24 estatuas de bronce en un estado admirable, exvotos, cinco mil monedas de oro, plata y bronce y otros objetos fueron recuperados del barro en la excavación de las antiguas termas de San Casciano dei Bagni, en la provincia de Siena, después de mucho tiempo de trabajo.
La localidad está ubicada en el centro de Italia, a poco más de 200 kilómetros de Roma y el hallazgo se convirtió en uno de los más significativos de la historia antigua.
El estruscólogo a cargo de la excavación, Jacopo Tabolli, señaló: “Se trata de un descubrimiento que reescribirá la historia y en el que ya están trabajando más de 60 expertos de todo el mundo”. El hallazgo se convirtió en el mayor depósito de estatuas de bronce de la época etrusca y romana jamás descubierto en Italia y uno de los más significativos de toda la región mediterránea.
En un comunicado, el director general de museos de Italia, Massimo Osanna, consideró que el flamante descubrimiento “es el hallazgo más importante desde que se rescataron del mar los Bronces de Riace, los bronces más significativos jamás encontrados en la historia del Mediterráneo antiguo”.
Las esculturas representaban a las deidades a las que les rendían culto en el lugar sagrado
Las esculturas, perfectamente conservadas, fueron recuperadas del barro de las antiguas termas y representaban a las deidades a las que les rendían culto en el lugar sagrado. Junto a ellas se encontraron algunas partes de cuerpo en bronce que se ofrecían a los dioses para la intervención curativa de la divinidad a través de las aguas termales.
Entre las estatuas descubiertas se encuentran las efigies de Hygieia y Apolo, así como un bronce que recuerda al famoso Arringatore (El orador); una estatua estrusca encontrada hace años en la zona de Perugia y que representaba la figura del orador Aulo Metelo, un senador de la época de la República romana, cuya data de realización es de finales del siglo II o principios del I a. C.
Las inscripciones dicen los nombres de poderosas familias etruscas de la zona de la Etruria interior
Dado que el estado de conservación es sorprendentemente bueno, los investigadores indican que también se pueden leer las inscripciones en latín y etrusco que fueron grabadas antes de su creación, lo que hace crecer el valor de lo hallado puesto que la mayoría de las veces estas inscripciones son muy difíciles de dilucidar.
Según se pudo averiguar, las inscripciones dicen los nombres de poderosas familias etruscas de la zona geográfica de la Etruria interior, desde los Velimna de Perugia hasta los Marcni, reconocidos en la provincia del hallazgo. Más allá de los apellidos, las inscripciones en latín hacen referencia a las “aquae calidae”, las aguas termales de Bagno Grande, donde se colocaron las estatuas.
Las estatuas datan de entre el siglo II aC y el siglo I dC, un período de transformaciones en la antigua Toscana
Tabolli explicó que las estatuas pudieron haber sido hechas, muy probablemente, por artesanos locales y datan de entre el siglo II aC y el siglo I dC, un período de significativas transformaciones en la antigua Toscana, justo cuando se daba la transición entre etruscos y romanos, con lo que eso significó de intercambio cultural.
El estruscólogo admitió: “El santuario, con sus estatuas de diferentes tamaños, aparece como un laboratorio de investigación sobre la diversidad cultural en la antigüedad, un testimonio único y bastante preciso de la movilidad etrusca y romana”. A su vez, afirmó que el descubrimiento “es una oportunidad única para reescribir la historia del arte antiguo y con ella la historia del paso entre etruscos y romanos en la Toscana, que significa una huella cultural de gran valor histórico”.
En los altares, los dos mundos, el etrusco y el latino, parecían coexistir sin problemas
El santuario fue cerrado pero no destruido durante la época cristiana, tal vez porque se sabía que podía contener piezas de rituales antiguos y si no mediaba una situación confrontativa entre sectores enemigos, nada que hubiese tenido una función ceremonial era destruido así nomás. Se sabe que estuvo activo con sus estanques, terrazas inclinadas, fuentes, altares, desde al menos el siglo III a. C. hasta el siglo V d. C.
Aquellos estanques estaban sellados con pesadas columnas de piedra, lo que permitió que al remover esa cubierta los arqueólogos dieran con el tesoro intacto.
Para Tabolli, el santuario “parece ser un lugar único por sus características y por cómo estaban distribuidas las piezas”, y agregó: “Una especie de burbuja de paz, si pensamos, que incluso en las épocas históricas en las que los más terribles conflictos existían fuera, dentro de estos tanques y en estos altares los dos mundos, el etrusco y el latino, parecían coexistir sin problemas”.