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Hambre cero, prioridad uno del gobierno de Alberto Fernández

Mau­ri­cio Ma­cri fi­na­li­za su man­da­to con die­ci­séis mi­llo­nes de po­bres y con una in­se­gu­ri­dad ali­men­ta­ria que afec­ta al diez por cien­to de la po­bla­ción. So­lu­cio­nar el pro­ble­ma del ham­bre es una de las ur­gen­cias que tie­ne Al­ber­to Fer­nán­dez

Por Mauro Federico/ PuenteAereo

 

Mauricio Macri finaliza su mandato con dieciséis millones de pobres y con una inseguridad alimentaria que afecta al diez por ciento de la población. Solucionar el problema del hambre es una de las urgencias que tiene Alberto Fernández, junto a la reconstrucción de un sistema de salud destruido por la falta de presupuesto. Pero también el Presidente debe sostener la expectativa de la población para poder enfrentar el gran desafío que tiene su gestión, consciente de que los resultados no aparecerán en el corto plazo: reactivar el país productivo y generar los puestos de trabajo que permitan recuperar la dignidad a millones de argentinos y argentinas. ¿Cuáles son los planes del nuevo gobierno para poner al país en marcha? Pasen y lean.

Comala es la capital del estado de Colima, ubicada a pocos kilómetros de la costa mexicana del Pacífico. Esta pequeña población es escenario de uno de los libros de cuentos más representativos de la literatura latinoamericana: “El llano en llamas”, cuyo autor integra la casta de escritores que han sabido pintar su aldea con el mismo pincel con el que describen al continente: Juan Rulfo.

Uno de esos relatos –escrito a comienzos de la década del cincuenta– se titula “Es que somos tan pobres”. En un paisaje seco y árido, habitado por personas solitarias, silenciosas y miserables, un grupo de campesinos sobrevive sin esperanzas, tras el fracaso de la Revolución Mexicana. Un niño de apenas nueve años describe en primera persona las peripecias de su propia familia, de muy escasos recursos, que sufre la pérdida de una vaca, arrastrada por el río durante una crecida.

El texto es tan magistral como desgarrador:

“La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes”.

Chicos desnutridos, mujeres obligadas a prostituirse para comer, en definitiva familias acostumbradas a la desgracia, que se conforman con lo poco que tienen y no albergan expectativa alguna de una vida mejor.

Apenas dos horas antes de la primera y única cadena nacional en la que el presidente saliente Mauricio Macri efectuó un inaudito balance de sus cuatro años de gestión, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó su tradicional informe sobre la pobreza. El documento pone de relieve datos que nos deberían avergonzar a todos: el gobierno de Cambiemos finalizará su mandato con 16 millones de pobres y 3,6 millones de indigentes. La cifra resulta más alarmante si se tiene en cuenta que casi el 60 por ciento de los niños y adolescentes están comprendidos en la pobreza. Y que los niveles de inseguridad alimentaria severa registrados por alcanzan al 9,3% de la población.

El informe de la UCA revela que “tanto la desigualdad persistente como la pobreza estructural son resultado de un modelo económico-productivo desequilibrado con efectos de exclusión, marginalidad y desigualdad a nivel socio-cultural, socio-demográfico y socio-ocupacional”. El Observatorio de la Deuda Social concluye que “la reactivación no parece ser una reacción factible en el corto plazo, en tanto se mantenga la actual política recesiva, con efectos directos sobre la pobreza”.

El doctor Roberto Jabornisky es pediatra, vive y trabaja en un hospital enclavado en el corazón de una de las provincias argentinas más golpeadas por la miseria: Corrientes. En diálogo con PuenteAereo, propone un análisis más detallado de los datos de pobreza relevados por la UCA. “Cuando medimos la realidad en base a las carencias estructurales de las familias, se puede apreciar que la pobreza afecta mucho más a quienes ya estaban en situación vulnerable”, afirma el especialista. “Sin embargo, también se aprecia cómo la población sin carencias de otros años, se incrementó de forma significativa, duplicando el crecimiento de los pobres estructurales, estos son los llamados nuevos pobres”. Otro apunte destinado a provocar la reacción del sector más dinámico e inestable de la escala social es que entre los integrantes de la “clase media no profesional” la pobreza aumentó un cincuenta por ciento.

Fuentes cercanas al equipo que prepara el licenciado Daniel Arroyo para asumir al frente de la cartera de Desarrollo Social, confiaron a este portal que en los primeros treinta días de gestión se prevé triplicar la entrega de comida, abrir las escuelas los fines de semana y durante la temporada estival para garantizar que los niños tengan la ración alimentaria y coordinar las acciones solidarias que propendan al autofinanciamiento.

 

Como el primer mundo

 

La prestigiosa revista científica The Lancet difundió esta semana un material sobre las consecuencias de la pobreza en Inglaterra durante el período 2003-2018. De acuerdo a este registro, basado en las estadísticas oficiales, el 36 por ciento de las muertes prematuras ocurridas en los últimos quince años se debieron a las “inequidades sociales”. Un artículo de esa misma revista señala el aumento de las personas en situación de calle y la implicancia que esa condición tuvo en su estado de salud. Las cifras son escalofriantes: casi un millón de homeless murieron en Inglaterra durante la última década, de los cuales la mitad perdió su vida a causa de las “inequidades sociales”.

Para Jabornisky, “si esto ocurre en un país desarrollado del primer mundo, no podemos siquiera imaginar lo que podría ocurrir en Argentina si se hiciera un relevamiento científico de las mismas características”.

Otra mirada muy interesante es la del analista político y consultor Raúl Timerman. “Fernández es consciente que debe enfrentar, al menos, dos urgencias fundamentales que deberá resolver en el corto plazo. Pero también su gestión tiene que afrontar desafíos impostergables para proyectar el destino de todos los argentinos”, afirma.

Y puntualiza: “solucionar el problema del hambre es una de esas tareas urgentes, para lo cual ha elegido a uno de los mejores cuadros que tiene la política argentina, como es Daniel Arroyo. El otro aspecto prioritario es resolver el desastroso estado del sistema de salud. Programas de prevención desmantelados, centros de atención desfinanciados, un recurso humano mal remunerado, son la escenografía de un cuadro sanitario que evidencia estadísticas preocupantes y la reaparición de enfermedades que se creían erradicadas. Esa tarea la asumirá alguien que sabe cómo apagar los incendios generados por sus antecesores: Ginés González García”.

Sin embargo, para Timerman es fundamental que el nuevo gobierno también asuma los desafíos que requieren de políticas a mediano y largo plazo, cuyos resultados no se podrán apreciar durante los primeros años. Por eso, Fernández debe contener la esperanza de los que votaron al Frente de Todos y a aquellos que no lo hicieron, pero necesitan confiar en un futuro mejor para el país. Y “sostener esta expectativa es fundamental para enfrentar el gran desafío que esta gestión tiene por delante: poner en marcha el país productivo y generar las millones de fuentes de trabajo imprescindibles para recuperar la dignidad de un pueblo golpeado por la desocupación. Solo así podrá Alberto Fernández alcanzar la gran meta de todo gobierno peronista, que es construir un gran país. Y eso solo se logra con un pueblo feliz”.

 

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