El principal dirigente de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Arturo Frondizi, se convertía hace 60 años (el 23 de febrero de 1958) en presidente electo de los argentinos al triunfar en elecciones propiciadas por la autodenominada Revolución Libertadora, y en las cuales el peronismo estuvo proscripto.
Ese triunfo electoral se produjo 20 días después de que enviados de Frondizi y Juan Domingo Perón suscribieran un pacto en la República Dominicana, donde el fundador del justicialismo se encontraba exiliado.
Abogado, escritor y periodista, Frondizi, nacido en la ciudad correntina de Paso de los Libres en 1908, tuvo como dirigente del radicalismo un destacado papel como opositor al peronismo desde la banca que ocupó en la Cámara de Diputados.
Dejó su banca en 1951 con el propósito de presentarse como candidato a vicepresidente por la UCR, en un binomio que encabezó Ricardo Balbín.
Tras la colocación de una bomba en Plaza de Mayo por parte de un comando civil, el 15 de abril de 1953, el segundo gobierno de Perón ordenó detener a varias figuras de la oposición, y Frondizi resultó uno de ellos.
Un año después escribiría el libro Política y Petróleo, en el que denunciaba las actividades de las empresas extranjeras y reclamaba el monopolio de YPF en la producción de los hidrocarburos.
A raíz del bombardeo a Plaza de Mayo, perpetrado por la Marina y la Fuerza Aérea el 16 de junio de 1955, en lo que constituyó un fallido intento de derrocar a Perón, que dejó un saldo de más de 300 muertos, el gobierno decidió conceder la palabra a los dirigentes opositores en los medios de comunicación, que hegemonizaba.
El 27 de julio de ese año, Frondizi, en su calidad de titular del Comité Nacional de la UCR, pronunció un duro discurso contra el gobierno de Perón en el que pidió condiciones para la pacificación y cuestionó la política petrolera del gobierno.
Luego de la caída de Perón, en septiembre de ese año, en la UCR se conformaron dos vertientes en relación al vínculo que el partido debía mantener con el régimen militar que estableció el general Eduardo Lonardi, y que luego encabezaron el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas, que expresaba la tendencia antiperonista más acérrima de ese gobierno de facto.
Frondizi era partidario de tener una postura de acercamiento e integración con los sectores que habían adherido al peronismo y llevar adelante una política de oposición al régimen de la Libertadora.
Balbín, en cambio, expresaba la corriente dialogista con los militares que habían proscripto al justicialismo, intervenido los gremios y que habían dispuesto prohibir nombrar Perón, por medio del decreto 4161.
Esa diferencias motivaron una ruptura en la Convención del partido, celebrada en 1957, y que determinó el surgimiento de dos nuevos espacios políticos: la UCR del Pueblo, liderada por Balbín, y la UCR Intransigente, encabezada por Frondizi.
Esa división se profundizó en las sesiones de la Convención Nacional, que meses después sesionó en Santa Fe para derogar la Constitución promulgada en 1949.
De cara a las elecciones del año siguiente, y con el objetivo de asegurar un triunfo, Frondizi envió a Rogelio Frigerio a mantener negociaciones con John William Cooke, el delegado de Perón.
Fueron conversaciones secretas que se llevaron a cabo en Chile, Panamá y Caracas, ciudad donde residía Perón, y que debió abandonar de forma precipitada tras la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.
«Perón necesitaba un respiro para impedir el surgimiento de fuerzas políticas que pusieron en jaque al peronismo, en tanto que Frondizi pretendía tener condiciones de gobernabilidad. Sin embargo, el acuerdo se cumplió de forma parcial por ambas partes», señaló en diálogo con Télam la historiadora María Sáenz Quesada.
El pacto se firmó el 3 de febrero de 1958, en Santo Domingo (entonces Ciudad Trujillo), donde Perón encontró refugió tras su salida de Caracas, y aunque sus dos mentores negaron haberlo suscripto, los historiadores confirmaron su existencia.
«El trato sostenía que votar por Frondizi era la mejor forma de mantener los logros del justicialismo y mantener la unidad de la CGT. Pero había también una necesidad. Perón necesitaba recursos económicos para mantenerse en el exilio, y de esto se encargó Frigerio», explicó Sáenz Quesada.
Frondizi, por su parte se comprometía a llamar a elecciones generales, impulsar la instalación de una nueva constituyente y declarar la caducidad de las autoridades, algo que no se cumplió.
Perón cursó desde la República Dominicana indicaciones de votar por Frondizi a través de canales sindicales y la fórmula de la UCRI, que llevaba a Alejandro Gómez como vicepresidente, se impuso con el 45 por ciento de los votos, contra el 29 por ciento cosechado por la de Balbín-Santiago del Castillo, de la UCR del Pueblo.
«Fue un acuerdo de cúpulas que consolidó el poder de las corporaciones e impidió el fortalecimiento de las instituciones. Ese acuerdo lesionó las relaciones en el radicalismo y provocó recelos en las Fuerzas Armadas, que vieron la oportunidad de cuestionar la legitimidad del gobierno de Frondizi, al que consideraban producto de un pacto espurio con el peronismo», sostiene Sáenz Quesada.
En su gestión, Frondizi impulsó la llegada de inversiones extrajeras en la industria y en el petróleo, algo que le permitió al país alcanzar el autoabastecimiento en la producción de hidrocarburos.
Sin embargo, hubo una alta conflictividad social con los gremios y la respuesta del Gobierno fue aplicar el Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes), que estableció un férrea represión hacia las huelgas y movilizaciones obreras.
En 1962, las elecciones de medio término fueron ganadas por el peronismo, que obtuvo un resonante triunfo en provincia de Buenos Aires con su candidato Andrés Framini, pero por presiones de los militares, el resultado se anuló.
Pese a las negociaciones, Frondizi no pudo evitar que los militares dieran un golpe de Estado, el 29 de marzo, y designaran como presidente de hecho a José María Guido, titular provisional del Senado.