Por un rato vuelven a ser chicos. Se pelean menos, es verdad, pero el básquet sigue siendo tema de conversación en la casa de los Mariani, que de golpe tiene a Mabel rodeada por sus hijos Lautaro, Stéfano y Guido para pasar la cuarentena obligada en casa (Juan Ignacio no está allí). Para Guido es toda una novedad luego de años fuera de la ciudad subido al barrilete que suele ser la carrera de un jugador profesional.
“Apenas cancelaron el torneo de Brasil pude volver, así que ahora estamos en casa. Un poco de lío para mi mamá, pero igual estamos tranquilos, nos portamos bien. De a ratos cada uno está en lo suyo y en algunos momentos jugamos a algo todos juntos”, explicó el fino tirador que se terminó de formar en Lanús y pasó por las todas las categorías del básquet argentino, el Federal en Atenas de Mendoza, el TNA (ahora Liga Argentina) en Parque Sur de Concepción del Uruguay) y la Liga A en Argentino de Junín.
Para Mariani el final de su experiencia en Brasil fue obligado y tuvo un corte abrupto a raíz de la medida que tomó la organización tras suspender la competencia por la pandemia de coronavirus: “Se decidió que si se reanuda la competencia va a ser directamente en playoffs y como no estábamos clasificados, para nosotros fue el final de la temporada”.
Con “nosotros” se refiere al San José Basket, de San José de los Campos, municipio brasileño enclavado en el estado de San Pablo en el que jugó la última campaña de la NBB, la liga brasileña, con 10,5 puntos de promedio, 2,6 rebotes y 2,4 asistencias.
“Fue una temporada distinta a las anteriores, lógicamente por ser fuera de Argentina y por el final abrupto de la competencia, pero también porque como equipo no fue una campaña tan positiva. No se cumplieron los objetivos que se habían marcado a principio del torneo, hubo muchos cambios de jugadores a lo largo de la temporada y los resultados no fueron los que esperábamos”, resumió Guido, quien por el formato de competencia, a veces debía jugar tres partidos en una semana y luego esperar 15 días para volver a salir a la cancha: “En organización del calendario suceden cosas parecidas a las de la Liga de Argentina, con varios partidos en una semana y después muchos días sin competencia. Pero en Brasil como son menos equipos, se agudiza la situación y son varias veces las que estás diez días o dos semanas sólo entrenando. Nos pasó por ejemplo que en todo febrero jugamos 2 partidos y en marzo teníamos programado jugar 6, pero bueno, se cortó”.
Si bien la incertidumbre no permite hacer demasiados planes, Mariani sabe que se le abre todo un abanico de posibilidades y no descarta ni una revancha en Brasil ni el regreso a Argentina, ya que incluso podría fichar cuando se reanude la competencia si se abre esa posibilidad: “No cierro ninguna puerta, todo depende de la propuesta que tenga. El nivel de Brasil también es bueno, y en esta campaña fueron extranjeros que en otros momentos jugaban en Argentina, por allí puedo decir que quizás sea un poco más física y un poco menos táctica”.
La pandemia parece haber trastocado uno de los deseos de Guido Mariani para esta temporada: jugar en Provincial. Sólo el tiempo dirá, pero parece difícil ahora poder cumplirlo. “La idea era jugar el receso acá, pero ahora no creo que se pueda más que nada por el tiempo necesario entre pase y pase, porque aunque se reanuden el torneo local en los próximos meses si todo mejora, no me daría la chance de fichar en la temporada de la Liga. Pero ya se dará”, explicó el perimetral, que puede desempeñarse como escolta o alero, y que en la Rosarina vistió las camisetas de Talleres de Villa Gobernador Gálvez, de Provincial y de Temperley. En el Rojo hoy juega su hermano Lautaro y en el Negro lo hace el menor de la dinastía, Stéfano. Su padre fue Guillermo, recordado dirigente de Rosarina y Federación.
“Arranqué en Talleres a los 3 años, sin demasiada conciencia de lo que hacía, pero casi por inercia familiar de mi viejo y mis hermanos. Justo hace unos días encontramos una caja con fotos y era una pulguita, me quedaba gigante la ropa. Me acuerdo que entrenábamos en la cancha de atrás de Talleres, que todavía no estaba techada, hasta con campera practicábamos”, relató, y luego llegó la etapa en Provincial: “Talleres perdió un poco la competitividad y a los 12 años decidimos cambiar a Provincial con mi hermano Lautaro. En ese momento eran las mejores inferiores de Rosario. Tuve a Quique Lancellotti como entrenador, amaba ir a practicar con él. Creo que fue el técnico que más me hizo enamorar del deporte y del juego, porque terminaba la escuela y estaba desesperado por ir al club. Ahí hice un grupo de amigos muy fuerte que hasta hoy mantengo”.
Después llegó la hora de volar, a Lanús y al sueño del básquet grande. Y el viento hizo lo suyo.
*Marcelo Roig lo define
“Guido entiende todo y hace de todo dentro de la cancha. Es un jugador completo atrás y adelante. No es un especialista pero es el jugador que todo entrenador quiere tener, con altísimo nivel de concentración y súper competitivo”.
*Lo dirigió en la primera de Temperley