Clásico de la escena rosarina de las últimas dos décadas, el grupo de creación, producción y reflexión teatral Esse Est Percipi estrenará finalmente este fin de semana Maleducades todes, su último trabajo, largamente postergado a partir de las restricciones por la pandemia.
El equipo de trabajo que comanda el actor, director, dramaturgo y docente Gustavo Di Pinto, más allá de que los roles en Percipi rotan saludablemente, se mete con una problemática de la agenda del presente: la educación, “esa que hemos recibido como antagónica de la que nos es necesaria hoy”, sostienen. Y en su derrotero, el material se adentra en el itinerario institucional (familia-escuela-Estado), “contado desde el magma mismo de la mala formación”. Al mismo tiempo, adelantan: “Sin tapujos y sin moralejas se recorre con crudeza, bajo el ala del humor negro y el melodrama, las situaciones familiares o escolares que alimentan la constitución del niño desde la represión y la sumisión”.
Con funciones previstas para viernes y domingo, con todas las restricciones que indica el protocolo sanitario, el material, bajo la dirección general de Di Pinto, quien también compartió el trabajo de dramaturgia con Santiago Pereiro y Gonzalo Ortiz, cuenta con las actuaciones de Gabriela Palumbo, Laura Farina, Mecha Nuñez, Almendra Andenmatten, Cristian Bordi, Khamil Nazer, Rodrigo Casadidio, Lautaro Mastandrea y el propio Pereiro, con maquillaje de Cecilia Paleo, vestuario de Liza Tanoni, escenografía de Rodrigo Frías, luces de Diego Quilicci y asistencia coreográfica de Analía Rodríguez.
“Maleducades todes se iba a estrenar hace unos meses en La Comedia, pero estando a días de ese estreno se volvieron a suspender las actividades por la pandemia. Ante tanta incertidumbre, decidimos estrenar apenas se pueda en La Morada, aún con aforo reducidísimo, y realizar las funciones de cierre de temporada en el teatro municipal”, dijo a modo de adelanto Gustavo Di Pinto acerca de esta propuesta que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro (INT) y fue seleccionada dentro del Plan de Fomento 2020 del Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Tiempo de deconstrucción
“El proyecto nace en el contexto del aniversario del grupo, que en el 2020 cumplió 25 años. Nos propusimos montar una obra que, reuniendo un número importante de integrantes del grupo, incluso recuperando algunos como es el caso de Gabriela Palumbo que volvió a Rosario luego de algunos años, nos permitiera explorar los modos de producción de sentido propios del grupo para concluir en una propuesta que sea identificable como «de Percipi»», dijo el creador acerca de un lenguaje que dosifica comedia y drama con algo musical y coreográfico que ha recorrido la impronta estético-dramática del grupo desde su creación en 1995.
Y sumó: “El primer paso para esto era abordar un tema que sea de interés del grupo y no sólo del director o autor, como pasó en otros proyectos. Y apareció en algunas charlas informales el tema de lo mal educados que habíamos sido y de la necesidad de contar acerca de eso. Consideramos que fuimos mal educados no sólo en las escuelas, tanto públicas como privadas, sino también por la Iglesia, por nuestras familias y los medios de comunicación, entre otras cosas a revisar”.
En ese sentido, Di Pinto destacó que este abordaje que le dan al tema de la mala educación, “es algo que excede a la institución educativa y abarca a la sociedad en su conjunto y de lo que nos hacemos cargo como reproductores de esa mala educación recibida. La obra es un poco un mea culpa de todo eso. Creemos que el momento histórico que estamos atravesando es ideal para hacernos cargo de la parte que nos toca como paso previo y fundamental para generar un cambio. En este sentido, los más jóvenes nos están mostrando a los más grandes el camino y ése es, creo yo, el primer gran cambio que hay que hacer para una buena educación: escucharlos y seguirlos”.
