Paulo Menotti / Especial para El Ciudadano
“En esta obra se ha tratado de llegar lo más cerca posible del presente y el devenir dirá si se ha reflexionado acertadamente sobre lo que nos pasó y nos pasa. Pero entendiendo que lo que nos ocurre, nos distingue o nos emparenta con otras comunidades del entorno comarcano y con la Argentina de la que formamos parte. Es y será el resultado de ese quehacer del conjunto que nos invoca”, expresó Chacho Pron en el epílogo de su libro Crónica histórica de una construcción de 130 años, una material que aborda la historia de El Trébol, la ciudad ubicada en la región central de Santa Fe.
El libro, que será presentado este viernes 23 de abril en esa localidad, no es otro texto más que narra o enumera el pasado de las principales instituciones de la comunidad, sino que se presenta como un gran relato que ubica a El Trébol en el pasado de Santa Fe y de la Argentina.
Con un diseño notable que combina la narrativa con una línea cronológica, entre otras cosas, a cargo de Georgina Rantica, el libro que cuenta con el apoyo del director de cultura, Jorge Meynel y con el del intendente Fernando Almada, es una base importante para conocer el pasado de esa ciudad.
Un lugar en el mundo
Muchas veces se restringió la historia de pueblos y ciudades del interior a simples registros parroquiales y apareció el pasado de la ciudad de Buenos Aires con el sello de “historia nacional”, más allá de que muchos de los acontecimientos quedaron recluidos a la geografía urbana de la ciudad capital.
La cuestión era que subyacía la idea de que la gente que vive en otras ciudades y pueblos más allá de Buenos Aires no tenía un pasado que fuera importante y que por fuera de ese centro urbano, de esa “Cabeza de Goliat”, no pasaba nada.
En los últimos tiempos, sin embargo, muchos historiadores están tratando de contar el pasado de pueblos, ciudades o regiones de otras partes del país con la importancia que merecen y anclados en la historia nacional.
Historia de una sociedad
Ese es el caso de Crónica histórica…, porque sitúa a El Trébol en una región que de ser habitada por pueblos originarios, pasó a ser colonia agrícola, luego a centro industrial de la cuenca lechera y en los últimos años da pelea para mantener las fuentes de trabajo y a los jóvenes para que allí encuentren su futuro.
Haciendo uso de su dilatada trayectoria periodística en medios escritos y radiales provinciales y nacionales, Pron logra construir un relato que bucea en cada periodo histórico ubicado en los 130 años de esa ciudad santafesina.
Y las pretensiones de este texto apuntan a lo que Eric Hobsbawn proponía como la “historia de la sociedad”, una empresa de difícil concreción porque busca dar cuenta de sus aspectos políticos, sociales, económicos y culturales.
En ese sentido, el autor aborda distintos temas: la ocupación del territorio, la colonización, la irrupción de la cuestión sindical, la llegada de la industria e, incluso, el conflicto de “La 125”, en 2008, sin quedarse en detalles del folclore local, sino consustanciados en el marco general de la Historia Argentina.
Sumado a esto, el texto sirve a fines enciclopédicos y de orientación una cronología de los principales acontecimientos que atravesó la sociedad trebolense. Por eso, también debe subrayarse en este caso el trabajo del diseño de Rantica que permite ir cotejando un texto central con una elaborada cronología ubicada a los márgenes de cada página.
Imágenes de la memoria
El diseño de Crónica histórica… también propone otra lectura interesante en el contraste de imágenes. Si la historia es la ciencia social que busca reflejar la forma en que las sociedades fueron cambiando y por qué llegaron a ser de determinada manera y no de otra, el ejercicio que muestra el capítulo “Ayer y hoy”, en un claro ejemplo de esto último.
Porque no se trata simplemente de una colección de fotos, sino que esa selección de imágenes expuestas por temática reflejan y dejan a la vista el modo en que operó el tiempo en El Trébol y cómo cambió esa comunidad. Se convierte así, mejor dicho, propone a esos lugares como “espacios de la memoria” que las y los trebolenses deben tener en su mente. Claro está, otra vez el trabajo de Rantica permite la operación.
Por último, el texto también desafía a la historia reciente; en ese sentido, va a contrapelo de lo que muchos antiguos historiadores creían al afirmar que era saludable dejar pasar por lo menos medio siglo para narrar el pasado.
Tal vez contar la historia de los últimos años reanime los conflictos del presente pero el autor no le teme a las oposiciones sino que, más bien, sale a enfrentarlas.