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Historia y relato de personas con discapacidad que se unen a pensar su identidad

Uno de cada diez argentinos tiene algún tipo de diversidad funcional. Advierten sobre las dificultades diarias sociales que padecen y también al transitar la ciudad. En Rosario hay un espacio para encontrarse y reflexionar sobres esas y otras situaciones.

Por Juan Pablo Di Lenarda / Especial para El Ciudadano

“¿Dónde están las personas con diversidad funcional? ¿Las ves en un cine? ¿En un boliche? ¿Comprando una remera? Están donde estuvieron siempre, en los Centros de Día, ocultos en sus casas, en centros terapéuticos. Están dentro de una vida que no se vive”, dice Mariela Degano, licenciada en Educación para la Salud y creadora del espacio de encuentro “Sexualidad como Derecho Mxjeres”. Es que los andadores, bastones, muletas, sillas de ruedas, prótesis, audífonos, sondas y hasta los certificados de discapacidad son objetos que de antemano condicionan aún más los vínculos laborales, familiares, afectivos y sexuales de las personas con diversidad funcional.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), el 10,2% de la población Argentina tiene algún tipo de diversidad funcional. Este resultado fue publicado durante el año pasado tras un estudio nacional sobre el perfil de las personas con discapacidad, indagando principalmente las dificultades para ver, oír, agarrar y levantar objetos, caminar, subir escaleras, cuidado personal, dificultad para comunicarse, entender y el aprendizaje.

Para alzar las voces

Hay mujeres que nunca son nombradas, están ocultas y estigmatizadas. Si se hace una distribución por género en porcentajes teniendo en cuenta el último censo de adultos, las mujeres diversas funcionales encabezan con un 14%. Mientras que los hombres representan un 11,7%.

¿Dónde están las mujeres con diversidad funcional? Justamente, Mxjeres es un espacio donde las propias diversas funcionales alzan sus voces, acercan sus cuerpos, cuentan sus historias y experiencias para decir “acá estamos”.

“Son muy difíciles de sostener los encuentros porque venimos de una historia donde tienen que estar acompañadas. No son independientes. Son asistidas, y débiles”, contó Mariela, tras recodar entusiasmada el desarrollo de los encuentros que se hacen desde hace dos años a la actualidad con mujeres diversas intelectuales, sensoriales y motrices, junto a su compañera de proyecto Alejandra Rojas.

Mateadas, charlas, debates e incluso muestras fotográficas son algunas de las instancias de un espacio que teje lazos solidarios, escucha y es itinerante ya que recorre desde Centros de Día hasta congresos sobre salud problematizando a las diversas funcionales como sujetas políticas, y de deseo.

“Si algo tiene de bueno el modelo de diversidad funcional es que no solo pone su eje en los sujetos de derechos, sino que enfatiza en el deseo, hay que pensar a las personas como deseantes y desables” manifestó Degano.

“El grupo Mxjeres es de empoderamientos, funciona solo, Nosotras solo acompañamos, plantamos la semilla y escuchamos” dijo luego, y agregó: “Si hubo algo que se les hizo a las mujeres fue desgeneralizarlas. Muchas veces cuando decimos todas no están todas ¿Dónde están las mujeres con discapacidad”.

Hace unas semanas desde la propuesta Mxjeres organizaron un debate con diferentes precandidatas al Concejo en las próximas elecciones de la ciudad con la intensión de que las propias personas diversas funcionales cuenten sus recorridos, biografías e incluso historias de vidas para poner en tensión la política bajo una perspectiva de género y diversidad sexual. Todos cuestionando la accesibilidad en la ciudad y la inclusión de las personas con alguna condición de discapacidad.

“Espero que no se acuerden de nosotras solo porque están en campaña” dijo Meri, una joven con diversidad sensorial y una voz tierna pero contundente después de reflexionar sobre la situación política de la ciudad y la precarización laboral.

¿Y nosotras?

El silenciamiento de las mujeres con diversidad funcional es una realidad. Lo cargan en sus cuerpos invisibilizados, en cada cicatriz oculta, en cada mirada penetrante cuando andan por las calles, y en cada cama no deseada.

El silencio forma parte de sus historias, porque son supuestos ángeles divinos, porque son las marginadas, aisladas, infantilizadas y asistidas e incluso patologizadas.

Ellas están. No conviven con el resto de la sociedad porque enfrentan a una sociedad que las discapacita todos los días, ojala fueran las rampas y las escaleras. Son los prejuicios y la falta de empatía generalizada la que las excluye.

La cuarta ola feminista llegó con una fuerza que atraviesa e incomoda, para impulsar debates y combatir realidades a las que nunca antes hemos cuestionado.

“¿Dónde están las mujeres privadas de su libertad por asesinar a sus violadores? ¿Las institucionalizadas en psiquiátricos hace años por abandono familiar? ¿Las mujeres de pueblos originarios que viven en las villas? ¿Les trans?” remarcó Degano, mientras entusiasmada comenzó a hablar sobre el feminismo.

“Soy modelo 71, me descubrí feminista a las 47 años, y el feminismo es “el” movimiento político porque todo se cimienta ahí, y debe ser tomando por las mujeres diversas funcionales, porque si no las nombramos no están, hay que mostrar los cuerpos”, agregó, mientras mostraba desde su celular fotografías de las jóvenes que participan de Mxjeres.

“La ESI (Educación Sexual Integral) es una herramienta política por excelencia, el problema es no hablar de la sexualidad, los diversos funcionales no tienen acceso y también son abusados, silenciados y vulnerados”, añadió, ya que la misma no contempla a los jóvenes con discapacidad.

La historia de Daiana 

La madrugada del 27 de octubre del 2016 fue un antes y un después en la vida de Daiana T., de 26 años. Eran las 2 de la mañana y mientras fumaba un cigarrillo junto a sus amigos en la puerta del bar La Chamuyera (que por entonces funcionaba en Corrientes 1300) una botella le impactó en la cabeza. Aún se desconoce la persona que se la arrojó.

“Después del incidente dejé de ser Daiana para pasar a ser la piba de la chamu, la del botellazo, la piba de calle Corrientes. Me volví a encontrar desde lo físico hasta en mi propia belleza, cambié mi propia concepción, ya que cambió mi corporalidad, mi sexualidad e incluso mi deseo”, contó Daiana con la voz algo temblorosa tras recordar la noche en la que entró al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (HECA) con el cráneo fracturado y hundimiento de los parietales. Después del golpe comenzó una larga e intensa rehabilitación que le permitió volver a caminar.

El “capacitismo” hace referencia al trato desigual que reciben las personas con diversidad funcional, muchas veces estigmatizadas y tratadas desde los prejuicios por ser consideradas discapacitadas.

“Capacitismo viene de la palabra discapacidad, y la discapacidad es la falta de ciertas aptitudes o capacidades de las personas. Si lo pensas todos somos discapacitados”, dice Daiana, mientras acomoda sus bastones canadienses decorados con pañuelos verdes y banderas LGBT.

El concepto de diversidad funcional viene a romper con la idea de que las personas con discapacidad sufren trastornos que les impide desenvolverse.

“La palabra discapacidad cuenta con una carga peyorativa que no me hace sentir cómoda. Siempre el discapacitado es el inocente, el que no entiende, se lo infatiliza e incluso se le quita hasta el deseo. El modelo de diversidad funcional lo siento muy amigable. Es menos violento y no es capacitista”, destacó Daiana, mientras remarcó con fervor lo complejo que es habitar una sociedad que no se encuentra preparada para que los diversos funcionales puedan llevar adelante su vida.

 

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