Sería como mínimo irrespetuoso colocar la palabra inexperto en algún párrafo de una entrevista que tenga a Gustavo Lalima como protagonista, porque es de esos entrenadores de ámbito local que no sólo irradian respeto y generan admiración en los que inician la carrera, sino que tienen una trayectoria y logros en diferentes ámbitos que le permite trascender Rosario. Pero, siempre hay un pero, conducir por primera vez a un equipo de la ciudad en la segunda categoría nacional, guiar a dos consagrados como Boccia y Fernández, y revalidar en Liga Argentina todo lo bueno logrado en la Liga Federal fueron desafíos importantes, de esos que movilizan incluso a alguien de su trayectoria. Sobre esas sensaciones, sobre los momentos positivos, los turbulentos y su balance de la temporada, habló Tete. Y siempre vale la pena escucharlo, o leerlo.
—Ya pasaron varios días desde el final de la fase regular. ¿Qué balance hicieron de la temporada?
—Uno cuando pierde nunca se queda conforme, porque siempre quiere ganar, pero a medida que pasan los días uno hace su balance general, mira desde dónde se largó y hasta dónde se llegó. Y el balance es positivo. ¿Se podría haber llegado más lejos? Seguro que queríamos llegar más lejos porque somos competitivos, pero creo que se construyó algo durante este tiempo en la Liga Argentina y esas bases se sentaron para el futuro. El balance es desde la parte deportiva, dirigencial, a nivel general como equipo y a nivel individual con los deportistas y el cuerpo técnico. Estamos en esa esa etapa.
—Rápidamente consiguieron buenos resultados en la categoría. ¿En los otros aspectos se sintió el salto o la adaptación fue inmediata?
—Llegamos preparados en todos los aspectos, pero es una realidad que el salto es muy grande y más cuando chocás contra muchos equipos que hace tiempo están en este nivel. En estructura fuimos mejorando cosas durante la temporada. De los equipos noveles de la categoría creo que fuimos de los mejores, sobre todo los que mantuvimos la base de la Liga Federal. En nuestra Conferencia había un descenso y nunca tuvimos riesgo de caer en la zona roja o peligrosa de la tabla. Faltando ocho jornadas ya habíamos asegurado la categoría.
—¿Sufrieron demasiado la racha negativa en el cierre de la fase regular?
—Hay que estar preparados para ganar y perder. A todos los equipos les pasó de tener rachas buenas y malas. Hay que disfrutar y estirar las buenas, mientras que cuando llegan las malas algunos equipos salen más rápido que otros. A nosotros en un momento nos costó salir.
—Casi nunca se pudo contar con el plantel completo por las lesiones. ¿Eso fue un problema importante?
—Tuvimos lesiones, pero es algo que les pasa a todos los equipos en diferentes momentos. De todas formas, es un buen asterisco para marcar porque tuvimos algunas ausencias prolongadas y otras de corta duración y nunca pudimos estar con el plantel a pleno, porque incluso comenzamos la temporada sin poder contar con Matías Quiroga. Esas vicisitudes los equipos las tienen que ir “surfeando” y algunos las superan mejor que otros. Es una realidad que pocas veces pudimos pudimos amalgamar el equipo que teníamos pensado.
—Una virtud de Provincial en la Liga Federal y en buena parte de la Liga Argentina fue que siempre aparecía alguien de la rotación para ayudar. ¿Por qué en playoffs se achicó el equipo?
—Uno prepara el plantel para que todos tenga su participación según la necesidad. Por lesiones u otros motivos, varios chicos jóvenes a los que queríamos llevar de a poco tuvieron más tiempo, y después la rotación se achica en las instancias finales, como pasó con casi todos los equipos, que juegan con no más de 8. Podés jugar con 10 o con 5 según lo que te pida el partido y son decisiones que tomamos los entrenadores.
—¿Cómo analizás las dificultades que tuvieron para ganar de visitante?
