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Gustavo Sala, el historietista correcto

Gustavo Sala, reconocido por su humor guarro y polémicas con lectores por los chistes, habla de cómo creció la participación de mujeres en el oficio. “No hay que prestarle atención a una mujer sólo porque son mujeres. Miren sus trabajos”, dice.

Gustavo Sala es conocido por la incorrección política y guarradas, pero cuando habla de la historieta dice autores y autoras. Cuando recuerda los límites que puso al escribir un libro infantil dice chicos y chicas, y pone fuerza en la locura de las chicas. Cuando recomienda nuevos valores del dibujo da una docena de nombres y la mitad son de mujeres. “Hace 10 años el 90 por ciento éramos hombres y por suerte cambió. Pero no hay que caer en el error de prestarle atención al trabajo que hace una mujer sólo por ser mujer”, cuenta el marplatense a El Ciudadano. Sala, que aprendió el oficio lejos de las grandes editoriales, habla de lo importante de los talleres para encontrar soluciones a los problemas individuales. También de la presión por ser gracioso y el alivio más reciente que encontró: subirse a un escenario y cantar con un show de improvisación musical que hace con Pelu Romero llamado Levadura Bailable. Este sábado lo presentará por segunda vez en Rosario. Un día antes, hoy, dará un taller de humor gráfico en Combo.

—Después de El amor enferma, donde habla de lo negativo del amor, escribió un libro infantil: “Viva la caca” ¿Cómo fue el trabajo?

—Es un libro que tuvo una primera edición en 2015 de la editorial Subpoesía. En 2017 sacamos una segunda tanda con la editorial Hotel de Ideas, con nuevos materiales. Laburar con los chicos y las chicas es inspirador. Hago talleres. No son presentaciones. Es genial el nivel de locura que tienen. En el libro quise evitar lo didáctico de dar un mensaje o una lección de vida. Cuento historias más divertidas y salvajes, y exploramos todo lo asqueroso que pueda compartir un chico o una chica con un padre o madre progresista. Es divertido ponerse en la piel de los chicos, porque los límites son otros y los mundos también. En las historias de Viva… no hay referencias a Roland Barthes o Frank Zappa. Si las ponés, los dejás afuera. Fui por temas universales. Quizás los pibes nunca escucharon a los Redonditos o Los Beatles. Probablemente tenía mejor suerte si usaba figuras como Peppa Pig, que es popular a pesar de ser feo. Es feo positivamente. Tiene bordes cubistas y parece dibujada por un esquizofrénico. Está muy lejos del redondito que nos propone Disney.

—En Peppa Pig tampoco respetan los valores antiguos de masculino y femenino…

—Probablemente Peppa Pig sea la Miriam Bregman o Nicolás Del Caño de los dibujitos de hoy.

—Los fanzines sueles ser usados por las editoriales grandes para sacar ideas y dibujantes después de adaptar los contenidos ¿Qué cree que va a pasar entre los fanzines y la industria editorial a futuro?

—Veo el regreso del fanzine material por el cansancio de lo virtual. Estamos bombardeados por cuanto dibujante cuelga sus trabajos en las redes sociales. Los dibujantes y lectores quieren volver al calor de lo impreso. No está clara la convivencia del papel y lo virtual. Hay muchos autores y autoras con códigos nuevos a los que me formé. Cuando recorrés las ferias de fanzines tenés que preguntar si la revista es virtual o hay papel de por medio. El fanzine sigue siendo el semillero de aristas y los editores aprovechan como siempre lo hicieron. Eso da trabajo, pero la libertad del fanzine no te la da la de la editorial.

—¿Encuentra libertad en Sonido Bragueta, el programa para descargar que hace con el uruguayo Ignacio Alcuri, coautor de “Parto de Nalgas”?

—Sí. Improvisamos mucho. Cruzamos estilos. Es una vez por semana, a través del teléfono, pero nos sirve mucho. A veces hacer humor es buscar la excitación, pero todo el tiempo es insoportable. Si una persona hace chistes todo el tiempo es para dispararle. Tengo momentos que estoy al palo y otros donde necesito horas de silencio y tener cara de culo.

—Algunos de sus trabajos más conocidos son vueltas de humor sobre artistas de rock. Decidió subirse al escenario con Levadura Bailable. ¿Cómo describe al artista?

—Es un punk, porque no soy actor y actúo; canto, pero no soy cantante; toco, pero no soy músico. Es el atrevimiento de ocupar un lugar que es para los artistas y divertirme. Hay mucha improvisación y lo bueno y lo malo que pueda salir tienen un porcentaje de riesgo que me gusta.

—¿Qué función tienen los talleres como el del viernes?

—Buscamos soluciones y de ahí surge el aprendizaje. Lo trabajamos entre todos. Lo mejor que te puede pasar es que te vayas con ideas y ganas de dibujar. Los nuevos proyectos y lenguajes no salen en el escritorio de una sola persona. Tener una viñeta o una tira para resolver y ser gracioso es mucha presión. Tenés que tener ritmo para atrapar al lector, para que te elija antes ir para otro lado.

—¿Qué artistas recomienda?

—Hay autores y autoras como Ariel López V, que sacó hace poco un libro que se llama Futuro Total, o Juani Navarro y Natalia Novia, que tienen unas historias retorcidas. Otto Zaiser, Juan Sáenz Valiente y Lucas Varela, también. Hay dos antologías que recomiendo. Una es Distinta, que reúne más de 30 artistas nuevos argentinos como Pablo Túnica y Soli Otero. Otra es El Volcán, pero con artistas latinoamericanos.

—¿Cómo ve el crecimiento de las mujeres en el cómic?

—Es alucinante que ya no seamos sólo hombres, pero no hay que caer en el error de prestarle atención al trabajo que hace una mujer sólo por ser mujer. Hay muchas dibujantes muy buenas. Era un ambiente muy masculino. Si bien casi todo lo que es hago es individual, tuve la suerte de guionar para Alejandra Lunik. Pude colaborar con Power Paola, una referente de la historieta independiente que hizo un ciclo de diálogo dibujado que se llamó Varela Varelita. Invitaba a dibujantes y en vivo hacía conversaciones. Me inspiró para hacer Parto de Nalgas.

Este sábado, a partir de las 20, Gustavo Sala ofrecerá un show musical junto a Pelu Romero en Combo, Salta al 1200.

Crece un nuevo espacio en Rosario para el arte

Gustavo Sala dará un taller de humor gráfico de 17 a 20 en Combo (Salta 1285), un nuevo espacio interdisciplinario donde jóvenes profesionales de la imagen y el diseño dan vida a una escuela informal, un espacio de coworking, una galería de arte y una tienda de arte y diseño.

Combo tiene tres pisos. En el primero funciona una gran oficina colectiva, donde los integrantes pueden desarrollar sus trabajos en el área digital.

En el segundo piso está habilitada una plataforma práctica con un área de taller de serigrafía, diseño de modas y de pintura.

En el tercer piso funciona un espacio de enseñanza y una tienda de arte.

Para conocer más sobre Combo se puede ingresar a www.facebook.com/comboCC.

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