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Hijos cumplió 25 años y Juane Basso cuenta la historia de la organización en Rosario

Nuevo aniversario de la organización política impulsada por hijas e hijos de personas desaparecidas, presas políticas o exiliadas durante la última dictadura cívico militar. En esta entrevista Juane Basso repasa la historia de la regional Rosario.

Reivindicar la militancia política. Pasar de víctimas a luchadores. Buscar la condena social y legal a los genocidas. Actualizar las banderas de la Memoria. Éstas son, desde hace 25 años, algunas de las consignas de H.I.J.O.S.- Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Esta semana fue el aniversario del campamento fundacional de la organización en Río Ceballos, Córdoba.

Entre las actividades convocadas el primer año de militancia, HIJOS llamó a un acto repudio el 29 de octubre de 1995. Lo llamaron el Día Nacional de la Vergüenza ya que asumía la gobernación de Tucumán Antonio Domingo Bussi. El flamante gobernador fue uno de los mayores responsables del terrorismo de Estado en esa provincia. Fueron los primeros volantes que repartió Juane Basso que se sumó así a HIJOS Rosario. 

Nació el 11 de febrero de 1977 durante la detención clandestina de su mamá en Paraná. Su papá fue desaparecido un día antes en Santa Fe. En diálogo con El Ciudadano, el periodista e integrante de la cooperativa La Masa repasa cómo se fueron reconfigurando las formas de lucha desde las primeras reuniones en la Casita de la Memoria. «Seguimos caminando hacia los mismos objetivos: construir una sociedad con justicia social, igualitaria, como soñaron las y los 30 mil, con memoria, verdad y justicia».

 

Olor a espíritu adolescente

 

Basso habla del contexto en el que surge la agrupación, donde salir masivamente a la calle no era moneda corriente. La propuesta de estos jóvenes apuntaba a recuperar esas instancias de apropiación del espacio público. Recuerda las marchas acompañadas por música, teatro, murgas y pintadas, «mucho ruido contra el silencio».

«Creo que en su inicio aportó al movimiento de derechos humanos una impronta generacional nueva, como un nuevo viento o parafraseando al tema de Nirvana -banda, entre tantas otras más locales, que integró la cortina musical de aquellos principios de los noventa-, como un olor a espíritu adolescente. Eso se tradujo en cierto replanteo de cómo llevar adelante la lucha por memoria, verdad y justicia iniciada por Madres y Abuelas y los organismos», plantea.

Por esos años, hijas e hijos de desaparecidos, presos políticos y exiliados transitaban su adolescencia o primeros años de juventud y Basso piensa que esto los conectó de otra manera con dos generaciones: con la de sus madres y padres y con los demás jóvenes de su edad. 

«Por el contexto en el que surgieron los primeros organismos, a fines de los setenta y principio de los ochenta, a lo mejor debieron poner el acento en determinada dimensión de los desaparecidos, en su condición de víctima». Como continuadores de esta lucha, HIJOS tuvo la posibilidad de pensar otra formas de la Memoria y así recuperar la dimensión militante y política, reivindicar el «espíritu de lucha» -como señalaban en sus discursos- de una generación diezmada por el Terrorismo de Estado.

«Junto al reclamo de juicio y castigo se volvió a hablar de los nombres y los proyectos de las organizaciones, de la identidad de los desaparecidos y desaparecidas», explica y agrega «detenerse en el aspecto político y sobre todo económico del proyecto genocida, nos permitió decir “la dictadura terminó, el modelo continúa”».

 

De la condena social a la condena legal

 

Los noventa fueron también los años de la impunidad garantizada desde las altas esferas por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos. «Si no hay justicia, hay escrache» contra los genocidas, pensó HIJOS. «Militábamos por la condena social, pero para que el crecimiento de la legitimidad de esa lucha incline la balanza, haga imposible sostener el modelo de impunidad y nos permita llegar a la condena legal. De la condena social a la condena legal», explica Basso.

HIJOS cuenta también con un equipo jurídico. Sus investigaciones comenzaron en la época de los escraches y el trabajo se reformuló con la reapertura de los juicios de lesa humanidad en 2005 cuando también «hubo que investigar pero para dar una disputa en el terreno legal». El equipo representa tanto a HIJOS como a sobrevivientes o familiares de desaparecidos en todos los juicios de Rosario y San Nicolás que se realizaron hasta la fecha.

«Cuando llegaron los juicios trabajamos para que no queden encerrados entre cuatro paredes, para que sean verdaderamente públicos, para que sean hechos políticos y sociales. Con enormes movilizaciones a los inicios y cierres de los procesos. La condena legal se movía, pero la social debe continuar. Aprendimos que lo que se produce en los juicios en términos de producción de verdad, de conocimiento de los porqué de nuestra historia, de reparación para las víctimas pero para el conjunto del pueblo, del horror al que llegó la dictadura pero para imponer un modelo de sociedad al servicio de intereses muy concretos, tiene un carácter profundamente pedagógico para nuestra sociedad y las nuevas generaciones», cuenta.

 

Identidad

 

HIJOS es también una puerta de entrada para quienes tengan dudas sobre su identidad. Muchas personas que creen ser hijas de desaparecidos se contactan con la agrupación que se ocupa de generar los encuentros, la contención pertinente, explicar los pasos a seguir y luego hacer el contacto con Abuelas de Plaza de Mayo. En Rosario cada año se acercan entre 10 y 15 personas para despejar dudas. «Hay muchos que todavía no se animan pero eso explica que año a año se acerquen tantos a hacernos consultas, es algo que en algún momento de sus vidas y de sus días se les hacen más presentes estas preguntas y en algún momento se animan a consultarnos a nosotros y a Abuelas».                                           

La regional Rosario tiene sus reuniones semanales todos los viernes en La Toma. Está integrado por personas que tienen relación directa con los hechos ocurridos entre 1976 y 1983 pero no es excluyente. Es una definición de HIJOS que también pueda ser parte cualquier persona que comparta sus ideales. Fue también una de las invitaciones que formularon en su nacimiento, destinada aquellos de su misma generación.

Juane Basso nació el 11 de febrero de 1977. Su mamá, María Eugenia Saint Girons, fue derivada al hospital San Roque de Paraná luego de asistir a una clínica privada. Fue en el hospital donde quedó detenida y en el marco de su detención ilegal nació Basso. Su papá, Emilio Feresín, viajó de Paraná a Santa Fe el día anterior y allí fue detenido y desaparecido. 

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