Desde cierta retrospectiva histórica el discurso de la presidenta Cristina Fernández tiene un hilo conductor que trata de rescatar el espíritu de mayo en cuanto a construcción de una sociedad, pasando por el “Subsuelo de la Patria Sublevado” de 1945 y el tema dominante, respecto del discurso residencial, que en casi todos los medios de comunicación, fue la democratización de la Justicia. En el discurso de apertura del 131º período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional es un tema central que, aparentemente, pasó desapercibido.
“Desarrollo y crecimiento son dos palabras que sintetizan los últimos 10 años. Desarrollo laboral y de seguridad social que fue posible por el período de crecimiento económico más sostenido, más importante y más prolongado de los 200 años de historia.”. “este gobierno tiene como eje central al trabajo.”
Así, la presidenta hizo un raconto de las medidas y acciones de gobierno que en estos 10 años abonaron al trabajo como la centralidad de las políticas de gobierno.
Norberto Galasso, en un artículo publicado el 3 de marzo de 2013 en el diario Tiempo Argentino, recordaba como Mariano Moreno hacía alusión ya en 1810 a la redistribución del ingreso y al Estado como motor de la industria, poniendo la centralidad en el trabajo como política de gobierno para lograr una sociedad efectivamente democrática y justa.
Entre los pensamientos de Moreno exponía: “Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan pero que, si corriendo rápidamente su curso bañasen en todas las partes de una a otra, no habría un solo individuo que no las disfrutase, sacando la utilidad que le proporcionase la subsistencia política, sin menoscabo y perjuicio.”
Y continuando: “Se pondrá la máquina del Estado en un orden de industrias, lo que facilitará la subsistencia de miles de individuos”.
Cuando en el discurso presidencial se enumera que: el Salario Mínimo Vital y Móvil es el más alto de Latinoamérica; que el desempleo es del 6,9 por ciento; que la pobreza cayó en forma espectacular; que la indigencia también ha caído en parámetros más que importantes; que se crearon 200.000 nuevas empresas, fundamentalmente, en el sector industrial; que se crean por año –en promedio– más de 500.000 puestos de trabajo; que la negociación colectiva y la negociación salarial se ha convertido en el canal de resolución de conflictos y de las relaciones laborales; que se incorporaron al circuito de la seguridad social casi tres millones de personas, las cuales muchas de ellas con el sistema de las AFJP nunca hubieran podido estar incorporadas, no caben dudas que el Plan de Operaciones de Moreno se encuentra presente en el imaginario de este gobierno y que la redistribución del ingreso está siempre vigente en las acciones que se llevan a cabo.
Todo ello habla de inclusión, esa inclusión de trabajadores y sectores que hasta no hace mucho vivían en extrema pobreza; que hoy gozan de un trabajo y engrosan a su vez el colectivo del movimiento obrero. Ello es muestra más que sobrada de un proceso de democratización sustantivo, basado en el desarrollo social y la expansión del trabajo como motor de cambio en base a un sujeto colectivo.
Esta es la expresión de lo que Scalabrini Ortiz denominó alguna vez como “el subsuelo de la Patria Sublevada”. “Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las tierras pretéritas en la conmoción de un terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin restos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad.”
Ese Moreno del Plan de Operaciones, esas palabras de Scalabrini Ortiz se trasladan hasta ese discurso de apertura en hechos concretos.
Hay mucho camino por recorrer, hay cuestiones en las cuales avanzar y profundizar todavía y, más allá del Poder Judicial, hay mucho por hacer para llegar a la efectiva democratización de la sociedad en términos sustantivos, pero sólo apuntando a la redistribución genuina del ingreso, poniéndolo en la centralidad del trabajo, es posible esa democratización real, puesto que así se alimenta al “héroe colectivo” con sus genuinos representantes a la cabeza, esto en definitiva es “La República”, no otra cosa.