Informe de Sebastián Lacunza.- El conservador Partido Popular (PP) ganó las elecciones generales en España con mayoría absoluta al conseguir 186 escaños (44,66% de los votos) frente a 110 (28,73% de los sufragios) del gobernante Partido Socialista (PSOE), que sufre de esta manera una dura derrota.
Como tercera fuerza se mantienen los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió (CiU), que obtuvieron 16 diputados.
Una de las grandes novedades en estos comicios es la fuerte subida de la coalición Izquierda Unida (IU), que pasa de los dos escaños que tiene en la actualidad a 11.
La coalición independentista vasca Amaiur, creada para concurrir a estos comicios, consiguió un grupo propio en el Parlamento español con 7 diputados.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) también tendrá grupo propio en el Congreso de los Diputados español al llegar a 5 diputados.
El partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD), fundado por la exdirigente socialista Rosa Díez, experimentó una notable subida y obtuvo también 5 diputados.
Con una participación del 71,69%, menor de la registrada en 2008 cuando acudió a votar el 73,85 % del electorado, en los comicios hubo una abstención del 29%, superior al 26,15 % de 2008.
Las elecciones pasaron factura por la crisis que vive el país al gobernante Partido Socialista que obtuvo el peor resultado de su historia en la etapa democrática.
De esta forma el PP no tendrá que negociar con otros partidos para formar un nuevo gobierno. La aplastante victoria de Rajoy se enmarca en un clima de profundo descontento de los votantes con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por la crisis económica que se vive en el país.
Las elecciones se celebraron, con casi cinco millones de desempleados, sin apenas crecimiento y con la deuda sometida a grandes presiones en los mercados financieros, lo que elevó a niveles récord el interés que el país debe pagar en sus emisiones de deuda.
Rajoy no sería investido hasta cerca del 20 de diciembre, pero antes se espera que el político de 56 años, un cauto ex ministro del Interior, intente calmar a los inversionistas dando a conocer los aspectos básicos de su plan para reducir el déficit público y reformar la golpeada economía del país.
Sin embargo, los problemas que surcan la zona euro, con Italia y Francia a la cabeza, sugieren que si el bloque no consigue una solución general a gran escala, Rajoy podría no ser capaz de salvar a España de un desplome fiscal.
España se encuentra en la mira de los mercados. La semana pasada, el rendimiento de la deuda española rondó el 7 por ciento, su nivel máximo desde el nacimiento del euro hace una década, y con una prima de riesgo en niveles similares a los que llevaron a Grecia, Irlanda y Portugal a pedir un rescate.
Zapatero, anunció en la primavera boreal que no buscaría un tercer mandato después de que sus niveles de popularidad cayeran casi tan rápido como subía el desempleo.
Los problemas del país se remontan al periodo posterior a la adopción del euro en 1999, cuando un flujo de crédito barato desató una enorme burbuja inmobiliaria. Para el momento en que el mercado de la construcción y de la vivienda se hundió en el 2007, el Gobierno, las empresas y los consumidores estaban sumamente endeudados.
Los recortes y la recapitalización forzosa de los bancos han conseguido hasta ahora evitar que España siga a Portugal e Irlanda en tener que pedir ayuda financiera al Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. Pero también agravaron el desempleo.