A solas e intentando restañar la herida de escopeta que se había autoinfligido por accidente. Así murió Pablo Salvador Ojeda, un policía retirado de 69 años que se desempeñaba como sereno en el predio del camping del Sindicato de Confiteros de Rosario, en el extremo norte de Rosario. Un desenlace trágico e inexplicable, sin intervención de terceros, según la principal hipótesis de la investigación.
El hallazgo se produjo a las 8. Los trabajadores del lugar atravesaron la colectora de la autopista Santa Fe, un camino maltrecho, más allá de la intersección con Cullen y Ugarte, y vieron el Astra gris de Ojeda.
Dentro del auto se encontraron con el cuerpo del sereno, desangrado y con un torniquete aplicado en la pierna derecha, donde era patente la herida fatal. Enseguida llamaron al 911.
Por la mañana, el fiscal de Homicidios Adrián Spelta llegó al camping, escoltado por peritos de Policía de Investigaciones y personal policial. En conferencia de prensa con los medios, descartó la peor presunción en torno a la muerte, el homicidio de robo, y recalcó que la principal hipótesis es un accidente que tuvo Ojeda al manipular una escopeta, lo que se sustenta con varios indicios, explicó.
“Llegamos y en el interior de un vehículo encontramos una persona que aparentemente había recibido un disparo. Cuando se hicieron las primeras pericias pudimos observar un impacto de –en principio– escopeta en la pierna y un torniquete. La escopeta estaba a unos dos metros del lugar del hecho y la sangre en el interior del vehículo. Lo cual hace suponer que todo lo sucedido tuvo lugar en el interior del rodado. Pudimos determinar que no faltaba ninguna pertenencia, tenía incluso un arma que estaba a nombre de él. Nada se le había sustraído. La hipótesis más fuerte es que se trata de un accidente que el sereno tuvo al maniobrar con una escopeta”, dijo el fiscal.
Ojeda cumplía funciones de sereno en el camping para reforzar los pesos que cobraba tras jubilarse como policía, aún a los 69 años, y debía pasar noches y madrugadas en una cabina de vigilancia. A esa tarea se le sumaba rondas en auto dentro del predio para prevenir la entrada de intrusos.
Según Spelta el disparo se produjo mientras el arma estaba apoyada sobre la pierna, “ya que los perdigones estaban concentrados en una misma herida”. El hombre tenía dos teléfonos que serán peritados para establecer si pudo comunicarse con un servicio de emergencias, al tiempo que las ocho cámaras de vigilancia del predio serán analizadas para ver si aportan precisiones en cuanto a la mecánica.