Un grupo de investigadores encontró evidencias que sugieren que Vlad III de Valaquia, el Empalador, conocido también como conde Vlad Drăculea, pudo haber sufrido diversas enfermedades, incluyendo una que habría causado que llorara lágrimas mezcladas con sangre.
De acuerdo a los hallazgos recientes presentados en el último estudio, publicado en Analytical Chemistry, el equipo de investigadores detalló su análisis de las proteínas y péptidos contenidos en tres cartas escritas por el príncipe del siglo XV. Los resultados de este estudio revelan que Vlad III podría haber experimentado problemas cutáneos y respiratorios, y existe la posibilidad de que haya llorado lágrimas de sangre.
Este príncipe, quien inspiró la creación del icónico personaje literario del vampiro Conde Drácula, desplegó su liderazgo en tres diferentes mandatos como voivoda (líder militar) de Valaquia, una región histórica de Rumania, desde el año 1448 d.C. hasta su fallecimiento en 1476 d.C. Historiadores calculan que más de 80.000 personas murieron por orden del caudillo, muchas de ellas empaladas, lo que le valió su apodo.
El estudio de las cartas de Vlad el Empalador
El proceso de escritura manual implica el contacto de la mano con el papel, lo que puede transferir sustancias químicas y moléculas cutáneas al papel. El equipo de investigación buscó estas sustancias en los documentos y, una vez encontradas, rastreó su origen.
Para extraer información sobre el sanguinario gobernante, los investigadores emplearon una película de plástico especial llamada etilvinilacetato (EVA) para extraer proteínas y pequeñas moléculas del papel sin dañarlo.
Luego, utilizando una técnica llamada espectrometría de masas, que es comúnmente utilizada en laboratorios para analizar sustancias químicas, identificaron miles de pequeñas moléculas peptídicas diferentes en el papel, restos de cuando el conde manipuló los documentos siglos atrás.
En concreto, este proceso reveló la presencia de 500 péptidos, de los cuales 100 eran de origen humano. A partir de estos hallazgos, los investigadores encontraron indicios de ciliopatía, un trastorno genético que afecta la función celular y los órganos, así como indicios de enfermedad inflamatoria que probablemente causaba problemas en las vías respiratorias y la piel.
Sin embargo, el descubrimiento más significativo fue una carta escrita en 1475 d.C., que contenía tres péptidos presentes en las proteínas de la retina y las lágrimas. Basándose en las características de estos péptidos, los investigadores sugieren que Vlad también podría haber padecido hemolacria, un trastorno que provoca la mezcla de sangre en el líquido de los conductos lagrimales, resultando en lágrimas teñidas de sangre.
Aunque la causa exacta de esta condición no está clara, los investigadores plantean la posibilidad de que esté relacionada con bacterias asociadas a la peste, una lesión ocular, conjuntivitis bacteriana o incluso la presencia de moscas de la fruta.
«A nuestro entender, es la primera vez que se lleva a cabo una investigación de este tipo y ha contribuido a sacar a la luz el estado de salud de Vlad Drácula el Empalador», escriben los autores en el estudio.
«No se puede negar que más personas medievales pueden haber tocado estos documentos», escribieron, «pero también es presumible que las proteínas antiguas más destacadas deban estar relacionadas con el príncipe Vlad el Empalador, que escribió y firmó estas cartas», agregaron.
Cómo surgió la historia de Drácula
A finales del siglo XV adquirieron gran popularidad los libros que relataban sus actos de crueldad, convirtiéndose en algunos de los primeros superventas en Europa. En Rusia, las historias populares sugirieron que Vlad pudo fortalecer el gobierno central solo mediante la aplicación de castigos brutales, y la mayoría de los historiadores rumanos adoptaron una opinión similar en el siglo XIX. El escritor irlandés Bram Stoker se inspiró en este príncipe para crear su personaje del vampiro conde Drácula.
La obra de Bram Stoker, publicada en 1897, fue el primer libro en hacer una conexión entre Drácula y el vampirismo. El autor atrajo su atención hacia los vampiros bebedores de sangre del folclore rumano por un artículo de Emily Gerard sobre las supersticiones transilvanas.