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Gustavo Vera: «No es un buen momento» para que venga el Papa

El legislador porteño, allegado directo a Bergoglio, confirmó el domingo que el jefe de la Iglesia católica no vendrá al país en 2017 por ser un año electoral, pero consideró que es “ esperable” que lo haga en 2018.

El legislador porteño Gustavo  Vera, allegado directo al papa Francisco, confirmó ayer el motivo por el cual el jefe de la Iglesia católica no pisará suelo argentino en 2017 al señalar que se trata de un año electoral, pero avisó que es “esperable” que Jorge Mario Bergoglio visite el país en 2018.

“En la Argentina hay elecciones, en Chile también. Él tiene que visitar la Argentina, Chile y Uruguay. No es un buen momento para venir”, explicó Vera en una entrevista con NA, dando a entender que el Papa no quiere quedar entrampado en el juego político de los distintos partidos que podrían usar su imagen en tal o cual sentido. No obstante, consideró que “es esperable” que Francisco venga al país en 2018, en el marco de una gira que también incluirá visitas a Chile y Uruguay.

En tanto, valoró la audiencia que mantuvo el Papa en el Vaticano con el presidente Mauricio Macri, al destacar que se trató del “principio de un diálogo sobre los temas que le interesan a los argentinos”, entre los que mencionó “la pobreza y el narcotráfico”.

A continuación, los principales pasajes de la entrevista:

— ¿Se siente cómodo con el título de “vocero”?

—Ese título lo puso Jaime Durán Barba en una nota. Yo no soy vocero, soy amigo. Hablo con Jorge Bergoglio desde mucho antes de que fuera Papa. Construimos una amistad alrededor de la pelea contra la trata, el narcotráfico, el rescate de chicos, la pelea contra la cultura del descarte.

—Con la última visita de Macri al Vaticano, ¿se abre una nueva etapa en el vínculo con el Papa?

—Fue el principio de un diálogo sobre los temas que le interesan a los argentinos. Siempre es importante que el Papa se junte con un jefe de Estado.

—¿A qué atribuye la frialdad de la primera audiencia entre ambos?

—Siguiendo los consejos de Durán Barba, el presidente fue a buscar una foto y Francisco quería un dialogo, no una foto.

—Ahora también hubo foto

—Pero después de un diálogo sobre pobreza y narcotráfico. Si en aquel primer encuentro él quería un diálogo, no buscó la manera más apropiada, que era llamándole directamente por teléfono pidiéndole una reunión. Jorge seguramente se la hubiera dado. Pero en vez de eso, buscó la manera protocolar y fue con gobernadores que no eran los más simpáticos. Pensó que era un paseo donde podía buscar una foto con una sonrisa.

—¿Por qué el Papa no viene al país en 2017?

—En la Argentina hay elecciones, en Chile también. Él tiene que visitar la Argentina, Chile y Uruguay. No es un buen momento para venir.

—¿Es esperable que venga en 2018?

—Sí, es esperable, siempre que sea un factor de unidad y no de resta.

—Algunos sectores criticaron que haya recibido a Maduro…

—Tiene todo el derecho a recibir a cualquiera como pastor universal, más si es un jefe de Estado. Hay una campaña de desinformación muy fuerte donde se ha tratado de instalar en la Argentina que el Papa había recibido a una cantidad extraordinaria de funcionarios del gobierno anterior y muy poca cantidad de funcionarios de la oposición, lo cual es mentira. Hubo un montón de audiencias privadas en Santa Marta con dirigentes como Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Carolina Stanley y una lista larguísima.

—De todos modos, el mensaje del Papa parecería tener más sintonía ideológica con Cristina Kirchner que con Macri…

—Bergoglio tuvo simpatías con lo que fue el desarrollo industrial y el mercado interno, la independencia económica, la soberanía política característicos de los primeros gobiernos peronistas. Por supuesto que tiene simpatía con esas cuestiones y no con la teoría del derrame. Pero no es una persona que se atenga a una posición ideologizada. Yo trataría de entender el mensaje de Bergoglio desde el cristianismo original. Desde ese ADN original que trae vinculado a las misiones jesuíticas naturalmente va a simpatizar con un proceso como el de Juan Perón.

—¿Y con el kirchernismo?

—Obviamente va a simpatizar con algunas medidas del kirchnerismo que tienen que ver con la inclusión, como también simpatiza por ejemplo con Carolina Stanley cuando atiende la situación de personas en situación de indigencia.

—Hay un reclamo y movilizaciones permanentes de organizaciones sociales cercanas al Papa que piden una ley de Emergencia Social. ¿Hay respuestas?

—Yo creo que hay buenos títulos a los que todavía les falta contenido desde el punto de vista de la Emergencia Social. Stanley es una persona con buena voluntad que ha resuelto algunas cosas, pero que por ahora son más promesas que realidades. Los que más sufren estas políticas económicos son los trabajadores informales que ni siquiera van a recibir un bono y representan casi el 30% de la Población Económicamente Activa.

—¿El bono no alcanza para descomprimir el descontento social?

—Si no logran ponerle coto a los formadores de precios para rebajarlos a su valor real, la situación va a estar muy complicada y no va a haber bono que alcance. El gobierno tiene que aplicar sanciones drásticas respecto de los formadores de precios, especialmente los grandes supermercados, que están fuera de control. Esto abona el conflicto social de una manera descarada. La teoría del derrame ha fracasado.

—¿Qué opina de la actitud conciliadora de la CGT?

—Yo no me apresuraría a fijar un juicio sobre las centrales sindicales. Todavía hay un debate muy intenso que va más allá del bono. Me consta que en este momento hay un gran estado deliberativo dentro de la CGT. No descarto que pueda haber medidas de fuerza para nada. Es una situación extraordinariamente volátil.

—Se acerca fin de año, y muchos se ponen en alerta por posibles estallidos sociales. ¿Cómo observa el panorama?

—Nosotros en este momento tenemos que estar pensando en cómo proteger nuestra democracia porque tenemos el peligro de estallidos que no son políticos. Estallidos que pueden ser la combinación de pobreza, exclusión y narcotráfico como los que vimos en Tucumán o en Córdoba a fines de 2013. Ahí no habían actores políticos, eran fuerzas policiales descarriadas y narcotraficantes aprovechándose de situaciones de vulnerabilidad y de pobreza.

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