Los realizadores argentinos Camila Menéndez y Lucas Peñafort estrenan este jueves el documental Hermanas de los árboles, que retrata la iniciativa en una pequeña aldea de India donde plantan 111 árboles para celebrar el nacimiento de cada niña con el fin de generar conciencia contra el infanticidio, y cuya emisión será a demanda a través de la plataforma Cine.ar
En entrevista con la agencia de noticias Télam, Peñafort relató que buscaron «construir una película que genere impacto en lo social a través de valores que resultan universales sin por ello renunciar a la poesía; un paso de lo árido a lo fértil, de la adversidad a la esperanza».
La trama se centra en la aldea rural de Piplantri, perteneciente al estado Rajastán, en India, un lugar rodeado de minas de mármol, donde las mujeres ya no temen dar a luz a una niña, dado que desde el 2005 se plantan 111 árboles en su nombre para celebrar la ocasión.
Este ritual surge a partir de la historia de Shyam Sunder Paliwal, jefe electo de la aldea en ese momento, un hombre que perdió a su hija de 16 años y decidió plantar un árbol en su memoria. Él no podía creer que algunos padres o madres pusieran fin a la vida de sus hijas sólo por razones económicas, como la práctica de la dote.
Entonces pensó que los árboles se deberían plantar para celebrar la vida de las niñas y así convenció a toda la comunidad de que el futuro para ellos era cultivar esos árboles, cuidar el agua y darles acceso a la educación a todas las niñas del lugar.
Acerca de cómo fue la experiencia de filmar en ese pueblo con todos esos cambios y qué significó para esas mujeres visibilizar su historia, la cineasta Camila Menéndez relató: «Antes de ir a Piplantri sabíamos que las protagonistas de la película iban a ser las mujeres. Cuando llegamos nos abocamos durante varios días a recorrer las casas del pueblo y charlar con ellas, a conocerlas. No fue nada fácil porque las mujeres no estaban acostumbradas a tener un protagonismo como el que nosotros le propusimos. En este lugar, por ejemplo, es costumbre que si el marido está presente la mujer no puede hablar con las visitas. Aunque en Piplantri se ha avanzado mucho en varios aspectos, el peso de la tradición se sigue sintiendo. Empezamos a filmar a mujeres que después no quisieron seguir, pero las que accedieron lo hicieron con total generosidad y entrega. Fuimos parte de sus vidas cotidianas durante dos meses, accedimos a su intimidad y generamos un vínculo. Muchas de ellas son parte activa de este proyecto y trabajan para expandirlo».
Ambos realizadores aportan su visión acerca de cómo definen el proceso de ese cambio cultural en el que se introduce el concepto de igualdad en una sociedad donde la mujer es oprimida. «Los procesos son sumamente extensos y debemos salir del tiempo de nuestra propia cultura ya que de otra forma fracasaremos en la comprensión. La India encierra en sí el germen de la historia antigua. Basta remontarse a esa historia en la que pueden verse marchas y contramarchas en el paso de una mayor libertad u opresión para las mujeres. En la práctica, hablamos de formas de organizar la sociedad que pueden parecernos chocantes desde la perspectiva de occidente, aún hoy si bien no son avaladas ni reconocidas por el Estado, este cambio comenzó con Gandhi y en la independencia de la India subsisten de forma arraigada prácticas como la dote, el sistema de castas, el matrimonio arreglado de niñas y niños, entre otras. El cambio, en este caso, se encuentra en una mayor conciencia del papel de las mujeres, un empoderamiento desde lo económico y el poder decidir sobre su educación. Sin embargo, el fin último de la mujer en esa sociedad está en el cuidado de su familia y en una centralidad absoluta en la figura del esposo», profundizó Lucas Peñafort.
Menéndez habló también acerca de qué significa para estas mujeres la construcción colectiva y el empoderamiento en su cultura. «En India se encuentran inmersos en un proceso totalmente distinto respecto del feminismo y la igualdad de género, especialmente en las zonas rurales como esta. Ellas no se autoperciben como feministas, ni contaban con ninguna base teórica al respecto, sino que todo lo construían desde un lugar muy intuitivo y desde los valores del respeto por todos los seres y por la vida en general. Su cultura está transformándose muy aceleradamente para abrazar este tipo de iniciativas; es un lugar de contrastes muy marcados y así como suceden situaciones de mucha desigualdad, está lleno de proyectos sorprendentes como este», destacó.
Y acerca de si creen que se puede trasladar esta experiencia a otras sociedades, analizó: «Sí, porque creemos que la situación en India tiene varios puntos de conexión con muchas de las situaciones de desigualdad que viven las mujeres en América latina y que esta iniciativa podría replicarse con éxito en otras latitudes, como ya está sucediendo en India».
Además del cuidado de las niñas, tanto el proyecto con los árboles como el trabajo para obtener agua contribuyen de manera positiva al cambio climático y al crecimiento económico de Piplantri. «El proyecto nace con el lema de cuidar los árboles, el agua y las hijas en partes iguales –dijo Menéndez–. Los motiva el cuidado del medio ambiente y seleccionan las variedades de árboles que mejor se adapten a los suelos, incluyendo muchos frutales. Buscan contrarrestar el impacto negativo de las minas de mármol cercanas, la devastación y el extractivismo».
Finalmente, Peñafort dio su opinión acerca de si el documental plantea alguna reflexión: «Nos interesa el trabajo con el espectador, introducirlo en este mundo y que pueda compartir junto a nosotros ese viaje de descubrimiento. Si bien existe una dimensión política en el retrato de una comunidad, intentamos aprender sobre la marcha y alentamos que cada quien pueda sacar sus propias conclusiones. Creemos que toda obra está inacabada sin alguien del otro lado que complete su sentido».