El gobierno de España, que encabeza el socialista Pedro Sánchez, anunció este martes que inyectará 200.000 millones de euros en su economía para paliar los efectos del coronavirus, en medio de una creciente inquietud social ante una ola de despidos por la crisis sanitaria que tiene al país en cuarentena casi total y que ya provocó más de 11 contagios y casi 500 muertes.
La lista de empresas que reducen su actividad o directamente paran se incrementaba cada hora ante el avance desbocado de la epidemia, lo que iba dejando un panorama desolador de despidos masivos temporales o definitivos en todos los sectores, desde el turístico, pasando el automotor y el aeronáutico, hasta el textil.
Asimismo, muchas pymes están al borde de la quiebra, mientras son incontables los autónomos impedidos de generar ingresos por las drásticas medidas tomadas por las autoridades, que hace tres días decretaron 15 días de estado de alarma, medida que mantiene prácticamente confinados a 47 millones de ciudadanos.
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«Debemos combatir en el frente sanitario, pero también en el frente económico y social», afirmó el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quien llamó a la colaboración de toda la sociedad para «frenar la curva descendente en el empleo y la producción».
El líder socialista amplió su plan de choque tras recibir críticas de los ciudadanos después del anuncio del presidente francés, el liberal Emmanuel Macron, de un paquete de 300.000 millones de euros, 15 veces más de lo aprobado inicialmente por España.
El Estado francés asumirá créditos bancarios, impuestos y aportes, alquileres e, incluso, las facturas de agua, luz y gas con tal de evitar el cierre de empresas.
España hará algo similar sin ir tan lejos, ya que en el costo de los servicios básicos se asumen pero no para las empresas sino para las personas vulnerables, a los que se les garantizan las telecomunicaciones y una moratoria de hasta dos meses para pagar sus hipotecas.
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«En esta crisis nadie va a ser desahuciado (desalojado) de su casa por pasar por una situación difícil», garantizó Sánchez, tras advertir que se vienen «días muy duros».
Para las familias forzadas a permanecer en cuarentena se permite reducir la jornada laboral para cuidar personas a cargo (incluidos nietos y abuelos) hasta en un 100%.
Los anuncios en cascada de ERTE -expedientes colectivos de suspensión de empleos- o ERE -expediente de extinción- hicieron saltar las alarmas, e incrementaron el nerviosismo llevando al Ejecutivo a aprobar una inyección histórica en la economía equivalente a 20% del PIB español.
Uno de los temores es que se utilice la crisis para ajustar, de ahí que Sánchez instó a los empresarios a «no despedir» a sus trabajadores, al tiempo que anunció una flexibilización de los ERTE, agilizando su tramite, y garantizando el pago de aportes y subsidios por desempleo, de los que dispondrá en siete días.
Uno de los ERTE más grandes lo presentó la automotriz Seat, del grupo Volkswagen, que afecta a 14.800 personas de las plantas de Martorell (Barcelona) y en Landaben (Navarra), según alertaron los sindicatos. El gigante alemán suspenderá su producción en Europa las próximas semanas.
En el sector aeronáutico, las aerolíneas Iberia, Air Europa y Vueling ya aplicaron o se preparaban para poner en marcha sus ERTE ante la caída de la demanda por las restricciones impuestas por Estados Unidos y numerosos países latinoamericanos a personas procedentes de Europa por ser actualmente el epicentro de la pandemia. En Iberia los despidos temporales afectarán hasta 90% de los empleos, según medios españoles.
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Los líderes sindicales españoles calculan que los despidos temporales pueden afectar a cerca de un millón de trabajadores -hay despidos en empresas de restauración como Starbucks o Tapas, y textil- como Adolfo Dominguez y hasta en la educación-, y temen que esto luego se traduzca en una «destrucción de empleo y de empresas permanente».
Si bien España no cerró completamente sus fronteras -hasta ahora solo por vía terrestre y los vuelos con Italia-, la obligación del confinamiento prácticamente paralizó al sector turístico, con cancelaciones masivas, y ausencia de nuevas reservas, obligando al cierre de hoteles y despidos en todo el sector, uno de los más precarios.
«Primero no renovaron contratos, luego obligaron a casi todo el mundo a tomar vacaciones, ya que en la hostelería el empleador decide del total 15 días cuando ellos quieren, pero ahora no sabemos qué puede pasar», explicó a Télam Claudio, un chef pastelero argentino que trabaja en una importante cadena hotelera catalana.
«El miedo no es tanto por lo que pasa ahora sino cómo se va a reconstruir la situación en el segundo trimestre del año, porque muchos hoteles dependen de eventos que fueron postergados o trabajan con empresas que quedarán muy golpeadas», añadió el chef, quien prefirió no dar su apellido.
«Todo aquel aquel que se ve afectado por este frenazo de la economía va a encontrar protección», prometió Sánchez, tras liberar 100.000 millones de avales para garantizar liquidez a las empresas.
A pesar de ello, poco cambiará para el italiano Mauro Sanna, quien dirige «Barcelona.tours.net», una pyme de eventos para grupos que ya tuvo que despedir a su única empleada.
«Retrasar costes no será suficiente, las pérdidas serán muy altas, tiene que haber alguna bonificación», dijo a Télam Mauro, cuyos clientes son empresas que participan de eventos.
Las nuevas medidas incluyen a los autónomos, a los que les garantiza el acceso al subsidio de desempleo por cese de su activad, y se los exonera en algunos casos del pago de impuestos, decisión que al no ser una moratoria general no fue bien recibida.
Tras los anuncios de Sánchez, que incluyen un blindaje a empresas cotizadas españolas para que no puedan ser compradas a «precio de saldo» por inversores de fuera de la Unión Europea, la Bolsa madrileña subió un 6,4%.
