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Gualeguaychú también prohibió el glifosato «urbano»

La iniciativa partió del Ejecutivo local. Los concejales de Cambiemos se opusieron en consonancia con entidades ruralistas. La norma impide la aplicación, comercialización, transporte y acopio del herbicida y de todas las formulaciones que lo contengan

La ciudad entrerriana de Gualeguaychú retomó este lunes una tradición de defensa del medio ambiente por la que saltó a las primeras planas internacionales en 2005 con su pelea contra la instalación de la pastera Botnia frente a sus playas, en Uruguay. El Concejo aprobó una ordenanza que prohíbe el uso, aplicación, almacenamiento, transporte y comercialización del herbicida glifosato y de todas las «formulaciones que lo contengan». La iniciativa recorre el camino transitado por Rosario y San José de la Esquina, en Santa Fe, y la propia capital de Entre Ríos, Paraná. La nueva restricción consiguió el visto bueno tras una sesión con fuertes cruces de opiniones que sucedió al empuje de vecinos autoconvocados, por un lado, y el lobby de entidades ruralistas para frenarla, por el contrario.

El proyecto había sido remitido por el Ejecutivo de Gualeguaychú, a cargo del intendente del Frente para la Victoria Esteban Martín Piaggio. A la sesión asistieron 12 de los 13 concejales (se ausentó uno del bloque PRO). El debate, ríspido, comenzó pasadas las 19.30, llevó casi tres horas y terminó con la aprobación de la iniciativa por nueve votos a favor –del PJ y del Frente Renovador UNA– y tres en contra, de Cambiemos.

Luego de la disputa por la pastera en Uruguay, el municipio de Gualeguaychú habilitó una línea telefónica para denunciar probables casos de contaminación. El servicio funciona las 24 horas. En el mismo, comenzaron a sumarse a las quejas por los olores de la planta asentada al otro lado del río Uruguay las alertas sobre los efectos urbanos de las fumigaciones realizados en los campos cercanos.

 

Glifosato entre el pizarrón y las tizas

La directora de Ambiente de Gualeguaychú, Susana Villamonte, informó que un relevamiento oficial da cuenta de que 88 de las 103 escuelas rurales bajo la jurisdicción de Gualeguaychú están “en peligro de ser fumigadas” con glifosato. En más de la mitad de esos casos, continuó la funcionaria, los productores o aplicadores no avisan a las instituciones antes de las prácticas para que se puedan tomar precauciones.

La trascendencia de la norma discutida se puso de manifiesto en el recinto del Concejo con la presencia de numerosos vecinos que apoyan las restricciones y el acompañamiento de organizaciones ambientalistas. También, por los intentos de la Sociedad Rural local para que no se apruebe, y el rechazo del bloque de ediles de Cambiemos a la medida.

 

Aval de estudios científicos locales y globales

El proyecto aprobado este lunes argumenta en favor de la prohibición del herbicida en el ámbito urbano que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (de la Organización Mundial de la Salud) confirmó la vinculación entre el glifosato y el cáncer, incluyéndolo en el Grupo 2A de principios activos que se “clasifican como probables carcinógenos para los seres humanos”. Que, luego, 17 científicos de 11 países categorizaron al glifosato en la segunda categoría más alta vinculada a la enfermedad. Los expertos concluyeron que la evidencia “limitada” apoya una “asociación positiva entre la exposición al producto químico y el cáncer”, pese a no descartar “otras explicaciones. El problema no es menor: se trata del agrotóxico más utilizado en el modelo de producción basado en cultivos genéticamente modificados, que se implantó en la Argentina a mediados de la década del 90 del siglo pasado y hoy es hegemónico en el país. Por eso la resistencia a regulaciones más estrictas de parte de los empresarios y entidades ligados a la alta renta que produce el negocio.

El texto de la iniciativa, que el Ejecutivo de Gualeguaychú deberá promulgar con su respectiva reglamentación en un plazo de 60 días, agrega que la OMS estableció que el herbicida “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”, y que ese efecto tiene relación directa con el cáncer y malformaciones. La organización certificó el hallazgo –sigue el recuento de los considerandos– de glifosato en agua, en alimentos, en sangre y en orina de humanos. Y que “la reciente clasificación es consecuencia de la creciente evidencia científica generada por diversos investigadores independientes», una evidencia de el panorama que requiere intervención: la utilización creciente de «millones de litros de un herbicida con potencial carcinogénico bajo regulaciones propias de una sustancia prácticamente inocua”. También menciona una publicación del Conicet de 2016 en el que se expone la presencia de altos niveles de glifosato y su degradación de derivados en toda la cuenca del río Paraná.

 

La ciudad retoma la pelea ecológica

En la crisis diplomática con Uruguay por la instalación de pasteras a la vera del río compartido del mismo nombre, justo frente a las playas de Gualeguaychú, la ciudad de 100 mil habitantes fue protagonista y emblema de las preocupaciones ambientales. Era 2005. Unos años después, en 2008, surgió de ella uno de los dirigentes que motorizaron la mal llamada pelea del «campo» para resistir las retenciones móviles a la exportación de cereales, que puso en entredicho un modelo productivo rural hegemónico de uso intensivo de agrotóxicos más allá de los recelos sobre las motivaciones oficiales del kirchnerismo para impulsar esa medida. Fue el surgimiento de Alfredo De Angelis como cara visible del conflicto. En ese contexto, él y otros referentes de la localidad entrerriana dejaron de lado las consideraciones ecológicas y privilegiaron los intereses económicos ligados al agro de transgénicos y tecnología. Este lunes, volvieron a priorizar la salud de la población y la sustentabilidad del ambiente.

 

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