Por Miguel Passarini
“Pasaron 25 años del estreno de esta película y Eliseo Subiela decidió llevarla al teatro, lo que se convirtió en un gran desafío para él, que luego nos trasladó a nosotros, los actores. Primero no la quería dirigir, pero luego yo le dije que debía ser él quien lo haga, porque la esencia de esa película es Subiela; sin él al frente, era imposible lograr al menos algo de la magia del film hecha por las cámaras, con tanta poesía, con esos magistrales primeros planos, con esa música inolvidable de Pedro Aznar, con aquel concierto famoso en el Parque Lezama”, contó en diálogo con El Ciudadano el actor Lito Cruz, quien protagoniza la versión escénica de Hombre mirando al sudeste, que en el marco de una gira nacional, y antes de su estreno en la cartelera porteña, se presentará esta noche, a las 21, en el Auditorio Fundación Astengo (Mitre 754).
El film, que en 1986 plasmó una realidad alternativa frente a la polaridad que se cierne entre la cordura y la locura, revive ahora de la mano de un atractivo elenco.
“Si los dos somos humanos e iguales, ¿por qué usted tiene el uniforme de cuerdo y yo el de loco?”, dice en un pasaje del film el inolvidable Hugo Soto en la piel de Rantés, un hombre que supuestamente llega de otro planeta para investigar “la estupidez humana”, y que en la obra teatral es encarnado por Alejo Ortiz.
“Éste es un escenario muy despojado, con cuatro actores (completan el elenco Marina Glezer y Pablo Drigo), y la idea es, desde ese despojamiento, sostener la magia que propone la película, del mismo modo que se mantiene la idea de este manicomio donde hay seres humanos que hacen cosas aberrantes frente a otros humanos. Respecto de este tema, creo que al espectador le queda en la memoria esa idea de que quizás pueda haber en algún lugar un mundo un poco más justo que éste en el que nos toca vivir”, contó el talentoso Lito Cruz, quien da vida al psiquiatra Julio Denis, en un claro homenaje a Julio Cortázar, dado que se trata del seudónimo que el escritor utilizó en sus comienzos.
“Si en el cine aparece el primer plano como recurso, acá, el primer plano son los actores con el texto; pero se trata de una obra con cierta complejidad más allá de que en algunos pasajes aparece el humor en un registro de comedia dramática”, detalló Cruz, quien agregó: “Uno de los puntos más interesantes de todo el proceso fue el modo en el que Subiela dirigió la obra, porque lo hizo desde el escenario, apelando a un recurso del cine y que implica un constante acercamiento con los actores, a diferencia de lo habitual en el teatro, donde el director se sienta en la última fila tratando de ver cómo convive todo en escena. Fue algo que ayudó mucho a la composición de los personajes porque nos obligó a desplegar un extremo realismo”.
Finalmente el actor, que en televisión brilló en 2011 como Oscar Nevares Sosa en la tira El Elegido, y que se prepara para desembarcar en una nueva ficción de Pol-ka donde, según dijo, compone “un personaje que no se parece en nada a lo que hice hasta ahora”, recordó algunas sensaciones que le provocó la película, en un tiempo en el que el cine argentino buscaba salir del letargo de la última dictadura militar. “Sentí claramente esa idea de que para nosotros, los humanos, puede haber otro mundo diferente al que vivimos, y cuando me propusieron hacer la obra teatral dije que uno de los temas del doctor Denis es que él, honestamente, desea que exista ese otro mundo; quiere que Rantés no sea un enfermo psiquiátrico y que la vida no se termine tan rápido, sino que todos los humanos tengamos la posibilidad de ir a otro lugar una vez que abandonemos este mundo”.
Un film emblemático e inolvidable
A poco más de 25 años del estreno de Hombre mirando al sudeste (1986), película que se transformó en una fuerte referencia del cine nacional de la post dictadura, Subiela habló de su desembarco en el teatro. “Es un desafío enorme, porque el teatro es otro lenguaje. Lo primero que escribí a los 14 años fue una obra de teatro y ahora, en mi adultez, quiero abrir el juego y no encasillarme tanto al cine. Quiero trabajar con más tiempos y menos urgencias”, contó Subiela a la agencia de noticias Télam. Aquella película protagonizada por Lorenzo Quinteros y Hugo Soto (fallecido en 1994) significó la consagración nacional e internacional de Subiela, quien delineó un estilo muy personal, con una puesta en escena ytemáticas deudoras del surrealismo, que bordean los límites entre nacionalidad y locura, pero especialmente entre sueño y realidad.