—Las localías en Liga Argentina son muy fuertes. Todos los equipos jugando de local elevan su nivel y se hace muy difícil ganar de visitante, sobre todo para un equipo como el nuestro en el que la mayoría de los jugadores fueron debutantes en la categoría y el cuerpo técnico también, porque yo mi experiencia en categorías similares la hice en otro país y entorno. La adaptación cuesta y así como hubo partidos buenos también hubo malos. Saco de esta ecuación a Pablo (Fernández) y Adrián (Boccia), que son jugadores de otro nivel, íconos del básquet nacional.
—El equipo dejó de contar con Franco Borsellino y Juan Pablo Evangelista en el último tramo del certamen. ¿Hubiera sido útil tenerlos?
—Sería sencillo hablar con el diario del lunes. Son dos jugadores en su momento pensamos que iban a tener participación, pero que por una cosa o la otra no terminaron en el equipo. Una determinación la tomó uno y otra la tomó el jugador. Lamentablemente no contamos con ellos y todo lo que podamos hablar ahora sería hacer futurología. Son decisiones que uno toma en el momento en que hay que tomarlas.
—¿Y ahora qué viene?
—Creo que hay que seguir construyendo, le toque a quien le toque. Las bases están sentadas porque se demostró que se está a la altura de la Liga Argentina no solo a nivel competitivo, sino también estructural. Aprendimos muchísimo en esta temporada, pero estuvimos a la altura como equipo y como club, con muchas cosas que se hicieron bien. Por supuesto que muchas cosas dependen de la economía y la realidad del país.
—Se buscó contar con muchos jugadores del ámbito local por identidad y logística. ¿En algunos puestos sería necesario romper esa idea?
—La idea fue generar una identidad rosarina, con jugadores salidos de clubes de la ciudad, o con tiempo en el torneo local, además de la cuestión de la logística. La impronta era darle ese sentido de pertenencia no sólo de Provincial sino de toda la ciudad y creo que lo logramos. Después se verá en un futuro si en un momento dado se intenta otra cosa, que de hecho sucedió con la llegada del extranjero.
—Mencionaste que fue tu primera experiencia en este nivel en Argentina. ¿Cómo lo viviste?
—Fue mi primer año a este nivel en Argentina (dirigió Liga profesional Femenina en España) y hacerlo en tu ciudad tiene su pro y su contra. Le bueno es que estás arropado por tu gente y por tu entorno, y lo malo es que estás arropado por tu gente y tu entorno (risas). Me sentí bien, la institución y la gente que genera que Provincial juegue la Liga Argentina me brindaron todas las posibilidades para desarrollar mi trabajo. Con mis aciertos y errores, con virtudes y defectos, participé en una competición nacional a nivel profesional en mi ciudad y cerca de mis afectos y eso es algo que no todos lo pudieron hacer. Por nombrar a uno, Pablo D’Ángelo, que es un referente, tuvo que hacer sus primeras experiencias afuera antes de poder hacerlas en Rosario. Me sentí cómodo y me generó orgullo y satisfacción.
—Con el torneo local en marcha, hace ya casi dos años que no paran. ¿Cómo lo manejan?
—El otro día un entrenador joven me recordaba que hace 16 meses que no parábamos y eso genera un gran desgaste no sólo deportivo sino mental. Porque la mayoría de los equipos de Liga cortan y lo ideal sería parar un tiempo prudencial para recargar pilas. Aquí le damos por elección mucha importancia y valor a la competencia local. Por eso cuando se puede parar unos días lo hacemos, al menos los jugadores, porque los entrenadores prácticamente nunca paran con la planificación. Es lo que nos toca vivir.
Mesurado, sesudo, prudente en el éxito y también en la derrota, Gustavo Lalima ya entró en modo Superliga, pero realizó balance de lo vivido en la Liga Argentina antes de pasar hoja.