Un 3 de agosto de hace 531 años, Cristóbal Colón iniciaba una travesía que iba a cambiar el mundo o, mejor dicho, iba a descubrir para Europa un nuevo continente. Fueron tres navíos de relativo porte los que ese día zarparon desde el Puerto de Palos hacia el oeste y más allá. Pero también hubo muchas historias alrededor de esa improbable travesía.
10 curiosidades de la expedición que iba a cambiar al mundo
Es la economía, estúpido.
No está de más subrayar que las motivaciones de semejante emprendimiento fueron comerciales, más allá de que el acuerdo con la Corona española menciona el “propagar la fe cristiana” en ultramar. El imperio otomano restringía cada vez más el acceso al mercado asiático desde el Mar Mediterráneo, y obligaba a las potencias europeas a buscar nuevas rutas. Mientras Portugal decidió bordear Africa, el almirante genovés propuso una alternativa: ir hacia el oeste. De esa forma, se accederían a las especies de China y la India tan cotizadas en Europa: azafrán, jengibre, canela y clavo, todas ellas cotizadas en varios pesos de oro.
Un almirante maduro
Colón partió del Puerto de Palos a los 45 años, una edad importante en aquel tiempo, en que si se sobrevivía a la infancia -algo azaroso en una época sin vacunas- se llegaba a los 62/70 años. En definitiva, Colón murió a los 60 años, luego de haber hecho cuatro viajes a America y sin saber que había descubierto para occidente, un nuevo continente.
Un genovés que inició la decadencia de Génova.
Aunque no está del todo comprobado, lo más probable es que Cristóforo Colombo haya nacido en Génova, una ciudad puerto ubicada en el actual norte de Italia y de suma importancia por aquellos años, pero que inició su decadencia precisamente a partir del descubrimiento de América. Es que el nuevo mercado terminó socavando la ubicación estratégica de los puertos ubicados sobre el mar Mediterráneo, y con ello colocó a la propia Génova en un segundo orden comercial.
¿Por qué la misión partió desde Palos?
Palos de la Frontera, ubicado en la comunidad de Huelva, resultaba un puerto natural, ubicado a orillas del río Tinto, a salvo de los vientos y alejado de las corrientes. Es decir: ideal para iniciar con calma y seguridad una arriesgada travesía. Además, la ensenada tenía un calado -una profundidad- de entre 6 y 8 metros, lo que permitía el acceso de las carabelas. Actualmente, Palos de la Frontera es un municipio de 12.483 habitantes exactos, cuya economía está atada a la actividad pesquera.
¿Qué significó la cruz de las tres carabelas?
La Santa María, la Niña y la Pinta llevaban en sus velas la imagen de la Cruz Templaria. Tambien se les dicen cruces patadas, porque se angostan al llegar al centro. A tono con la impronta de los Reyes Católicos, remite al martirio de Jesús. Los templarios se dedicaban a la defensa de los peregrinos cristianos que iban a Jerusalén.
Colón no era el único que sabía de la redondez de la Tierra.
En el siglo XV, la mayoría conocía de la esfericidad terrestre, pero no podía determinar con precisión la distancia que un viaje de Europa a Asia implicaría, por mar, hacia el oeste. Colón realizó cálculos erróneos, reduciendo el tamaño del planeta un 25 por ciento. En cualquier caso, creyó que tenía fundamento suficiente para llegar a Asia navegando hacia el oeste.
Los reyes españoles fueron la segunda opción.
Colón necesitaba financiación para el viaje, de modo que acudió hacia 1485 al monarca Juan II de Portugal, quien a su vez trasladó el asunto a sus consejeros en temas náuticos y finalmente rechazó el proyecto. La corona portuguesa perseguía en esos momentos el llegar a la India rodeando el sur de África. Encima, poco después el navegante Bartolomé Díaz descubrió el cabo de Buena Esperanza, extremo sur del continente africano, y el país luso decidió apostar a esa nueva ruta.
En España también se le hizo difícil.
Seguidamente, Colón decidió emigrar a España, o los reinos de Castilla y Aragón. Isabel y Fernando también lo rechazaron por un motivo bastante concreto: estaban dedicando todos los recursos a la conquista de Granada, el último territorio bajo dominio musulmán. Además, se temía que una excursión de ese tipo transgreda un tratado con Portugal, y le suponga otro frente de conflicto. Finalmente, en 1492 se sometió a los moros, y se abrió la posibilidad de que la Corona le financie el viaje.
Un territorio que resultó muy otro.
El mal cálculo de la distancia respecto de Europa a Asia, en dirección oeste, hizo que Colón pensara ese 3 de agosto que llegaría, en un par de meses, a Cipango o Zipango, como se llamaba entonces a Japón. Luego, como sabemos, creyó que había recalado en la India. Lo cierto es que lo hizo en una isla del Mar Caribe, que bautizó San Salvador. En aquel momento los mapas eran más que dudosos y sólo había cierta fidelidad en el territorio que rodeaba al Mediterráneo.
Una tripulación misteriosa.
La lista de los tripulantes de este primer viaje que zarpó el 3 de agosto de 1492 es aún tema de debate. Sólo hay seguridad en los nombres más conocidos: Cristóbal Colón, los hermanos Martín Alonso Pinzón, capitán de La Pinta, y Vicente Yáñez Pinzón, capitán de La Niña, los hermanos Pedro Alonso Niño y Juan Niño (piloto y maestre, respectivamente), y poco más. La historiadora norteamericana Alice Bache Gould elaboró una lista que, hasta el momento, se tiene como más autorizada por su exhaustivo estudio de las fuentes documentales originales, en la que constan 87 tripulantes seguros y 19 dudosos.