Martin Lucero (*)
“El traje del Emperador” es un cuento de Hans Christian Andersen. Cuenta la historia de un Emperador muy vanidoso al que le gustaba hacer ostentación de sus vestidos. Un día dos embusteros se presentaron como sastres y le dijeron que le harían un traje con un tela tan fina que, para los “ignorantes”, parecería invisible.
El Emperador impulsado por su ego les paga una fortuna a los estafadores y cada tanto manda a alguno de sus funcionarios para supervisar los progresos del trabajo. Como el traje no existe, nadie lo ve. Pero todos le dicen al Rey, no solo que lo han visto, sino que además es un traje precioso para no ser tildados de ignorantes.
Llegado el momento del desfile, el Emperador va a probarse su vestido y tampoco lo ve. Pero la investidura de su cargo no le permite ser menos que sus dependientes, lo que lo lleva a fingir que también ve un traje hermoso.
Y sale a caminar desnudo ante la mirada de todo un pueblo que mantiene en silencio una mentira para no pasar por incultos. Hasta que un niño de la multitud grita “El Rey está desnudo” lo cual comprueba que todos estaban viendo lo mismo y ante el murmullo y la sorna general el Rey avergonzado se da cuenta que ha sido estafado.
El cuento tiene varias enseñanzas. Elegimos quedarnos con dos.
Una mentira repetida por la mayoría no deja de ser una mentira y que los niños tienen una sinceridad cruel.
A este cuento se atribuye la frase “que alguien le diga al Rey que está desnudo”.
En la actualidad las redes sociales popularizaron expresiones como “vestite” o “deja de jugar desnudo” como elogios para personas que están teniendo buenos desempeños de algo.
Una forma rebuscada pero creativa de tratar a alguien de Rey.
En este tiempo donde la masividad de las redes sociales facilita el acceso a la información (real o falsa) y genera una sensación permanente de cercanía han surgido varios “Reyes” en función de su popularidad. En nuestro caso, además, nos ha dado un Presidente de la Nación.
Con un personaje histriónico, que va de lo gracioso a lo grosero pasando por lo violento, Javier Milei se granjeo una popularidad tan grande que logró ser el canal por el cual el voto “bronca” o “castigo” o “cansancio” encontró un representante.
Sus propuestas alocadas volcadas en las redes como “obviedades” y la creación de un enemigo social tan grande como indefinido, “la casta”, sumado al mal humor social imperante lo convirtieron en un “Rey” donde sus ocurrencias, memes, contestaciones, reposteos, polémicas son siempre festejadas y defendidas por un fiel número de perfiles (no necesariamente de personas) que multiplican su presencia dando una imagen de gran apoyo.
En las redes el Rey anda desnudo y se lo festejan.
Pero las redes no son la vida real.
Y esto se convirtió en un problema al ser investido, por el voto popular y de manera legítima, en Presidente de 45 millones de argentinos y argentinas.
Milei ya no es Rey. Es el presidente del País. Y sus propuestas alocadas como quemar el Banco Central, hacer llegar al Estado a su mínima expresión, darle todo el poder a las fuerzas del cielo y escuchar los concejos de su perro Conan muerto, clonado y homenajeado en el bastón presidencial se han convertido en un Plan de Gobierno usando como herramienta un DNU que deroga o modifica más 100 leyes votadas por el Congreso de la Nación junto con 260 decretos y un proyecto de ley ómnibus que postula que se le deleguen facultades legislativas en materia económica, financiera, fiscal, social, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria y social.
El Rey devenido en Presidente, como buen monarca, quiere gobernar sin que nadie lo limite y solo rendirle cuenta a los poderes del cielo del cual su persona es una representación en la tierra o mejor dicho en las redes sociales.
Milei deja para los cortesanos los temas mundanos. Por ahí andan los monjes negros y funcionarios que han saltado de partido en partido jugando a hacer reales los memes de las redes.
Federico Sturzenegger, Patricia Bullrich, Luis Caputo y otros tantos fieles exponentes de la casta justificando represiones, despidos, pobreza, inflación, dolores y males que hay que soportar en la tierra para pagar pecados del pasado que tendrán su recompensa en el futuro.
Sin privarse de usar las redes sociales de manera altanera y chabacana haciendo ostentación del reino donde se sienten seguros y validados.
