Una nueva tendencia en la venta de fármacos, en la que empresas compran cruciales y escasos medicamentos contra el cáncer y buscan revenderlos con enormes márgenes de ganancia, genera creciente preocupación sobre la ética asistencial y la seguridad del paciente en Estados Unidos.
Los expertos dicen que el llamado “mercado gris” no es ilegal, e incluso podría crecer aún más después de un decreto del presidente Barack Obama que buscó solucionar el problema pero puede haberlo agravado al abrir un mayor vacío legal.
“Las empresas revendedoras son muy pequeñas y surgieron de la nada. La mayoría son relativamente nuevas”, dijo Thomas Smith, director de medicina paliativa en las instituciones médicas dela Universidad JohnsHopkins.
Más de la mitad (56 por ciento) de los 549 hospitales encuestados por el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos (ISMP, por su sigla en inglés), una entidad sin fines de lucro, dijo haber recibido ofertas diarias de revendedores del mercado gris “para comprar medicamentos que ya no están disponibles a través del fabricante o mayorista habitual”.
La mitad de los hospitales encuestados (52 por ciento) admitió comprar uno o más medicamentos de estos revendedores en los últimos dos años, debido a que los fabricantes suspendieron la producción de genéricos porque ya no eran rentables.
“Me gustaría saber por qué los hospitales no pueden obtener estos productos y los revendedores sí. Es irreal tener que lidiar con revendedores en la asistencia sanitaria”, dijo uno de los encuestados, cuyo nombre no fue revelado por el ISMP.
Los precios de los medicamentos van desde650 a4.000 por ciento por encima del costo habitual, indicó la encuesta, que se refiere a todo tipo de fármacos, no sólo a medicamentos contra el cáncer.
La escasez de medicamentos recetados en Estados Unidos casi se triplicó de2005 a2010, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
La razón por la cual se dejan de producir ciertas drogas, en especial contra el cáncer, es el precio extremadamente bajo de los medicamentos genéricos y el incentivo de lucro que impulsa a los médicos a prescribir los medicamentos más costosos.
Los oncólogos obtienen una porción de su paga por comprar medicamentos al por mayor y facturarle por ellos al organismo gubernamental Medicare, por la cual el gobierno terminó reembolsando a los médicos más de lo que éstos pagaron por los medicamentos.
Una ley firmada por el presidente George W. Bush en 2003 trató de reprimir la facturación inflada ordenando a Medicare el pago a los médicos en función del precio de un medicamento de venta promedio, más el 6 por ciento. Además, prohibió aumentar el precio de los medicamentos más de 6 por ciento cada seis meses.
Esto limitó la capacidad del mercado para responder a la escasez de un medicamento genérico mediante el aumento de su precio. Los fabricantes se enfrentaron a una demanda limitada y a una caída de precios del 90 por ciento por un medicamento genérico. Y los oncólogos se enfrentaron a una fuerte rebaja de ingresos.
“¿Por qué usar Paclitaxel (y recibir 6 por ciento de 312 dólares) cuando se puede utilizar Abraxane (y recibir 6 por ciento de 5.824 dólares)?”, escribió Smith.
El aumento del mercado gris, visto por los expertos como una consecuencia no deseada de la medida de Bush, ha generado nuevas preocupaciones sobre la seguridad de los medicamentos que se revenden, o sobre la posibilidad de errores en las dosis por parte de los hospitales al buscar medicamentos alternativos.
Todavía no se sabe con exactitud cuántos revendedores de medicamentos hay. Cinco están siendo investigados por el congresista Elijah Cummings por ofrecer medicamentos contra el cáncer de mama, ovario, colon y pulmón a precios muy inflados.
De los cinco investigados, sólo uno, Allied Medical Supply, que ofreció un medicamento para la leucemia por más de 990 dólares por frasco cuando el precio habitual era de 12 dólares, respondió a una consulta de la agencia AFP.
“La reciente atención mediática sobre la escasez de medicamentos destaca el papel fundamental que Allied Medical Supply y otras empresas juegan para asegurar que los hospitales y los pacientes tienen los medicamentos que necesitan cuando los necesitan”, señaló la empresa en un comunicado.
Obama firmó en octubre un decreto para exigir a los fabricantes de drogas que “avisen con suficiente antelación las discontinuaciones que podrían provocar una escasez de medicamentos claves para el mantenimiento de la vida”.
El oncólogo James Speyer, director médico del Centro Clínico del Cáncer del Centro Médico Langone dela Universidadde Nueva York, aplaudió la iniciativa como un primer paso importante.
Sin embargo, advirtió: “No creo que vaya a abordar cada parte del problema. Creo, al igual que muchos colegas, que la cantidad de dinero que una empresa puede cobrar por un medicamento juega un papel real aquí”.
Smith también describió el decreto de Obama como “un gran comienzo”, pero alertó sobre la posibilidad de que facilite las cosas a los revendedores.
“Si sólo exige a los fabricantes informar sobre cierta escasez de medicamentos, las personas que están haciendo dinero con esto encuentran un ingreso obvio”, dijo.
Una solución posible sería que el gobierno estadounidense se asociara con los fabricantes de fármacos contra el cáncer al igual que lo hace con los fabricantes de vacunas no rentables, para garantizar que a las empresas se les pague lo suficiente como para abastecer el mercado, dijo Smith.
“Los fabricantes no hacen los medicamentos a menos que tengan una demanda estable y un beneficio estable”, señaló.