Laura Gambale/Noticias Argentinas
Se acerca un nuevo 8 de marzo, que es el Día Internacional de la Mujer, y cada año se vuelve a insistir en lo mismo: se trata de una fecha que se conmemora con orgullo, pero no se festeja, se lucha. ¿Por qué? Si recordamos cuál fue su origen es fácil comprender por qué a las mujeres y disidencias no les gusta que le digan “Feliz día”.
En 1975, la ONU decidió institucionalizar la fecha en respuesta a dos grandes hechos: Por un lado, el 8 de marzo de 1908, un incendio marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero con la muerte de 129 mujeres en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga por las pésimas condiciones laborales a las que se veían sometidas. Por otro, en ese mismo mes y año, en Alemania, Austria, Suiza y Dinamarca, un total de un millón de obreras se movilizaron para exigir el derecho al voto y mejores condiciones laborales.
Básicamente, la fecha viene a recordar la lucha que llevaron adelante los distintos movimientos feministas en la historia en pos de ganar terreno en la igualdad de derechos. Sin la unión y la organización de estos movimientos hubiera resultado imposible lograr, por ejemplo, el derecho al voto femenino, la adquisición de la patria potestad compartida sobre los hijos o la incorporación de las mujeres en el mundo laboral con derechos básicos.
Sin embargo, todavía existen grandes deudas con las mujeres y disidencias y un serio debate pendiente. En este sentido y para profundizar en el análisis, NA conversó con Delfina Schenone Sienra, responsable del área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
«Desde ELA consideramos que la próxima gran conquista feminista tiene que girar en torno a resolver la crisis de cuidados que tenemos y en la urgencia de redistribuir los cuidados tanto entre varones, mujeres y disidencias, como también entre los distintos actores de la sociedad”, introduce Schenone Sienra.
Y desarrolla: “La división sexual del trabajo se encuentra en la base de múltiples desigualdades sociales y de género que existen en la actualidad. Si pensamos en la desigualdad de ingresos, en la feminización de la pobreza, en los techos y paredes de cristal en las organizaciones, en la dificultad que existe para salir de relaciones o situaciones de violencia doméstica o laboral, pero también en la desigualdad que existe en términos de acceso a puestos de representación y poder… en la raíz de todo eso está esa división sexual del trabajo y una distribución inequitativa del tiempo de cuidado no remunerado que es a la vez vital pero que en la actualidad condiciona de forma negativa la vida de millones de mujeres”.
En cuanto a los logros alcanzados en los últimos años, la experta dice que “los movimientos feministas han logrado instalar en la agenda pública la lucha contra la violencia de género y ha conquistado recientemente el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Y lo ha hecho a fuerza de movilizaciones, de luchas, de articulaciones virtuosas”. Por esto remarca que, ahora son los cuidados los que “deben estar en el centro de la próxima lucha colectiva”.
“No es amor, es trabajo invisible”
El año pasado, el gobierno nacional redactó el proyecto “Cuidar en Igualdad” y lo presentó en el mes de mayo en el Congreso con el fin de avanzar en la creación de un Sistema Integral de Cuidados Nacional. El proyecto consiste en un conjunto de políticas y servicios que asegurarían la provisión, la socialización, el reconocimiento y la redistribución del trabajo de cuidado. Todavía continua a la espera de su tratamiento.
“Para que todas las personas accedan a los derechos de cuidar y ser cuidados en condiciones de igualdad es clave el avance de este proyecto”, asegura la experta, entendiendo que “el costo de sostener la vida social y económica en las condiciones actuales lo pagan las mujeres y eso no solo las perjudica a ellas, sino también a la sociedad en su conjunto”.
Entre los beneficios principales, el proyecto busca generar más empleos, permitiría a las mujeres insertarse en el mercado laboral, reactivaría la economía y aumentaría los ingresos del Estado colaborando a reducir la pobreza.
-En el contexto histórico de lucha feminista, ¿cuales consideras que son las grandes conquistas y los derechos adquiridos en el último siglo?
-Para empezar, gran parte de los derechos de las mujeres -sino todos- los que hemos adquirido en las últimas décadas se han conquistado gracias a la lucha del movimiento de mujeres y de los movimientos feministas. Entre los más visibles, podemos mencionar la patria potestad compartida sobre los hijos, el derecho al divorcio y a dejar de tener la obligación de llevar el apellido del marido, el cupo femenino para listas electorales, las primeras leyes de protección contra la violencia familiar, el cupo femenino sindical, la creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la ley de Parto Respetado, la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, la ley 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Y entre las más recientes, la ley de paridad para cargos de representación política, el derecho a la interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE) o la Ley Micaela y las grandes conquistas que involucran a las diversidades como ha sido el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y el más reciente cupo laboral travesti-trans.
En particular, desde el retorno a la democracia hemos tenido muchos avances y podemos ver que ésta se ha fortalecido con el avance de la agenda de género y feminista. Por eso, es importante que defendamos y valoremos la importancia que tiene el feminismo para conquistar derechos, para construir una sociedad más equitativa y menos violenta para todas las personas.
Frente a los intentos de deslegitimar la importancia del feminismo y tildarlo como un movimiento de y para minorías, debemos ejercitar la memoria y seguir demostrando con hechos cuanto más igualitaria es nuestra sociedad gracias a su existencia.