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“Hacemos este espectáculo para saber quiénes somos”

El actor y director porteño Osqui Guzmán habla de “Somos nosotros”, propuesta presentada en el marco del ciclo “Teatro X la Identidad”, en la cual, a partir de una serie de fotografías y desde la improvisación, cinco actores reconstruyen sus recuerdos.

La memoria en un sentido amplio y profundo. La memoria es el eje de un recorrido en el que el pasado se vuelve presente continuo para un grupo de personas/personajes que en sus fotos de infancia, en su álbum de recuerdos familiares, encuentra la excusa perfecta para llenar de respuestas un puñado de preguntas. “Yo puedo decir quién soy porque conozco mi identidad”, sostienen como premisa los testimonios que suelen abrir los ciclos de “Teatro X la Identidad”. Y fue precisamente en ese contexto que en sus ediciones de 2007 y 2008 vio la luz el valioso espectáculo Somos nosotros, obra dirigida por Osqui Guzmán que se repuso para el cumpleaños número de 15 del ciclo, festejo que tuvo lugar el año pasado, y que esta noche, a las 21, se presenta en La Comedia (Mitre y Ricardone), a 40 años del golpe de Estado de 1976, en el marco de una profusa grilla de actividades agrupadas bajo el concepto “Rosario, ciudad con memoria”.

Somos nosotros es una propuesta que se monta sobre una serie de improvisaciones teatrales que giran en torno de la identidad de cada uno, “con lo que nos diferencia de los otros y lo que nos identifica en un colectivo que definimos como «somos nosotros»”, adelanta el equipo que integran, además del propio Osqui Guzmán, Charly Azulina, Leticia González de Lellis, Eleonora Valdez y Juan Manuel Wolcof, acompañados en vivo por el músico Tomás Rodríguez.

“Somos nosotros es un espectáculo que surge de las improvisaciones; es, básicamente, una comedia, pero que surge de la comedia de la vida, porque está basado en nuestra propia identidad, en nuestra memoria, en lo que nosotros recordamos de los sucesos que pasaron por nuestras vidas y que nos cambiaron, y de los que nos enteramos que cambiaron a nuestros familiares, porque este espectáculo toma como disparador fotos de nuestras familias para poder improvisar en escena”, adelantó el talentoso actor y director Osqui Guzmán.

“Hace mucho tiempo –continuó–, cuando nosotros éramos chicos, las fotos del álbum familiar se revisaban los domingos alrededor de la mesa, y allí uno redescubría cosas, quizás recordaba cómo eran nuestros padres cuando se casaron, e incluso si estaban ellos en ese momento te contaban quiénes eran los que estaban a su alrededor, y así se generaba todo un clima de alegría pero también de cierta nostalgia; es esa especie de melancolía festiva que, cada vez que hacemos Somos nosotros, se vuelve a generar. Y es potente lo que pasa porque es algo que hoy se perdió, dado que los recuerdos se guardan en formatos digitales y tienen otro tipo de impronta. En esos repasos por la memoria es muy fuerte verse uno de chico y poder ejercitar los recuerdos entendiendo qué estaba haciendo uno en ese momento, es decir quién era por entonces”.

“Teatro X la Identidad” es un espacio de reflexión poética en el que la subjetividad pone en jaque a la memoria, tomando como eje el principio filosófico que sostiene que nadie es igual a otro y que la identidad se constituye a partir de cada subjetividad, obteniendo en estos quince años resultados maravillosos. “Este trabajo parte de la premisa de la construcción de la identidad. Y, en mi caso, si bien viví el golpe del 76 siendo chico, cuando empecé a tener conciencia de lo que pasaba ya estábamos en democracia. Mis viejos eran bolivianos y tampoco recuerdo que se hablara de política en mi casa, y mis compañeros en esta propuesta son todos más chicos que yo. Por lo tanto, no había manera de trabajar honestamente sobre un discurso en este montaje si no partíamos de algo vivencial, de algo propio, algo íntimo que de algún modo se volviese colectivo. Y fue así que, más que centrarnos en la identidad perdida o expropiada, en aquella calamidad que vivió el país, nos centramos en la construcción de la identidad a partir de recordar con una serie de recursos quiénes somos; de hecho el espectáculo se basa en esa premisa y concluye en esa premisa: hacemos este espectáculo para saber quiénes somos y de dónde venimos, que básicamente es el ejercicio permanente de la memoria de todos”, aportó Guzmán.

“Siempre decimos –continuó– que desde el encuentro también se pueden abrir puertas; en este espectáculo nos encontramos con nuestras historias reales y podemos abrir tantas puertas que todo aquél que no lo pueda hacer con su propia historia, viendo lo que nos pasa a nosotros en escena, va a querer hacerlo; es como una especie de contagio de la propia revisión del pasado. Es esa misma lógica que nos deja ver que si el otro puede yo también tendría que poder. Es esa libertad de poder decir quién soy y jugar con eso”.

El actor y director, que en repertorio tiene aún su descomunal versión de El Bululú, donde rinde homenaje a su creador original, el recordado José María Vilches, analizó cuáles son los espacios por los que discurren los discursos teatrales, asociados con una “mentira” o convención, pero muchas veces más reales y potentes que los supuestos discursos “reales”. “El teatro no se mide por las razones con las que se construye la realidad para poder justificarse, sino que se mide por las lógicas del hombre; entonces, en su lógica, construye una verdad que es ficticia, porque claramente no sucede en la vida real, pero no por eso es menos verdadera; sobre todo porque aquellos que representan esa «otra realidad» son personas con sus pensamientos, sus pasiones, sus humores, sus dolores y también sus esperanzas. Es en esa empatía con el actor que uno puede construir su propia libertad desde la platea, porque ve cómo la construye otro a partir de las decisiones que toma y los resortes que lo motivan a ser feliz o a no poder serlo”.

Finalmente, el talentoso y reconocido creador analizó el singular momento que vive el país y los cambios que imperan en relación con las políticas de derechos humanos y su paso por el ciclo “Teatro x la Identidad” que, claramente, marcó una bisagra en su carrera hace más de una década. “Estoy en el ciclo «Teatro X la Identidad» desde la primera obra que se montó, A propósito de la duda. En realidad su director, Daniel Fanego, me convocó porque se iba uno de los actores. Fui a ver la obra y me produjo tal conmoción que me quedé solo llorando en el final. Y a partir de allí no me pude despegar más del movimiento porque entendí el valor que tiene poder hacer una reconstrucción de nuestra identidad a partir de la memoria y, sobre todo, en plan más de lucha, aportar a la denuncia de lo que pasó y tener un objetivo y un resultado tan bello como el que tiene «Teatro X la Identidad» que es la recuperación de los nietos robados en la dictadura, sobre todo ahora que está tan de moda el «negacionismo» de lo que nos pasó. Y en todo caso, más allá de que quieran justificar la lucha contra el terrorismo desde algún sector de la sociedad, no pueden justificar lo de los chicos apropiados; porque se robaron a los bebés y se los quedaron ellos o se los dieron a otras personas y esa es una película de terror. Es ahí es donde esa gente se queda muda, porque frente a eso no pueden negar lo inapelable del terrorismo de Estado que fue verdaderamente nefasto”, concluyó el creador.

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