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Grupo, unión y hambre de gloria, las claves del ascenso de Argentino según los propios campeones

El entrenador Pablo Marini, el arquero Mauro Andrada, el defensor Damián Sciretta y goleador Pablo Vázquez recordaron con “El Hincha” aquella gesta histórica de mayo de 2004 en Parque Patricios. Los cuatro protagonistas coinciden en marcar ese logro como “una de las mayores alegrías” de sus carreras

“Estoy orgulloso de pertenecer a ese grupo extraordinario que además jugaba muy bien al futbol”, así recuerda en charla con El Hincha, Pablo Marini, entrenador y uno de los grandes hacedores de aquel ascenso albo. Es que él junto a Marcelo Grioni, su ayudante de campo, y Adrián Rocamora, el preparador físico, lograron que un grupo de jóvenes se convenciera que podían lograr lo que se propusieran y así llevaron a Argentino a la Primera B Metropolitana, dejando atrás a rivales muy difíciles y momentos demasiados adversos a lo largo de la campaña.

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Uno de esos fue a mitad de camino y Mauro Andrada, el arquero y figura de la consagración ante Barracas, lo recuerda así: “Antes de arrancar el torneo Clausura y tras haber sido subcampeón en el Apertura, hubo una reunión de los jugadores más grandes con los dirigentes del club porque la gerenciadora que nos pagaba, ponía como condición para seguir que lo echaran a Pablo. Entonces nos dijimos que si los futbolistas y la comisión directiva estábamos de acuerdo en que siguiera, los que estaban de más eran los de la gerenciadora. Sabíamos que no íbamos a cobrar pero no nos importó, corrimos el riesgo y tomamos la decisión de seguir con el cuerpo técnico, todos juntos para adelante. A los pocos días apareció Néstor Rosín y nos dio el apoyo que necesitábamos para poder salir campeón. Parece una película cuando uno la cuenta con el paso del tiempo”. Más sencillo de explicar imposible: la unión hizo la fuerza necesaria para llegar al objetivo.

El instante glorioso. Mauro Andrada acaba de atajar el penal que le dio el ascenso al Sala. Foto: Archivo Marcelo Manera

 

“Desde que llego el cuerpo técnico de Pablo se formó un grupo bárbaro. Se fueron algunos jugadores y quedaron la mayoría del club con algunos refuerzos que llegaron. Eso es fundamental para pelear un campeonato, para ascender, que el grupo siempre esté unido”, recuerda el goleador de aquel equipo y de la temporada, Pablo Vázquez, quien anotó 9 tantos en el torneo Apertura, 11 en el Clausura y dos en las finales ante Barracas.

Sobre su gran temporada, la Pantera explica de forma sencilla el por qué: “Me sentía cómodo en el club, cerca de casa, con un grupo hermoso y un cuerpo técnico que te apoya siempre. Tuve un año excelente por lo que había, sino no hubiera conseguido nada”.Otro que tuvo un torneo para el recuerdo fue Damián Sciretta, baluarte de la defensa alba, a la cual le convertían poco y cuando tenía la chance, concretaba. Así lo definía el zaguero a su conjunto: “Futbolísticamente no sé si éramos un gran equipo, analizándolo ahora a la distancia, pero adentro de la cancha yo sentía que era imposible que perdiéramos. Era complicado que nos lleguen, nos conviertan, siempre estábamos bien ordenados a pesar de jugar con línea de tres en el fondo y después lo teníamos a Pablo (Vázquez) adelante que era el ‘as de espada’, sabíamos que en algún momento él iba a hacer un gol”.

Sobre la serie ante el Guapo y el día de la consagración en cancha de Huracán, Marini no duda en afirmar que “Teníamos una final muy dura porque habíamos perdidos los dos partidos con Barracas en la fase regular. Era la experiencia de ellos contra nuestra juventud, pero jugábamos muy bien y lindo. Estábamos tranquilos y muy orgullosos de los jugadores. Me da emoción al recordarlo, fue un partido complejo y en los penales, teníamos mucha confianza. Habíamos dado todo y confiábamos en los muchachos, cuando se dio fue todo muy emocionante”.

La Pantera del gol. Vázquez marcó 22 tantos durante aquella temporada entre Apertura, Clausura y las finales. Foto: Archivo Enrique Galetto

“En lo personal, técnicos he tenido muchos pero en ese momento Pablo y sus colaboradores fueron los artífices de hacer un grupo fuerte. Quizás teníamos muchos inconvenientes a la hora de viajar, a la hora de comer o entrenar, pero todo eso se disimulaba con las ganas que teníamos. Nunca nos quedamos un día sin practicar, por más que no tuviéramos ropa o lugar para hacerlo, lo hacíamos bajo la lluvia, cosas que con el tiempo uno se da cuenta porque se dieron los resultados”, destaca el Paca de esa determinación que tenían para buscar el gran objetivo.

Sciretta, actual entrenador de Argentino en la Primera D, también aprovecha para destacar a otra pieza fundamental de aquel año: “Uno de los termómetros de aquel conjunto y que muchas veces es poco nombrado, porque no se puede nombrar a todos o se recuerda más al Paca por los penales o a Pablo por los goles, pero Ale Rubio era fundamental, un tipo súper inteligente, no le tenías que decir nada y era el equilibrio del equipo, el que hacía todos los relevos. Te simplificaba todo y como persona un fenómeno también”.

Y es el propio defensor, quien hace un resumen de todo lo que se vivió en aquella temporada y no duda en afirmar: “Éramos salidos del club, jóvenes, habíamos pasado momentos difíciles, en mi caso golpeado desde lo personal por algunos problemas familiares por lo que fue un desahogo, y creo que para todos. Una satisfacción enorme para mí y con el tiempo que ha pasado, cada vez se hace más grande aquella conquista. Sin dudas que fue la mayor alegría que tuve como jugador”.

¡Salud campeones! En un Olaeta colmado, Argentino ganó el Clausura y luego dio el salto a la B Metro. Foto: Archivo Leonardo Vincenti
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