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Opinión

Hace 5 años se consagraba el derecho de autopercibirse


El 9 de mayo de 2012 se sancionaba la ley de Identidad de Género que reconoce el derecho a la identidad de todas las personas a mostrarse tal cual se autoperciben, permitiendo también desde una perspectiva jurídica la inclusión y el acceso a derechos e igualdades a los miembros de la comunidad trans.

En la Argentina tenemos una admirable ley de Identidad de Género que nos ha puesto a la vanguardia en el mundo, porque tiene como uno de los ejes principales la despatologización de las personas trans. Desde allí, el espíritu de la ley quita la enfermedad, como una opción, en la explicación de la expresión de la identidad de género.

El Estado siendo receptivo a las demandas de las sociedad civil también fue parte del impulso que logró el reconocimiento de la identidad autopercibida como pilar fundamental de la expresión del ser humano, sin que haga falta diagnóstico médico, psiquiátrico, ni autorización de ningún juez.

Las leyes son importantes por el peso simbólico que conlleva la afirmación del Estado de la identidad de género y la orientación sexual no hegemónica. Es el primer paso para comenzar a reparar esa vulneración de derechos. Pero sabemos que queda mucho por reparar con esta población y que hace falta poder garantizar el acceso igualitario a las políticas públicas, para construir una sociedad más justa y más equitativa, que pueda ser capaz de enriquecerse con la diversidad.

En el Inadi funciona el Programa de Diversidad Sexual en el marco de la Coordinación de Programas y Proyectos Interinstitucionales bajo la Dirección de Promoción y Desarrollo de prácticas contra la discriminación. Entre sus funciones se destaca la de entender todos los temas vinculados a la discriminación por orientación sexual e identidad de género desde la perspectiva de las políticas públicas, articulando con organizaciones de la sociedad civil. Entendemos que trabajar en la promoción de derechos y en la sensibilización de la sociedad nos ayudará a construir un nuevo paradigma en clave de Derechos Humanos, inclusión y respeto de la diversidad.

¿Qué es la patologización de las identidades sino un estigma plagado de prejuicios? ¿Qué sucede cuando se patologiza, a una persona trans (travestis, transexuales, transgénero)?

Se establece que esa  identidad autopercibida está vinculada a la falta de salud, a la enfermedad, a algo que debe tratarse. Se nombra como enfermedad, lo que realmente es  una expresión de la inmensa diversidad del ser humano y su naturaleza de ser social y no uniforme.

Patologizar se traduce claramente en obstrucciones permanentes al ejercicio de los derechos. En el caso de la población trans, una larga historia de vulneración, de estigmatización, de marginalidad, de exclusión.

Conceptos como: “discordancia”, “trastorno”, “disforia”, “incongruencia”, “disonancia”, que se difunden en los discursos y en el lenguaje utilizado por los medios de comunicación, contribuyen a la reproducción e interiorización de estos conceptos por parte de las propias personas trans, que usan como “mantras”: “personas que viven en cuerpos equivocados”, “mujer que nació hombre o viceversa”, “hombre que vive en cuerpo de mujer o viceversa”, etcétera.

Todo ello con el fin de negar las expresiones trans como parte de la “diversidad humana”. Ello ha supuesto instalar en la conciencia social y colectiva un discurso castrador y cisexista.

Entonces, ¿cuáles son las otras herramientas, además de las leyes,  posibles de utilizar para la construcción del nuevo paradigma? La palabra, la información, la promoción de derechos, la discusión, la visibilización, la posibilidad de pensar y llevar adelante estrategias y políticas públicas.

La palabra como vehículo de comunicación puede ser una herramienta para luchar contra la discriminación o bien, para perpetuarla. De ahí, la importancia de que los conceptos y el lenguaje para hablar de la transexualidad sean correctos y abiertos a introducir cambios, que  permitan a las personas trans salir de la cosificación que, desde el discurso biomédico y una sociedad sexista, heteropatriarcal y cisexita, las presenta como seres inferiores y por tanto, carente de los mismos derechos.

El acceso integral a la salud es otra herramienta fundamental para continuar con el camino que queda por delante. Para esto es necesaria la formación  en las universidades públicas de profesionales expertos en la materia, ya que tenemos muy pocos en el país y precisamos más. Esto posibilitaría la deconstrucción de un paradigma biomédico que deje de patologizar en la práctica médica, más allá de las leyes.

El trabajo en cada espacio de socialización de una persona, buscando más voces que nos ayuden a replicar y a hacer realidad la sociedad a la que aspiramos. Escribiendo, debatiendo, utilizando la ley como herramienta y al Estado presente, en pos de la reparación de la vulneración histórica de derechos.

Una sociedad en la que cada uno pueda ser quien es sin que eso signifique desigualdad, exclusión, discriminación. Que ser quien sos, te haga una persona más feliz y no te impida transitar por ningún lugar, ningún derecho obstruido, ninguna mirada despectiva de ningún profesional, ningún trabajo perdido, y ninguna familia quebrada.

Para que todas las familias estén listas para recibir a sus hijos y a sus hijas y que la identidad de género o la orientación sexual sea sólo una característica, que no tenga ninguna otra connotación o valoración. Que seamos diferentes pero que haya igualdad de oportunidades y trato, que seamos tan distintos como la igualdad legal que tenemos nos lo permita.

(*) Responsable del Programa de Diversidad Sexual del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo

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