Daniel Martínez Villamil, intendente recientemente electo de Montevideo por el Frente Amplio, estuvo, de manera fugaz, la semana pasada por Rosario. El Frente Amplio irá por su sexto mandato en la capital uruguaya en el momento en que este dirigente de 58 años, de fuerte vínculo con Tabaré Vázquez y larga trayectoria política, asuma su cargo el 9 de julio próximo.
Martínez, recibido en su estadía por la intendenta Mónica Fein, llegó para interiorizarse sobre el funcionamiento de distintos programas implementados por la municipalidad, como movilidad, recolección de residuos y transporte.
La historia del dirigente del Frente Amplio está llena de vaivenes. El hombre, como muchos integrantes de esa fuerza política, fue –así se define– un “militante de resistencia clandestina” contra la dictadura del país oriental. Por entonces, promediando la década del 70, ya era parte del Partido Socialista. En 1985, con la vuelta a la democracia, se transformó en referente sindical petrolero. “A la uruguaya”, aclara enseguida. “En esa época ya era ingeniero industrial mecánico y había ingresado a trabajar en la refinería de la empresa estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (Ancap). Pero mi actividad sindical la ejercía fuera de mi horario de trabajo. Diferente a lo que pasa acá en Argentina”, cuenta entre risas.
Tras esa experiencia Martínez tuvo un largo paso por la actividad privada. Y volvió al sector público en 2005, con el primer triunfo presidencial del Frente Amplio de la mano de Tabaré Vásquez. Allí fue convocado nuevamente para trabajar en Ancap, aunque ahora como presidente de la compañía. Su carrera siguió en ascenso y en 2008 llegó al Ministerio de Industria. Finalmente, durante la gestión de “Pepe” Mújica al frente del país (desde el año 2010), fue elegido senador.
A pesar de la cercanía de los comicios, Martínez cuenta que su visita tuvo que ver con “poder compartir experiencias de gestión” con los funcionarios municipales. “Rosario y Montevideo somos dos ciudades parecidas en la arquitectura y la utilización que se hace del espacio público. Además, en términos políticos hemos tenido experiencias similares en los últimos años. Nosotros vamos camino a los 30 años de gobierno de izquierda con partidos y dirigentes de los más variados. Hay gente de fuerzas tradicionales, socialistas, comunistas, grupos guerrilleros, anarquistas, troskistsas. Hay lo que quieras elegir (ríe). Siempre en el campo progresista. En definitiva, siempre hay cosas interesantes para ver y uno puede aprender. Y eso es lo que vinimos a hacer”, señala.
—¿Y qué impresión se lleva de Rosario?
—La experiencia es positiva. Hay mucho por aprender de lo que se ha hecho en esta ciudad. Hemos recorrido el parque costero desde la zona del Monumento a la Bandera hasta Puerto Norte y la verdad me pareció maravilloso. Espacios públicos como esos son de convivencia ciudadana y sirven de intercambio a distintos sectores sociales. Las oficinas del Centro de Monitoreo de la Movilidad también me parecieron muy interesantes. Nosotros estamos en proceso de montar algo así, pensando en mejorar no sólo el tránsito sino también la seguridad. Y después vimos las gestión de residuos que se hace aquí. Nosotros estamos trabajando en el tema pero no hemos tenido los resultados queridos. Hace poco que hacemos la clasificación en origen. Sobre ese tema buscamos eliminar los carritos a caballo. Tenemos 750 carros en Montevideo, que incluyen a 3.800 personas. La idea es que trabajen en condiciones dignas. Por suerte se ha reducido mucho esa tarea. Eso sucedió por el crecimiento económico, que hizo que muchas personas se incorporen, por ejemplo, en la industria de la construcción.
—Rosario ha trascendido en los últimos tiempos por sus altos niveles de violencia urbana y el desarrollo que ha tomado en la ciudad el narcotráfico. ¿Cómo llega eso a Uruguay?
—Ha llegado algo. Pero hay que ver hasta dónde hay una operación política o es real. Lo importante es tener observatorios de seguridad ciudadana que entreguen datos fiables. Por más hermanamiento que tengamos uruguayos y argentinos, salvo en el fútbol – aclara, otra vez entre risas- , prefiero no juzgar lo que pasa en otro país. Uno no puede opinar. Lo importante es tener herramientas transparentes para comparar. Si no eso es difícil hablar.
—Otro asunto conflictivo en las grandes ciudades es el tránsito, ¿cómo se ha encarado ese tema en Montevideo?
—Por motivos de trabajo o personales me ha tocado manejar en distintas ciudades del mundo. Muchas veces uno se queja, pero en otros sitios la situación es realmente peor. Por ejemplo, Buenos Aires en algunos momentos del día es caótico. Ni que hablar Caracas, San Pablo o Lima. Nuestras ciudades son un paraíso al lado de eso. No he visto mayores problemas en Rosario. En Montevideo el transporte público no es confiable porque no es rápido y es caro. Ante eso, el ciudadano prefiere el vehiculo particular. Lo que pasa es que en nuestra ciudad las políticas neoliberales expulsaron a miles de personas de áreas consolidadas y con servicios a la periferia. Con lo cual, para llevar la misma gente o menos, los costos crecen y al usuario se le hace más caro. Por eso creo que hay que consolidar políticas para que mucha gente vuelva a las áreas consolidadas y con servicios.
—¿Y en materia de seguridad, cómo está la situación allí?
—Pasa lo mismo que con el transporte, uno siempre compara con la realidad que tiene o tenía. Montevideo es una de las dos o tres ciudades más seguras de las capitales de Latinoamérica. Pero a nosotros no nos alcanza y la situación ha ido cambiando. Yo cuando era chico dejaba la puerta abierta. La situación de las drogas, como la marihuana o la pasta base, es causante de violencia y hechos de ajustes de cuenta. Hay toda una situación que es alarmante.
De política no
Martínez se mostró reacio a hablar de política en su charla con El Ciudadano. El domingo serán las elecciones que renovarán o no las conducciones políticas en la provincia y la ciudad pero el dirigente del Frente Amplio prefirió no inmiscuirse en el tema. “Con los socialistas rosarinos somos amigos. Nos conocemos. Pero yo no quiero meterme en la política interna. Yo estoy en el Partido Socialista desde que tengo 16 años. Las simpatías están. Pero oficialmente uno puede venir a decir que está apoyando y respaldando a Mónica Fein. Vinimos a compartir las experiencias de gestión”, sostuvo el dirigente del Frente Amplio.