“Fue un pacto entre ladrones”, dijo Daniel Herrendorf sobre el Pacto de Olivos, acuerdo entre el por entonces presidente Carlos Menem y el ex mandatario Ricardo Alfonsín, del cual se cumplieron 20 años, y que fue el primer paso de la posterior reforma de la Constitución nacional en 1994.
“Cada uno se quedó con algo y cualquiera de las dos cosas resultó una porquería para los protagonistas”, dijo el jurista en diálogo con El Ciudadano sobre el acuerdo de los líderes de los partidos justicialista y radical.
En ese sentido, Herrendorf enumeró los resultados de aquel pacto, luego incluidos en la reforma, que a su criterio fracasaron: “La reelección no funcionó, fue el final de Menem. Si a Menem no lo hubiesen reelegido, hubiese sido presidente después con gran éxito. La autonomía de la ciudad de Buenos Aires es un zafarrancho jurídico que no lo sabe explicar nadie. El Consejo de la Magistratura nunca funcionó y no funciona. El tercer senador por la minoría no sirve para nada, es simplemente una triplicación de la representación de las provincias”.
“De la ampliación de la Corte no voy a hablar. El jefe de Gabinete no existe, no existió nunca porque el sistema político argentino no da para un primer ministro, este no es un sistema parlamentario”, agregó quien por esos tiempos era parte del grupo de asesores del gobierno nacional.
“Y la eliminación de los colegios electorales le ha hecho un daño enorme a las provincias, un daño terrible porque hoy gana la presidencia de la Nación el tipo que gana en Lomas de Zamora y en La Matanza y si en Santa Fe es Gardel, pierde igual”, cuestionó sobre la elección directa del presidente.
Sin embargo, rescató: “Algo interesante sin dudas ha sido la incorporación de los tratados en materia de derechos humanos a la Constitución. Pero incluso eso se hizo con un gran error porque no se incorporó a los tratados de derechos humanos, se incorporó a 9 tratados específicos que la comisión eligió uno por uno a su antojo”.
Juicios de lesa humanidad
—Con respecto a la reapertura de los juicios a los represores de la dictadura que fue posible por la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final durante la presidencia de Néstor Kirchner, ¿cuál es su mirada?
—Me parece muy bien. Desde el punto de vista jurídico, político y personal no tengo ningún interés en que se persiga de nuevo a aquellos que ya fueron perseguidos y enjuiciados e indultados o no. Desde el punto de vista histórico me parece extraordinario que un individuo que cometió delitos de lesa humanidad sepa que en algún momento de su vida la va a pagar, así tenga 90 años y esté muy enfermo. Me da mucha lástima pensar que la Argentina ha tenido que ir a buscar a sus opresores a los hospitales o a sacarlos de sus casas en sillas de rueda. Me da pena. Pero no me da pena cuando pienso en mis hijos, en mis nietos y que ese dictador sepa que en algún momento de la vida lo van a ir a buscar y lo van a meter preso.
Indultos y leyes del perdón
—¿Las leyes de punto final y obediencia debida de Alfonsín y los indultos de Menem usted los considera un error?
—No. Eso es una lectura muy sencilla. En el momento en que Alfonsín hace sancionar las leyes de punto final y obediencia debida, creo que políticamente era lo único que podía hacer. Políticamente la alternativa era militar seguramente. Claro, hoy es muy fácil juzgar y decir “estuvo mal o estuvo bien porque después venían los militares”. No sabemos. Mi opinión es que fue lo que se pudo hacer en ese momento.
—El momento histórico de Menem es totalmente diferente a la hora de sancionar los indultos.
—En el caso del menemismo el indulto fue un apresuramiento político. Se pudieron haber buscado al problema militar otra clase de soluciones y sin embargo no fue así. No sé por qué. Sin embargo creo que habrá habido razones políticas que vos y yo no conocemos para tomar esa decisión.
Se presentó en Rosario el primer Código Nacional de Derechos Humanos
El jurista, escritor y profesor de filosofía Daniel Herrendorf presentó en Rosario el primer Código Nacional de Derechos Humanos. El objetivo de ese trabajo fue de sistematización de todas las normativas y todos los tratados de derechos humanos y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos para que tenga una lógica y una unicidad en un solo código, tanto los que ratificó Argentina en la Constitución como otros que no forman parte y no fueron ratificados.
«Normalmente sucedió en Argentina que los jueces no tienen en cuenta los tratados internacionales para sentenciar. El juez al que acudís cuando tenés un problema aplica la ley que está acostumbrado a aplicar. Y si vos le planteás un derecho mejor, que proviene de un tratado internacional, seguramente no te lleve mucho el apunte y aplique la ley nacional porque está acostumbrado, porque no existía este bloque de derechos humanos ratificado», explicó Herrendorf.
El proyecto fue una derivación de un tratado de derechos humanos que la editorial Thompson-Reuters le encargó al jurista y que luego devino en la idea del código: «Como consecuencia de la investigación que implicó casi 5 años de trabajo, se me ocurrió compilar todos los derechos emergentes de tratados internacionales, todas las garantías, principios y demás en un solo texto codificado. Compilamos no sólo tratados que la Argentina ha ratificado sino también tratados europeos, africanos, norteamericanos, derechos que declaró la Corte Suprema argentina como jurisprudencia interna y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Todo esto forma parte de un cuerpo único de dos partes de 58 títulos y casi 600 artpiculos».
—En este sentido, ¿debería hacerse una actualización de los jueces?
—No. Si le ofrecemos a ese juez un código de derechos humanos va a saber que la norma que tiene que aplicar es ésa, que está ahí, que no tiene que ir a buscarla ni a La Haya ni a San José de Costa Rica, ni a Washington. Está en un código nacional, lo puede aprender, lo puede aplicar y si no lo aplica se le puede pedir que lo aplique porque es una norma interna. Entonces el código tiene un afán de poner orden en todo el plexo de derechos. Estaba todo disperso, lo juntamos, lo ordenamos. Buscamos que tenga un fin pedagógico , que también sirva para enseñar en las escuelas para que los chicos tengan acceso al texto. El código no es largo, no tiene un lenguaje complejo, es como la Constitución nacional, un lenguaje sencillo, simple, se puede leer tranquilamente sin ser abogado, sin ser experto porque son los derechos de las personas.
—Para ser tomado por los jueces debe ser oficializado.
—En esa tarea estamos. Vamos a hacer una serie de presentaciones del tratado y del código, lo presentamos en la UNR, en la UBA, en la UCA y en marzo del año próximo lo presentamos como una iniciativa particular ante el Congreso. No tenemos por objetivo solamente la Argentina. Estamos en contacto con la Confederación Parlamentaria de las Américas y con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.