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“Hay que darle un enfoque progresista a la reforma: más derechos y menos privilegios”

Daiana Gallo Ambrosis ocupa el séptimo lugar en la lista de candidatos a convencionales constituyentes de Unidos. Para la militante socialista y funcionaria provincial en el área de Educación, lo fundamental de esta elección "es que la gente sepa que esta reforma es para beneficiarlos a ellos, para que la vida les sea más sencilla y para adaptarnos a los nuevos tiempos"

Daniel Zecca

Daiana Gallo Ambrosis representa en la lista de convencionales de Unidos a uno de los sectores del socialismo provincial. Ocupa un lugar importante, el séptimo, en la lista que lidera el gobernador Maximiliano Pullaro. Para la dirigente nacida en San Nicolás, que llegó a Rosario en medio del fantasma del desempleo de su padre en los 90, debatir la reforma constitucional será como jugar «un mundial para Messi».

“Me preparé toda la vida para esto”, dijo la militante de Acuerdo Progresista, con amplia experiencia en gestiones en el área de educación (actualmente es secretaria de Gestión Territorial, pero también participó de las gestiones de Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz en la provincia).

La militante del socialismo, abogada y profesora de Historia Constitucional en la Facultad de Derecho de la UNR cree que el debate por la reforma no se termina el domingo 13 de abril: «La gran labor será, desde ahora hasta enero o febrero —cuando se realice la convención—, poder debatir con los vecinos y vecinas, e instalarlo también en las escuelas, para que los niños, niñas y adolescentes, que son multiplicadores por naturaleza, entiendan la importancia de estar atentos a sus derechos y a su vida, porque venimos a modernizarla».

—Empecemos por lo básico. Dos palabras sobre tu trayectoria.

—Esta es mi tercera gestión en educación. Con Bonfatti fui subsecretaria de Asuntos Legales del Ministerio de Educación, y después estuve con Miguel Lifschitz. Arranqué muy joven: tenía 28 años cuando asumí ese primer cargo. Pero mi respaldo siempre fue la militancia. Hago política desde los 13. Fui presidenta del centro de estudiantes del Superior de Comercio en 2001, durante la crisis. Después estudié Derecho precisamente para ser política: quería entender las leyes desde adentro. También soy profesora de Historia Constitucional Argentina en la facultad de Derecho.

—¿Tu familia no tenía tradición política?

—No, vengo de una familia trabajadora de San Nicolás. Mi papá era empleado de Somisa y luego herrero; mi mamá, empleada administrativa de un sanatorio. Ella, que vivió la dictadura, al principio me decía «no te metas», pero a mí siempre me gustó organizar y ayudar. Soy la primera profesional universitaria de la familia.

—¿Cómo descubriste el socialismo?

—En la facultad, estudiando la Reforma del 18. Me di cuenta que buscaba igualdad, justicia… ¡era socialista sin saberlo! (risas).

—Ahora el desafío es la reforma constitucional.

—Yo me preparé para esto toda mi vida. Soy una apasionada y me siento como Messi jugando un Mundial (risas). Soy docente de Historia Constitucional y poder debatir sobre los derechos que quedarán consagrados es un honor enorme y lo tomo con mucha responsabilidad. Y tengo un recorrido en la gestión que me permite hablar desde un lugar de conocimiento.

Por ejemplo, cuando hablamos de la educación, que es más donde yo trabajo, quien no tiene acceso a la tecnología o a una alfabetización digital va a quedar afuera. Por eso es importante que el Estado garantice la democratización de la enseñanza, de los aprendizajes, y que también pueda garantizarse la obligación de hacer el secundario. Hoy el secundario no es obligatorio en nuestra Constitución, y necesitamos que se conecte con el mundo laboral.

—¿Notás que la gente está al tanto de lo que está en juego?

—Yo creo que hoy la gente está preocupada, en realidad, por llegar a fin de mes, por tener salud, educación y poder contar con un mango para poner un plato de comida caliente en la casa.

Hay quienes ya están tomando conciencia y lo ven, pero me parece que todavía no es suficiente, que hay una gran parte de la población que no lo termina de entender porque lo percibe muy lejano. Esto también tiene que ver con qué discutimos en la escuela, cuáles son los contenidos; en fin, hay un montón de cosas para revisar.

Y creo que la tarea va más allá del 13 de abril, cuando se vote y surjan —o sea, sean electos— los convencionales, con la esperanza de que podamos estar en esa convención reformadora. La gran labor será, desde ahora hasta enero o febrero —cuando se realice la convención—, poder debatir con los vecinos y vecinas, e instalarlo también en las escuelas, para que los niños, niñas y adolescentes, que son multiplicadores por naturaleza, entiendan la importancia de estar atentos a sus derechos y a su vida, porque venimos a modernizarla.

La Constitución es para y por la gente, así de simple. Vamos más allá de eliminar privilegios: si los legisladores cometen un delito, deben ser procesados y condenados como cualquier santafesino o santafesina, como vos o como yo, que no tenemos privilegios. Eso está bárbaro y es algo que buscamos: terminar con los favores especiales. Pero también es clave que podamos llevar el debate a la población y que esta entienda la necesidad, porque aunque se elijan los convencionales constituyentes, hasta enero falta mucho.

Por eso, es importante empezar a generar acuerdos, especialmente entre los políticos y quienes sean electos —ojalá me toque estar ahí—, para tener una mirada amplia sobre educación, cultura, salud, pueblos originarios, mujeres… En fin, hay un montón de temas por trabajar, y creo que hay que darles un enfoque progresista: más derechos y menos privilegios.

—¿Cuáles son los ejes que más jerarquizás dentro de la reforma?

—Uno de los principales es la seguridad pública. Para nosotros es fundamental que los rosarinos vivamos en paz, y eso debe estar en la Constitución. Otro tema clave es la educación, junto con la cultura: la democratización de los aprendizajes y contar con herramientas para el hoy y el futuro. También está la eficiencia del Estado: cómo logramos que sea ágil y asertivo en sus políticas.

Luego está la participación ciudadana, con herramientas como la iniciativa popular, la consulta popular, y otros mecanismos que la Constitución Nacional ya incluye desde 1994, pero que la nuestra no desarrolla —como el hábeas corpus, el hábeas data, el amparo, el acceso a la información pública o la libertad de expresión—, cosas esenciales en estos tiempos. La gente debe tener transparencia en los actos públicos, poder ver en un click cómo se usan los recursos del Estado.

Todos estos temas son importantes, pero lo fundamental es que la gente sepa que esta reforma es para beneficiarlos a ellos, para que la vida les sea más sencilla y para adaptarnos a los nuevos tiempos. Muchos gobiernos intentaron reformar la Constitución y no lo lograron —yo misma formé parte de algunos—, pero hoy hay un consenso entre distintas fuerzas políticas, una maduración. Si los partidos tradicionales no abrimos el juego, si no somos generosos y pensamos solo en la gente, esto no hubiera sido posible.