Por otra parte, el creador se explayó acerca del humor presente en el material como en toda la producción del grupo, aunque los materiales de Percipi apuesten a transitar ese humor con una lógica propia: “Abordamos el tema desde el humor en primer lugar porque nos identifica como grupo, forma parte de nuestro ADN. Y también, pero con más profundidad, porque nos permite a través de los mecanismos de la parodia y la exageración dejar al descubierto algunas situaciones que de otra forma sería más difícil transitar por el rechazo que producirían. Destaco que no es sólo el humor la herramienta elegida, sino que muchas situaciones están metaforizadas a partir de algunos signos de la puesta. Otra característica recurrente en los trabajos del grupo, o al menos en los que estuvieron bajo mi dirección, y que aparece en Maleducades… es la atemporalidad; si bien hay alguna referencia temporal, existe para ser transgredida. De esta forma no hablamos sólo de la educación hoy en la Argentina, tampoco exclusivamente de la educación que recibimos los de mi generación. Hablamos de la mala educación que arrastramos y proyectamos, y de la necesidad de deconstruirnos. Al hacernos cargo de lo que nos toca y sentirnos parte de aquello que criticamos, no tememos herir susceptibilidades y en todo caso si así fuera, ahí habría alguna pequeña labor cumplida. En una época en la que se está luchando por la ESI (Educación Sexual Integral) en las escuelas, poner la lupa en lo que es una mala educación sexual por machista, violenta o excluyente, es aportar un granito de arena para su concreción”.
Lenguaje inclusivo
En relación con el lenguaje inclusivo utilizado en el título de la obra, “lo pensamos como síntesis de la mala educación”, expresó Di Pinto. Y sumó: “Hablamos de una educación que segrega aísla, divide, diferencia. Nombrarnos, y al nombrarnos incluirnos, es más importante que cualquier cuestión académica. Nos enseñaron a hablar en masculino siempre, y nos revelamos en el título de la obra; de ahí que en la gráfica este corregido en rojo. En el título de la obra y en algún guiño final dejamos explicito nuestro posicionamiento”.
Y con relación a la puesta en escena, detalló: “Sucede algo similar a lo planteado a la cuestión temporal. El espacio es el de la escuela, los bancos de madera antiguos son una metáfora del arrastre de esa «mala formación», pero ese espacio se transforma según la necesidad del relato y será la calle, el gimnasio o la casa familiar, según el caso. El vestuario habla de la no distinción de épocas y los actores serán educandos y educadores en alusión a la repetición de errores de generación en generación. Mientras que el texto, como suele suceder en nuestras obras, no es un texto previo a la puesta sino posterior. El relato se articula primero en la puesta a través del trabajo de los actores, los diferentes signos van apareciendo en la medida de las necesidades y el texto, como un signo más, hace lo propio. En este sentido, es importante el conocimiento y la confianza del equipo conformado por Gonzalo Ortiz en los textos, Santiago Pereiro en entrenamiento, dirección de actores y yo en la dirección general y puesta en escena para, entre los tres, hacernos cargo de la dramaturgia como la entendemos nosotros, como construcción de sentido”.
Tiempo de reconstrucción
“En relación con la pandemia, a nosotros nos encontró como grupo y como sala en una situación muy particular: a punto de iniciar lo que sería el año de festejos por los 25 de Percipi y los 20 de La Morada, además de las quince ediciones del Ciclo de Teatro Transgénico (un clásico del colectivo). Mucho esfuerzo, preparativos, gestiones y dinero invertido para lo que sería un año de disfrute. De hecho, la primera de las actividades propuestas era el estreno de Maleducades… que con un elenco numeroso que incluye integrantes históricos y algunos incorporados más recientemente se propone como una síntesis de la impronta, la estética y la forma de trabajo del grupo”, dijo Di Pinto a modo de racconto sobre un proceso que se detuvo en marzo del 2020 con la pandemia. Y sumó: “Al Ciclo de Teatro Transgénico le seguía además la segunda edición del ciclo de unipersonales No estamos solos, con una serie de reposiciones propias y ajenas, entre más, que también quedó trunco”.
“Lo que parecía una postergación se convirtió en suspensión definitiva de muchas de esas actividades y aparece primero la angustia por el festejo frustrado y la imposibilidad de trabajar de lo que amamos sólo soportable a partir de la convicción de que hay prioridades como la salud que son ineludibles –evaluó finalmente–. Luego aparecen las dificultades económicas: compromisos asumidos, el pago del alquiler de la sala e impuestos aún sin actividad hacen trastabillar cualquier proyecto cultural y no fuimos la excepción. Sólo fue posible atravesar como sala la primera y la segunda ola de suspensiones gracias al fortalecimiento grupal, el apoyo del INT a través del Plan Podestá en sus diferentes formas, algún apoyo menor pero muy útil de la provincia y la comprensión y consideración por parte de los propietarios del inmueble”.
Para agendar
Maleducades todes se presentará, en principio, este viernes y el 23 de julio, a las 20, y el domingo a las 19, en la sala La Morada de San Martín 771. De todos modos, de seguir habilitadas las salas, las funciones van a continuar los fines de semanas de julio y agosto. Las entradas se reservan a través de https://www.esseestpercipi.com.ar/entradas/