos guste o no, se discute en ese escenario. Si reconocemos, más allá de sus vaivenes, que el mundo de los trabajadores es uno de los más dinámicos y potentes, no es capcioso suponer que este será (es) uno de los sujetos históricos llamados a sacudir la modorra y a modificar un estado de situación contrario a sus intereses. Y por extensión, al conjunto del pueblo.

Pelear juntos

Tras tres años del gobierno de Cambiemos, una vez más las estructuras sindicales y gremiales son las que, con sus distintas y a veces opuestas miradas, acaparan la escena política. Ante la traición de la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT), distintos nucleamientos, por dentro y por fuera del entramado cegetista, han dado cuenta que la disputa por el poder no es algo que estén dispuestos a abandonar. Muy por el contrario. “Si no podemos sellar la unidad ideal, al menos peleemos juntos”, disparo un avezado dirigente gremial tras el importante acto del Movimiento Sindical Rosarino (MSR) realizado el pasado viernes en el Sindicato de Luz y Fuerza. En honor a la verdad hay sectores sindicales que vienen desarrollando actividades en conjunto con una perspectiva estratégica de la unidad desde el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Pero también hubo otros que pusieron el grito en el cielo por el llamado “impuesto al trabajo” (ganancias) y se ubicaron en la vereda de enfrente del gobierno que más derechos recupero para los trabajadores desde 1974. La situación tampoco es excepcional; siempre hubo a lo largo de la historia “colaboracionistas”, “dialoguistas” y “combativos”. En efecto, los hubo tras los encuentro de La Falda (1957), Huerta Grande (1962) y también los hubo durante la conducción de la CGT del dirigente cervecero Saúl Ubaldini.

Año clave

Tras la asunción de Mauricio Macri fue el movimiento obrero el que asumió el rol más activo en defensa sus derechos: con sus limitaciones y particularidades. Tres años después la gran mayoría de los gremios se ubica en las antípodas de las políticas públicas del gobierno nacional. Cada uno con sus matices. Es que resulta imposible separar la disputa sindical de la disputa política partidaria. En los últimos tres años ha habido protestas, marchas, movilizaciones y actos sindicales de una magnitud sorprendentes, tanto por su cantidad como por su calidad en términos políticos. En ese marco, 2019 será (es) un año clave por que esta cruzado por las elecciones nacionales y provinciales. Es que en algún sentido 2018 no terminó, el 10 de enero de 2019 comenzó la saga de la Marcha de las Antorchas en Buenos Aires (aún continúa), producto del debate en el seno de la Multisectorial contra los Tarifazos. Rosario se anotó en segundo turno con una movilización el 17 de enero en la plaza San Martin que superó largamente las 70 mil personas y alcanzó un nivel de coordinación más que aceptable. En ese marco ya se avisaba que “la plaza nos quedó chica, la próxima vamos al monumento”. A menos de un mes del 17E rosarino, ya está en marcha la organización del 27F, que para Rosario tiene el condimento político de ser el día que Manuel Belgrano creó la bandera nacional.

Los actores

La conformación de la Multisectorial contra los Tarifazos fue producto de innumerables reuniones y encuentros de distintos sectores sindicales, gremiales, sociales y estudiantiles que percibieron que la problemática era de un brutal saqueo al conjunto del pueblo con su consiguiente impacto social. Allí confluyen distintas vertientes. La implosión de la cúpula cegetista, de la cual salió Juan Carlos Schimd, generó al menos dos sectores bien definidos. Por un lado, el espacio 21F (constituido como tal tras el acto organizado por camioneros en la 9 de Julio) que conduce Hugo Moyano. Por otro, un sector más “sindical”, la Corriente Federal de Trabajadores encabezada por el bancario Sergio Palazzo. Por fuera de la CGT se ubican las dos CTA. La que conduce el maestro Hugo Yasky y la del estatal Pablo Micheli, quien tiene diferencias con el líder bonaerense, también estatal, Hugo “cachorro” Godoy.

Todos los gremios, que de alguna forma se oponen al modelo imperante, se alinean en algunos de estos entramados, aunque, claro, hay diferencias cuando estas representaciones se trasladan a las provincias. Pero hay un “socio” de las organizaciones sindicales y estas son las organizaciones sociales. En efecto, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Cetep y Barrios de Pie, son parte, ahora, de esta supestructura de “unidad para acción”. El dato no es menor. Los sindicatos más ortodoxos “entendieron” que son trabajadores sin trabajo, expulsados de su fuente laboral. Y los que tienen un conchabo suele ser flexibilizado e informal.

Las organizaciones sociales, por su parte, dejaron de lado, al menos por ahora, el mote de “burócratas” a los dirigentes de los sindicatos más poderosos.

Pelea decisiva

Son tres patas bien distintas en lo político, social y económico que asumen el compromiso de unificar intereses para dar una pelea que parece decisiva. Porque no es solo el 27F lo que asoma en el horizonte; todos aseguraron una fuerte participación el próximo 8 de marzo en el Dia Internacional de la Mujer, en la marcha de Derechos  Humanos del próximo 24 de marzo, un paro de 24 horas para abril y un monumental acto para el 1 de Mayo, dia de los trabajadores.

Parece mucho. Pero si es fruto de acuerdos que superen la coyuntura aparecen como lógicos. A los postres del acto del MSR, otro veterano dirigente sindical expresó, sin ningún temor a ser escuchado: “En este contexto nadie sobra, nadie puede quedar afuera. La unidad es clave. En octubre volvemos”.

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