Con dardos envenenados entre rivales y futuros socios, cambios en un staff campañista y el inevitable subibaja de las encuestas que unos festejan y otros lamentan, se consumen los últimos días de la política pre-Mundial.
“Más gestión, menos marketing”, reza la frase, paradójicamente marketinera, que Aníbal Florencio Randazzo amasa en su guerra –cada vez menos fría– contra Daniel Scioli, a quien supone su contrincante en las Paso del peronismo K en 2015.
En clave política, hay una versión más brutal. “Scioli es propaganda, Florencio política”, dicen, como si recitaran un poema, los operadores que Randazzo mandó al PJ para apagar el supuesto de que su juego presidencial es un amague para bajar a la provincia.
“No voy a ser candidato a gobernador ni a vice, voy a pelear la presidencia…”, perjura Randazzo y mailea datos que lo muestran como la mejor oferta K contra Scioli. Lo persigue el estigma que un protokirchnerista sintetizó en la frase “liberal de baja intensidad” y la lluvia ácida que derraman sobre sí los ultra K que sospechan de su autonomía y del trato benévolo que, se quejan, recibe en ciertos medios.
Sergio Massa, un duelista del ministro, suele decir que Randazzo es el mejor candidato del FpV. El tigrense tiene como socio a Darío Giustozzi, que ganó la intendencia de Almirante Brown patrocinado por el ministro cristinista en 2007. El enlace permanece intacto y alienta sospechas en los dos cuarteles: en el kirchnerismo y en el massismo.
Scioli, a pesar de que el chivilcoyano es el candidato K que más se le parece y que interpela a sectores similares, dice no inquietarse. No sólo no es peligroso, dicen en La Plata, sino que hasta hablan de conveniencia. “Es preferible Florencio antes que Urribarri porque necesitamos una Paso fuerte y nos sirve uno enfrente que nos haga un poco de fuerza”, dicen, suficientes.
Los randazzistas, entrenados en la picardía, tienen su arsenal de ninguneos. Ariel Franetovich, espada de Randazzo en Transporte, cascoteó al gobernador en un diario de su pago chico. “Scioli terminará siendo candidato en la Capital”, pronosticó mordaz. Randazzo evita el barro explícito, por eso sentó a los suyos para apoyar el proyecto de Polícía Comunal de Scioli.
El sciolismo explica por qué no ve a Randazzo como amenaza: “Florencio es ministro de Cristina, es kirchnerismo puro y eso le pone un techo…”, dijo un armador y desglosó un sondeo donde el ministro K araña el 5 por ciento de intención de voto.
Espejos
Los macristas, como si se nutrieran de la misma usina, también desinflan a Randazzo. “A nosotros no nos mide nada”, avisan desde Bolívar 1, donde estalló la euforia por un sondeo que refleja un repunte de Mauricio Macri en la provincia de Buenos Aires, distrito donde registra los peores índices.
La imagen y la intención de voto del jefe de gobierno porteño crecen por su gestión –hablan de efecto Metrobus– y en detrimento de Massa. El líder del PRO y el tigrense son candidatos espejo: si uno sube, el otro baja. Cuando Massa estuvo en expansión, Macri se licuó. Según los números que leen el sciolismo, el PRO y los habitantes de Casa Rosada, Massa se amesetó y eso derivó en el repunte de Macri. O al revés: Macri retomó visibilidad y debilitó al tigrense.
Mono tremendo y de Santa Fe
Sin todavía aparecer en el radar top y obsesionado por sumar conocimiento, Sergio Urribarri decidió nombrar un jefe de campaña y eligió a Miguel Ángel “Mono” Altamirano, un santafesino que tuvo su punto más alto como jefe de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en años 80 como parte del show renovador. Entonces, Altamirano compartió la mesa de la JUP con Jorge Capitanich y, entre otros, con Fabián Ríos, ahora intendente de Corrientes capital.
En los últimos años, Altamirano estuvo retirado del ring político. Su último cargo fue con Omar Perotti, en Ambiente, durante la gestión del fallecido Jorge Obeid. Alejandra, la hija legisladora del ex gobernador, está cercana a Scioli junto con otros dirigentes del obeidismo. El Mono llegó a la jefatura de campaña de Urribarri por una relación personal con el candidato K y su familia, tras dejar la gerencia de Relaciones Institucionales del diario Uno Santa Fe, medio del grupo Vila-Manzano a quien Altamirano frecuentó en los 80 cuando ambos coincidían en la renovación peronista.