“Hasta que no me den una respuesta voy a mantener cerrado el bar”, explicó ayer por la tarde Eduardo Bruera, concesionario del bar Avelino, ubicado al pie del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa en la plaza Montenegro. En julio pidió al municipio construir una entrada separada del bar para el baño que, a cambio de la explotación comercial del espacio, el contrato obliga a tener abierto al público. A pesar de que Bruera se ofreció a asumir todos los costos de la obra, desde el municipio le dijeron que no es viable. Para el concesionario, separar el baño sería una solución al problema que hace meses se agravó en su local: hechos de violencia e inseguridad que tienen como escenario común el baño.
Anteayer cerca de las 17 un altercado entre un hombre y una mujer en el baño, que Bruera considera estuvo ligado a una transacción de droga, precipitó la decisión de cerrar el bar de forma temporaria.
Según testigos, el hombre acuchilló en el baño a la mujer, que al escapar manchó con sangre el piso del bar, tras lo cual los protagonistas del incidente huyeron del lugar.
Cansado
“Es lo de todos los días, pero ya me cansé. Tengo que proteger a mis empleados y a la clientela, que cada vez se está yendo más rápido. Imaginate a las señoras que vienen a tomar el té y en el baño hay gente drogándose o aseándose. No puedo evitar que entren porque es un baño público”, contó a El Ciudadano el concesionario.
Bruera reconoce que hacer públicos estos hechos “no puede ser bueno para el negocio (en cuanto clientela)”, pero está harto. “Acá vienen muchas mujeres mayores y se van espantadas. Incluso cuando vienen grupos de deportistas, de chicos jovencitos, los coordinadores me los sacan cada dos por tres porque en el baño hay gente drogándose o desnuda”, abundó el dueño del bar.
El comercio lleva menos de la mitad del tiempo de vigencia –diez años en total– del contrato de concesión con el municipio y los últimos meses han sido fatídicos, según el dueño y sus empleados.
“Soy el único bar concesionado que tiene baño adentro. En dos turnos que van desde las 8 hasta la medianoche tengo que dejar entrar a todos y eso incluye a personas que vienen a drogarse. Es gente muy agresiva”, detalló el empresario.
“También sé que me expongo pero a mis empleados los golpean una vez por semana estas personas”, agregó.
La propuesta de Bruera, que incluye hasta los planos de la prevista reforma en su presentación a la Dirección de Concesiones de la Municipalidad, es construir dos baños y un acceso independiente al bar.
“Creo que ni siquiera leyeron la carta. Ahí les digo que yo me hago cargo de la construcción y limpieza diaria. No me respondieron. Y ya no sé qué hacer”, contó Bruera, quien consideró que los responsables de los agravios a su clientela no son alcanzados por la fuerzas de seguridad, incluyendo a la Policía y a las fuerzas federales como la Gendarmería.
La plaza Montenegro contaba con una cámara de videovigilancia del municipio en la esquina de San Martín y San Luis, que fue retirada hace unos dos meses, según vecinos del lugar.
“No soy un gran empresario. Sólo quiero trabajar y cuidar a mi clientela y a mis empleados. Quiero una respuesta”, finalizó Bruera.