Hernani Natale, Télam
A 11 años de su creación, poco más de un lustro de su turbulenta salida de Pink Floyd y tras haber prometido que no volvería a interpretarla en vivo, Roger Waters recreó, el 21 de julio de 1990, The Wall, su obra cumbre, en el lugar en donde hasta hacía algunos meses atrás se emplazaba el ahora derribado Muro de Berlín, para celebrar la reunificación de Alemania.
Para ello, el músico echó mano a la monumental escenografía con gráficas ideadas por Gerald Scarfe y se rodeó de invitados de lujo como Van Morrison, Joni Mitchell, Bryan Adams, Sinnead O’Connor, Cyndi Lauper, Scorpions, Paul Carrack, Marianne Faithfull y Ute Lemper, quienes lo acompañaron en distintos pasajes.
Pero también contó sobre el escenario montado en un terreno entre Potsdamer Platz y la Puerta de Brandeburgo con figuras como la modelo Jerry Hall, entonces esposa de Mick Jagger; el actor Albert Finney; el comediante Tim Curry y el músico Thomas Dolby, quienes sumaron su aporte a la puesta teatral ideada para la ocasión.
El encuentro también tuvo como estrella estelar a Leonard Cheshire, un condecorado capitán del ejército británico, considerado un héroe de la Segunda Guerra Mundial, quien abrió el concierto al hacer sonar un silbato característico de esa contienda.
El recital, que duró unas dos horas, reunió a unos 300 mil espectadores y fue seguido por televisión en 52 países, significó la vuelta a escena de una obra que apenas había sido interpretada en algunas ciudades tras la publicación del disco, en 1979, debido a su alto costo, a las dificultades para su montaje y al impacto emocional que tenía sobre el propio Waters.
The Wall fue una ópera rock que reflexionó sobre la guerra, la incomunicación y las formas de dominación, para lo cual se utiliza la metáfora del muro, una noción surgida en la cabeza de Waters al padecer en carne propia el distanciamiento que se producía entre la banda y el público al crecer la masividad.
Esa idea fue llevada de manera material a los conciertos de presentación del disco, cuando se montó una escenografía que consistía en una pared que se iba levantando mientras se sucedían las canciones, hasta que la banda quedaba totalmente oculta detrás de ella.
Las complicaciones logísticas y el impacto emocional que le significaba, alimentado con las disputas con el resto del grupo que derivarían en su salida definitiva, con procesos judiciales de por medio, llevaron a su autor a afirmar que no volvería a interpretar esta obra.
Los sucesos políticos y sociales vividos desde 1989, con el derrumbe del bloque soviético y la consecuente caída del muro que dividía a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, provocó un cambio de planes en Waters, quien aceptó ser parte de las celebraciones con un concierto a beneficio de Fund For Disaster Relief, una fundación creada por Cheshire para paliar el impacto de conflictos armados o desastres naturales sobre Europa.
Waters había indicado en el programa de radio In the Studio with Redbeard en julio de 1989 que la única manera que iba a resucitar una actuación en directo de The Wall sería «si el Muro de Berlín cayera». Cuatro meses después cayó el muro.
Para el rescate de The Wall, el exPink Floyd recurrió a las famosas gráficas ideadas originalmente por Scarfe, que dan su carácter visual a la obra, y cursó invitaciones con resultados dispares a distintos artistas.
Al respecto, Peter Gabriel, Joe Cocker, Rod Stewart, Bruce Springsteen y Eric Clapton se excusaron de participar por tener sus agendas ocupadas, pero sí dijeron presentes otras personalidades.
Así, Scorpions sumó potencia en “In the flesh” y “Run like hell”; Bryan Adams puso garra rockera en “Young lust”; Cyndi Lauper fue un torbellino en “Another brick in the wall”; Ute Lemper aportó drama en “The thin ice”, Sinnead O´Connor hizo lo propio en “Mother”; y Joni Mitchell ofreció una dulce y desgarradora versión de “Goodbye blue sky”, entre otros.
También hubo pasajes orquestales a cargo de la Rundfunk Orchestra, dirigida por Michael Kamen; y corales por parte de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín y del Grupo de Fuerzas Soviéticas en Alemania.
Pero el toque distintivo estuvo puesto en incursiones actorales memorables como la voz de Jerry Hall como la “groupie” que ingresa a la vivienda del rockero protagonista de la historia, justo antes de uno de sus ataques de furia; o la parte del juicio con Tim Curry como el fiscal, Thomas Dolby en el rol del profesor, Ute Lumper en el de la esposa, Marianne Faithfull en el de la madre y Albert Finney como el juez.
La diferencia respecto al disco y la película es que Waters eligió como cierre “The tide is turning”, una canción incluida en su disco solista Radio Kaos.
The Wall-Live in Berlin fue lanzado a la venta en formato de CD y DVD, y sumó así su versión en vivo a una obra que ya contaba con un disco de estudio, una exitosa película dirigida por Alan Parker y toda una mitología a su alrededor. Aunque fundamentalmente se estableció como el hecho artístico más simbólico de aquellos días en los que aparecería un Nuevo Orden Mundial.
Hacia finales de la década de 2000, Waters retomó la idea de interpretar en vivo The Wall, algo posible gracias a los avances tecnológicos, y realizó una maratónica gira que en marzo de 2012 recaló en Buenos Aires, con nueve memorables shows en el porteño estadio Monumental de River Plate.