En distintos barrios, y en algunos como si se hubieran puesto de acuerdo, los negocios de cercanía decidieron adelantar sus horarios de cierre en tiempos de cuarentena preventiva obligatoria. En paralelo, aunque con dispar empeño, los responsables de los locales adoptaron medidas extraordinarias de prevención de contagios: desde la distancia de un metro en las colas para acceder o el ingreso por tandas, hasta la provisión de alcohol en gel en la zona de cajas y hasta en changuitos, además del uso de barbijos o guantes por parte de los empleados. A las 19 en algunos casos, como a lo largo de bulevar Rondeau en La Florida, o a las 20, las luces se apagan y las persianas se bajan. Los espacios públicos quedan así desolados, excepto por los clientes de algunas farmacias que, sí, suelen atender hasta más tarde.
Hay innumerables ejemplos de variadas estrategias para transitar las restricciones de circulación y el confinamiento sanitarios. El supermercado Arcoiris de Funes, por ejemplo, no modificó horarios, aunque hay apostado un guardia privado en la puerta que se encarga de gestionar el ingreso de clientes. Los cajeros lucen guantes, pero no hay alcohol en gel a la vista.
En la sucursal de la misma cadena de Pérez hay más rigor. Abre de 8 a 20, también con seguridad que regula la entrada y cumple un extra: le da a los clientes alcohol para que froten sus manos, y lo mismo hace con las manijas de los changuitos. Además, todos los empleados trabajan con barbijo y guantes.
Los dueños del supermercado chino de Rondeau al 3600 atienden con barbijo, aunque no hay dispensers de alcohol en ninguna presentación para los clientes. El local modificó sus horarios. Por la mañana, de 9 a 13.30, y por la tarde abre cuando el resto de los negocios de la avenida cierran, a las 17. Sólo por tres horas: cierra a las 20, una hora antes que en tiempos sin pandemia.
El metro en la cola
En una verdulería cercana, en Rondeau al 3400, hay un cartel que impone a los clientes esperar a que los llamen en la vereda y mantener una distancia de un metro entre sí. Lo mismo ocurre a metros de alli, aunque por iniciativa de los propios usuarios, en los cajeros automáticos de una sucursal de Credicoop. Largas colas por el distanciamiento y porque de los cuatro aparatos sólo uno entrega dinero.
De abierto 24 horas a cierre y atención blindada
También en zona norte, pero en barrio Empalme Graneros, el panorama es similar: a las 20 cierran todos los negocios. El emblemático minimarket polirubro «Bigote», en la esquina de Camilo Aldao y Gorriti, famoso en el barrio por abrir las 24 horas y ofrecer (uno de los pocos en la zona) recargas de tarjetas de colectivo y teléfono, ahora cierra a las 21.30. Y atiende desde una ventana en el ingreso.
Envíos a domicilio de los grandes y deliverys de los otros
Otra opción para proveerse de lo indispensable son los envíos a domicilio, más aceitados en las grandes cadenas, aunque ahora con quejas porque la sobredemanda hace caer la calidad del servicio. En una de esas empresas, que en sus orígenes se especializó en el rubro carnicería, varios clientes advirtieron que, precisamente en esa categoría, impera el azar: «Te mandan lo que quieren», se enojaron algunos.
Los deliverys son otra opción cómoda. En este caso, los que ya se quejaron son los propios ciclistas o motociclistas que, en general por una magra paga, se encargan de los traslados. Son presas, dicen, de los arrebatadores ante la ausencia de otras víctimas potenciales. Muchos de ellos manejan dinero, y pese a la mayor presencia policial en las calles, sufren el enfoque del delito menor en ellos.