Es verdad que la nafta aumenta todas las semanas y los salarios sufrieron una devaluación terrible. Pero digamos todo: Se acabó el curro del que vendía medialunas en la Casa Rosada generando miles de corazones y reposteos que claramente indican el apoyo a las medidas importantes de nuestro máximo dignatario. Los orcos “no la ven” se pavonean.
En el medio a algunos imprudentes no se les ocurrió mejor idea que protestar con cacerolas, marchas, concentraciones o presentaciones judiciales.
Incluso hubo quejas parlamentarias por el agravio institucional de no pasar por el Congreso.
En el Reino de las Redes la respuesta del César fue contundente: Corruptos y demagogos. Nadie los necesita. Si no apoyan iremos a las consultas populares. No faltó quien sugiera que las mismas fueran on line.
En la virtualidad el Reino juega de local. Y de local la hinchada grita, corea vítores, aclamado al ídolo diciendo que su traje invisible es el más bello de la Comarca. En su fanatismo seguramente muchos lo ven. Por dentro se preguntarán porque los miles de corazoncitos de X no estaban cuando el Gabinete salió a saludar una Plaza de Mayo vacía. Quizá estaban en Instagram.
Pero en la vida real, donde Milei es un simple ciudadano electo Presidente por mandato popular, la pobreza avanza, los despidos crecen, los precios suben, la privaciones aumentan, los derechos se van perdiendo y la paciencia también.
Por una mera especulación política muchos “representantes populares” no oficialistas balconean.
No ven el traje, pero tampoco van a pagar el precio de decirlo. Es imposible que no adviertan el grave peligro institucional que representa un gobierno que quiere gobernar por decreto, que quiere vaciar de facultades el Congreso y del que no sabemos cómo actuará cuando la Justicia empiece a fallar en su contra. Y en el mundo real el funcionario que calla es cómplice.
¿Les parece normal que el que clonó el perro muerto de Milei sea el que cierre el Conicet?
¿Qué los problemas más graves del gabinete sean los adolescentes irresponsables que le manejan las redes sociales a la Casa Rosada?
¿Es razonable que haya reformas lineales del DNU y las leyes que beneficien a personas concretas del entorno presidencial?
¿Es natural, que mientras hay presidentes que han caído en desgracia por decir mentiras, la discusión de la semana sea una factura trucha de avión que uso el presidente y su comitiva para ir a ver una obra de teatro de su pareja?
Pero las preguntas más graves son: ¿No ven las filas en las estaciones de servicios? ¿La faltante de alimentos o remedios? ¿Los centros turísticos vacíos? ¿Los salarios que se empiezan a pagar en cuotas? ¿Los organismos que se quedan sin presupuesto en cuatro meses? ¿La desfinanciación a las provincias?
En definitiva ¿No ven que la mezcla de ajuste, autoritarismo y falta de responsabilidad termina explotando y volando en mil pedazos?
La vida de la gente no es un meme o un posteo gracioso. Es la vida. Hay que asumir responsabilidades institucionales. Milei no es un Emperador, es el Presidente de la Nación. Para esto fue electo debiendo cumplir esa función en pleno respeto de la constitución y las leyes que reglamentan su ejercicio.
Son los otros poderes los que tienen que equilibrar todo lo que en el Poder Ejecutivo no está equilibrado. Y no hay mucho margen para la especulación.
Porque cuando algo explota siempre hay gente lastimada. O muerta. Y ahí ya es tarde.
Estamos viviendo una crisis terrible. De consecuencias devastadoras. Un momento bisagra que exige definiciones, demandando que todos los sectores que defienden la Republica y la Democracia se pongan del mismo lado.
Es un deber institucional del Congreso y la Justicia hacer que Milei respete que tiene responsabilidades constitucionales y que responderá las consecuencias de no honrar sus obligaciones.
En Argentina, el compromiso con la democracia no es una cuestión de formas. Es un tema de fondo que costo vidas.
Si en la ficción de las redes el Rey es alabado porque postea “desnudo”…
Es hora que la realidad le grite: Señor, usted es el Presidente y esta vestido. Honre el cargo y compórtese como tal. Para eso lo votaron.
(*) Secretario General del Sindicato Argentino de Docentes Particulares (Sadop) Rosario