El presidente estadounidense Barack Hussein Obama presentó ayer su esperado plan para clausurar el centro de detención de Guantánamo, en Cuba, pocas semanas antes de su histórica visita a La Habana. “Se trata de cerrar un capítulo en nuestra historia”, dijo el jefe de la Casa Blanca al evocar esta prisión que encarna, alrededor del mundo, los excesos de la lucha antiterrorista de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
“Por muchos años ha sido claro que el centro de detención de Guantánamo no mejora nuestra seguridad nacional. La socava”, apuntó el mandatario.
El plan de cierre de Guantánamo, que tardó meses en elaborarse, ofrece pocos detalles sobre la ubicación de las instalaciones, pero funcionarios militares han señalado con anterioridad a Fort Leavenworth, en el estado de Kansas, o la base naval de Charleston, en Carolina del Sur, como posibles destinos para los reos.
El costo estimado para la transición a las instalaciones en Estados Unidos oscila entre 290 millones y 475 millones de dólares, según la iniciativa.
Pero la Casa Blanca estima que el plan ahorraría dinero a largo plazo. La administración de Guantánamo cuesta 455 millones de dólares anualmente y las instalaciones estadounidenses reducirían ese monto en 180 millones.
“Si como país no asumimos esto ahora, ¿cuándo lo haremos? ¿Dejaremos que persista por otros 15, 20 ó 30 años?”, se preguntó el mandatario sobre la prisión militar abierta en 2002 por su predecesor George W. Bush para albergar a prisioneros considerados “combatientes enemigos” tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
El presidente estadounidense ha impulsado el cierre de Guantánamo desde que llegó al poder en 2009, pero sus ideas han sido rechazadas por los legisladores del opositor partido Republicano, el Departamento de Defensa y algunos en su partido Demócrata.
El nuevo empuje ocurre justo antes de la histórica visita de Obama a Cuba del 21 y 22 de marzo, un gesto que corona la reaproximación iniciada en diciembre de 2014 entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría.
El futuro de la base naval que alberga la prisión, que Estados Unidos mantiene en un trozo de la costa sureste de Cuba desde 1903, será, entre otros temas, parte de la agenda de discusiones de Obama con su par cubano Raúl Castro.
Según el plan, unos 35 prisioneros han sido autorizados para ser enviados a otros países en los próximos meses, un proceso por el cual 147 detenidos ya han sido reubicados por el gobierno de Obama, seis de ellos a Uruguay.
El resto, los considerados demasiado peligrosos para liberar, enfrentarían detención indefinida en las instalaciones en suelo estadounidense, bajo custodia del Departamento de Defensa.
Los esfuerzos por transferir prisioneros al exterior han sido suspendidos por la violencia en Yemen –destino de varios detenidos– y por los casos de liberados que regresaban a las filas terroristas.
El Congreso, donde el partido Republicano que controla las dos cámaras, ha prohibido los traslados de esos detenidos a Estados Unidos, lo que complica la legalidad del plan de Obama.
Asociaciones de derechos humanos temen que el plan sólo prolongará las detenciones sin juicio previo y crearán un “Guantánamo del Norte”.