Es cuidacoches, tiene 23 años y en enero último entró a una heladería para pedirle 100 pesos al empleado que atendía el negocio con la aclaración de que no lo robaba para obtener ese dinero porque lo conocía. Consiguió lo que quería con la opción más amigable. Enseguida, otra persona que lo acompañaba ingresó al local y le reclamó al mismo trabajador 50 pesos con idéntica explicación.
Ambos se retiraron con los 150 pesos en total sin que medie ninguna violencia física. Pero todo se complicó cuando una clienta de la heladería llamó al 911 para denunciar la situación. Los dos terminaron detenidos y hubo consecuencias dramáticas. Uno de los jóvenes se suicidó horas después en la comisaría 2ª. Su compañero fue imputado por amenazas coactivas y hace más de 75 días que está privado de su libertad.
Este miércoles, la Cámara Penal confirmó la prisión preventiva en su contra. La defensa planteó la posibilidad de recurrir a otras herramientas del sistema, como una medida alternativa. Pero la camarista entendió que el delito que le imputaron a Víctor P. justificaba su permanencia en prisión hasta la audiencia previa al juicio oral y público. Y eso puede tardar varios meses.
Suicidio en la comisaría
Pasadas las 15.30 del 10 de enero, Víctor P., de 23 años, entró a una heladería en la cuadra de Córdoba casi España. Poco después, un llamado a la central 911 derivó en la presencia de personal del Comando Radioeléctrico en el negocio. Según el acta policial, un joven ingresó y, sin exhibir armas aunque bajo amenaza, reclamó la entrega de 100 pesos. A los pocos minutos, entró otro muchacho para exigirle al mismo empleado otros 50 pesos. Con la descripción de ambos jóvenes, los uniformados consiguieron detenerlos en Italia al 800, y los trasladaron a la seccional 2ª, en Paraguay 1145.
El empleado de la heladería se presentó poco después en la comisaría céntrica. Relató que esa tarde entró un pibe al que conocía porque iba siempre: “Fue un mangazo fuerte”, dijo. Detalló que el primer joven le pidió 100 pesos y le dijo que estaba «re loco», que si quería lo robaba, pero que no lo hacía porque lo conocía y no era su intención. A los pocos minutos ingresó el segundo, de 21 años, pidió ir al baño y cuando salió también le reclamó dinero. En medio de estas entradas y salidas contadas por el trabajador, entró el dueño de la farmacia que está a metros y le preguntó si estaba todo bien. El empleado le mintió que sí, y por miedo a una mala reacción del muchacho, le dio los 50 pesos.
El empleado aclaró que no fue él quien llamó a la Policía sino una clienta que, al ver la situación, salió del local y se comunicó al 911. Los dos jóvenes fueron llevados a la comisaría y cerca de las 21 –según se desprende de las actuaciones policiales– el más joven se colgó con una sábana de los barrotes del penal ante la presencia de su amigo. Las mismas fuentes aseguraron que, apenas observaron la situación, cortaron la sábana y lo bajaron. Pero ya era tarde: el muchacho estaba muerto.
Otras herramientas
Tras la muerte de su amigo, Víctor P. fue imputado por amenazas coactivas y el juez Juan Carlos Curto le dictó prisión preventiva. Hace 75 días que está preso y su defensora Andréa Corvalán apeló la medida cautelar.
Si bien el fundamento para dejar a Víctor detenido preventivamente fue la existencia de una condena previa a tres años de prisión condicional por lesiones graves calificadas por el uso de arma, la letrada contó que cumplió con las reglas de conducta que la Justicia le impuso en aquella sentencia, incluso bajo la Dirección Postpenitenciaria. Estaba incorporado a un programa de trabajo que se llama Nexo Empleo, dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Santa Fe, que tiene como objetivo la conexión gratuita entre empresas y trabajadores en los mercados de empleo de la provincia.
La defensora concedió que en el caso existió un conflicto, pero aclaró que no todo conflicto es un delito. El nuevo sistema alienta las salidas alternativas y la justicia restaurativa y, no necesariamente, dijo, la existencia de una condena previa implica una siguiente efectiva porque existen otros resortes del sistema además de la privación de la libertad. A lo que sumó el arrepentimiento de su defendido, quien además sufrió un daño irreparable al presenciar el suicidio de su amigo en la seccional policial.
Víctor habló ante la camarista Gabriela Sansó, dijo que está arrepentido, pidió perdón y aseguró que no pensó que iba a pasar esto. Agregó que fue a pedirle 100 pesos al empleado de la heladería. Las explicaciones del imputado y la exposición de la defensora no alcanzaron para cambiar la decisión de la jueza.