Bañarse todos los días no es tan saludable como parece. Así concluye un estudio reciente sobre la higiene personal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard que expuso las consecuencias «negativas» de esta práctica.
La frecuencia con la que las personas se bañan varía significativamente en todo el mundo. En Estados Unidos, dos tercios de las personas se duchan a diario, mientras que en Australia, esta práctica supera el 80%. En contraste, aproximadamente la mitad de la población en China lo hace solo dos veces por semana. Estas diferencias sugieren que los hábitos de higiene están fuertemente influenciados por normas sociales y culturales más que por necesidades de salud.
Desde una perspectiva de salud, ducharse todos los días puede tener efectos negativos en la piel. La piel sana mantiene una capa de grasa y un equilibrio de bacterias “buenas”. Las duchas frecuentes, especialmente con agua caliente, eliminan esta capa protectora, causando sequedad, irritación y picazón. A lo largo de la vida, ducharse con demasiada frecuencia puede reducir la capacidad del sistema inmunológico para responder adecuadamente a los desafíos ambientales.
Entonces, ¿con qué frecuencia deberíamos ducharnos? Según los expertos de Harvard, ducharse varias veces por semana es suficiente para la mayoría de las personas, a menos que se ensucie o sude mucho por razones específicas.
Cuáles son las consecuencias de ducharse todos los días, según Harvard
- La piel puede secarse, irritarse o picar al bañarse todos los días.
- La piel seca y agrietada puede permitir que las bacterias y los alérgenos rompan la barrera que se supone que debe proporcionar la piel, permitiendo que se produzcan infecciones cutáneas y reacciones alérgicas.
- Los jabones antibacterianos pueden matar las bacterias normales. Esto altera el equilibrio de los microorganismos de la piel y fomenta la aparición de organismos más resistentes y menos amigables que son más resistentes a los antibióticos.
- El sistema inmunológico necesita una cierta cantidad de estimulación por parte de microorganismos normales, suciedad y otras exposiciones ambientales para crear anticuerpos protectores y “memoria inmune”. Ésta es una de las razones por las que algunos pediatras y dermatólogos desaconsejan los baños diarios de los niños. Los baños o duchas frecuentes a lo largo de la vida pueden reducir la capacidad del sistema inmunológico para realizar su trabajo.