El Club Atlético Calzada Oeste abrió sus puertas el 25 de mayo de 1937. Tuvo su momento de apogeo y también de desidia, pero no claudicó. Fue recuperado a mediados del año 2000 gracias a las gestiones de los nietos de los fundadores y un grupo de leales vecinos. Actualmente, sigue proyectando diversas propuestas y alimentando sueños. La dirigencia apuesta además a cumplir con el objetivo que planificaron los pioneros: ofrecerle a la comunidad la práctica de todo tipo de deportes.
Según cuentan, los inicios del club tuvieron con ver con la búsqueda de un espacio donde compartir un momento de recreación después de la jornada laboral. Así comenzó a funcionar en Paraguay 3416 “hasta tanto se consiga otro lugar apropiado para el mejor desenvolvimiento de sus funciones”, dice el acta fundacional.
El nombre del club proviene del dueño de los terrenos, de apellido Calzada. Originariamente, eran una zona de baldíos y quintas. Su primer presidente fue Sebastián Sánchez y en su estatuto institucional se dejó constancia que el club se fundó con el objetivo de la práctica de todo tipo de deportes para los vecinos de barrio Hospitales y alrededores.
En sus inicios el campo de deporte tenía asiento en un baldío que rodeaba las calles Uruguay entre Presidente Roca y Paraguay. El fútbol era lo más convocante de ese momento y también había canchas de bochas, mesas de billares y mesas de cartas. Entre los socios fundadores se destacó la presencia de los hermanos Simón y Elko Wouters, Juan Junco y varias personalidades más. En julio de 1958 se adquirió la actual propiedad, ubicada en Uruguay 1478.
“Lo que no proyectaron fue el crecimiento urbanístico que iba a tener la ciudad. De hecho, el resto de la manzana comenzó a poblarse y no fue quedando espacio en la cuadra. Incluso, esta construcción se diseñó para hacer dos pisos más, pero es muy angosto el terreno desde lo ancho. Tanto es así que cada vez que proyectamos hacer algo como para sumar más disciplinas, tomamos las medidas y nos damos cuenta de que no nos dan los metros necesarios como para hacer un gran espacio donde se pueda practicar vóley, fútbol sala o handball. Y eso nos da mucha pena”, narró María Fernanda Serón, quien actualmente es la secretaria del club.
“Calzada Oeste detuvo su crecimiento debido a que se fue produciendo el éxodo de los fundadores por diferentes motivos. Algunos se mudaron de barrio y otros debieron dejar debido a que sus respectivas actividades laborales les imposibilitaban poder dar una mano”, añadió Serón.
La secretaria confesó que actualmente hay otro inconveniente en puerta. “Reconozco que hoy en día mi mayor preocupación es que la gente joven no se engancha con la gestión. Cuesta encontrar personas que se involucren. Se entiende porque todos tienen sus obligaciones, además de sus actividades laborales. Pero los clubes dependen de sus socios, de gente que pueda dar una mano. Vivimos en una época donde se vive a mil por hora y eso desacelera el interés por unirse a una comisión directiva”, sostuvo.
Freno y reactivación
“El club fue recuperado en 2006. Estuvo prácticamente 20 años cerrado a la comunidad, pese a que funcionaba un instituto de danza italiana y además enseñaban el idioma itálico”, describió Serón.
Y agregó: “Gracias a la intervención de uno de los hijos de los socios fundadores se empezó a cimentar el camino de la recuperación institucional. En un año se recuperó Calzada Oeste. Se hizo una comisión integrada entre vecinos, y al poco tiempo se constituyó una nueva comisión directiva. Se asoció mucha gente de la cuadra y del barrio”, enfatizó.
La integrante de la comisión directiva contó que la colaboración de los vecinos y vecinas fue fundamental para la reapertura: «Nos reuníamos en un taller de chapería y pintura, en casas de familia porque al club no podíamos ingresar. Por suerte se recuperó y el barrio volvió a tener su club, su espacio. Porque Calzada Oeste es de los vecinos».
Vecina y leal directiva
Serón cuenta que cuando se conformó la comisión integrada fue asignada prosecretaria. «Soy vecina y amo este lugar. Tuve el honor de escribir la primera asamblea tras la recuperación. Lo que hicimos de entrada fue armar el club. Es decir, el espacio quedó vacío y debíamos darle forma. No había ni sillas, nada de nada. Poco a poco comenzamos a poner mobiliario como para tener los materiales básicos y así fuimos despegando».
“En cierto momento esto era Deportivo La Mandíbula porque lo único que se podía hacer acá era comer, nada más. Todos se juntaban a cenar. Por suerte, luego fuimos incorporando algunas actividades y así fueron llegando nuevos socios”, sumó.
“Fui presidenta hace más de una década. La máxima autoridad hoy en día es Jorgelina Salvarezza. Entre todos tratamos de que este lugar siga funcionando. Es más, deseo que esto siga creciendo”, clamó la secretaria.
Con respecto a las actividades que hay en las instalaciones, actualmente se ofrece taekwondo, patín artístico, gimnasia artística, salsa y bachata, danza y yoga. El próximo proyecto es elevar el techo de la cocina para nivelarlo con la intención de armar una sala en la planta superior y un tinglado en la terraza. “La idea es hacer una escuela de iniciación al deporte, tal cual figura en el estatuto. Soñamos con eso. Estoy involucrada desde 2005 con este espacio y sólo anhelo que Calzada Oeste siga abierto para las chicos y chicas, no solo del barrio Hospitales sino además de la zona”, ponderó la secretaria.
Luego fue por más. “Espero que esto no cierre nunca. No quiero que suceda como el club Pleamar (barrio Abasto), que después de que se murió mi papá (era presidente), cerró. Deseo que esto siga siempre abierto para todos los vecinos. Que sea un espacio de encuentro, donde los niños y niñas puedan formarse acá y puedan iniciarse en el deporte, como es la esencia de Calzada Oeste”.