“Puedo comprar a todos los hombres del mundo. Todo el mundo tiene su precio”. La frase es del excéntrico magnate, empresario, productor, diseñador aeronáutico, piloto y director de cine estadounidense Howard Hughes, de cuya muerte se cumplieron 42 años.
Multimillonario dueño de empresas de petróleo, compañías aéreas y electrónicas, Hughes fue un aviador famoso por sus hazañas en el aire –dio la vuelta al mundo en menos de cuatro días– y también diseñó un avión con el que disminuyó a siete horas y 28 minutos el tiempo de viaje entre Estados Unidos y Europa.
Su compañía fabricó el hidroavión más grande del mundo, el aparato estadounidense que llevó al primer hombre a la Luna en 1969 y un colosal barco grúa con el que el Pentágono rescató del fondo del océano, a cinco mil metros de profundidad, un submarino nuclear soviético hundido cuyos torpedos les interesaba analizar.
Además, fue actor, productor y director de cine y mantuvo relaciones amorosas con las más bellas estrellas de Hollywood de la época, como Katherine Hepburn, Ginger Rogers, Ava Gardner, Bette Davis, Lana Turner, Olivia de Havilland, Rita Hayworth, Jean Harlow, Elizabeth Taylor, y Jane Russell.
Fue considerado por sus contemporáneos como el hombre más adinerado del mundo y también el primero en llegar a ser “billonario”, con una fortuna estimada en unos mil quinientos millones de dólares al momento de su muerte.
Pero sus excentricidades, manías, y su comportamiento estuvieron motivados en gran medida por padecer un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Regalo de Navidad
Casi como un regalo de Navidad, Howard Robard Hughes Jr. había nacido el domingo 24 de diciembre de 1905 en Houston, Texas. Hijo de Allene Gano y Howard Hughes, un industrial de ascendencia inglesa que patentó la broca tricono, que permitía realizar excavaciones en pozos de petróleo antes inaccesibles.
El pequeño Howard estudió en el California Institute of Technology de Pasadena y en el Rice Institute of Technology de Houston.
Su madre padecía misofobia –miedo a la suciedad o la contaminación– por lo que influenció y sobreprotegió a Howard, llegando al punto de aislarlo de todos los gérmenes ambientales.
Pero su protectora madre –de la que posiblemente heredó muchos de sus fobias y TOCs– falleció en marzo de 1922, por las complicaciones de un embarazo, lo que fue un tremendo golpe para Howard, quien nunca pudo sobreponerse a su pérdida. Para colmo, menos de dos años después, su padre murió de un ataque al corazón.
A los 17 años de edad, tras la muerte de su padre, Howard, que heredó el 75% de la fortuna paterna, abandonó los estudios y se hizo cargo de la empresa familiar, la Hughes Tool Company, productora de piezas de perforadoras utilizadas en los pozos de petróleo. En junio de 1925 se casó con Ella Rice. Ese primer matrimonio y el segundo, que contrajo el 12 de enero de 1957, con Jean Peters, a la que había conocido hacía varios años, fueron tormentosos, debido a sus cada vez más obsesivas manías y a su tendencia a recluirse. Cuentan que llegó un momento a partir del cual sólo se contactaba con su esposa por teléfono.
Después de dedicarse un tiempo a la empresa de la familia, decidió ser cineasta y se trasladó a Hollywood donde en 1927 estrenó sus dos primeras películas: Everybody’s Acting y Hermanos de armas. Ambas fueron éxitos de taquilla y por Hermanos de armas ganó además un premio Oscar como mejor director de comedia. Otras dos películas dirigidas por Hughes, The Racket en 1928 y Un gran reportaje (The Front Page), en 1931 estuvieron nominadas a los premios de la Academia de Hollywood.
También rodó Los Ángeles del infierno (1930) y Scarface, el terror del hampa (1932). Luego, en 1933, dirigió El forajido, con Jane Russell. Su última película fue The Conqueror (El conquistador de Mongolia), estrenada en 1956. Como cineasta Hughes produjo en total 11 películas –algunas dirigidas por él–, que obtuvieron un par de premios Oscar.
Volviendo a los aviones, en 1935 su empresa dio los toques finales a un modelo experimental diseñado por Hughes con el cual impuso un récord mundial de velocidad en tierra sobre una pista en el desierto de Nevada (567 kilómetros por hora). En 1936 con el mismo avión cruzó Estados Unidos de costa a costa implantando otro récord de velocidad (574 kilómetros por hora) y de tiempo, al completar el vuelo en 7 horas y media.
Leyenda del aire
Al año siguiente se propuso superar la hazaña y se lanzó alrededor del planeta en un periplo que le tomó 91 horas, tiempo en el que se incluyeron las 16 horas 38 minutos sin escalas que hizo entre Nueva York y París, rompiendo el récord (33 horas 20 minutos) impuesto en 1927 por su compatriota Charles Lindbergh.
Volvió a Estados Unidos como héroe para encabezar desfiles tumultuosos en Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Houston en una gira interminable de homenajes comparables a los ofrecidos a los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, que descendieron en la Luna en julio de 1969. Precisamente, el cohete Saturno, la nave Apolo XI y el módulo lunar fueron construidos por la Hughes Aircraft.
En la década de los años 40, el empresario compró la aerolínea TWA y fundó Hughes Aircraft Company. Fue un importante promotor para llevar a Estados Unidos a la era de los aviones de reacción, y trascendió sus planes para construir el avión más grande del mundo: el hidroavión Hércules.
En esa época también adquirió la productora cinematográfica RKO, además de invertir en la construcción inmobiliaria, en la hotelería y en establecimientos de juegos.
El 7 de julio de 1946, mientras efectuaba el primer vuelo de prueba experimental del avión espía XF-11, que construía para el Ejército de Estados Unidos, Hughes sufrió un grave accidente en Los Ángeles. Al sufrir un desperfecto la nave, Hughes trató de aterrizar el aparato en un campo de golf en Beverly Hills, pero no lo consiguió. El XF-11 impactó contra tres casas, y sus tanques de combustible explotaron. Hughes, muy malherido, logró salir de la cabina, pero sufrió múltiples fracturas y graves quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo, que le dejaron secuelas el resto de su vida. Desde entonces, se dejó el bigote para tapar las cicatrices de su labio superior.
Triste, solitario y final
De carácter serio y reservado, Hughes fue protagonista de un sonado escándalo cuando se descubrió que su autobiografía, publicada en varios periódicos y revistas, era falsa y fue escrita sin su consentimiento.
Durante los últimos años de su vida, cambió constantemente de domicilio con la intención de pasar inadvertido. Residió un tiempo en un exclusivo hotel de Managua, la capital de Nicaragua. Su salud decayó a principios de los años 70 y finalmente falleció el lunes 5 de abril de 1976. Estaba muy enfermo y fue embarcado en un avión en México rumbo a Houston, pero no está claro si falleció antes de llegar.
Murió aislado, obsesionado por la limpieza y considerado excéntrico por sus biógrafos. En sus últimos años, Hughes llegó a recluirse por completo, se encerró en cuartos oscurecidos, inducido por el uso de medicamentos y drogas. Vivía rodeado de un ejército de médicos que cobraran suculentos honorarios, pero que rara vez lo veían y a los que no les hacía caso. En el final de su vida Hughes también se rodeo de asistentes mormones, ya que le resultaban confiables –sobre todo porque no podían beber alcohol–, pese a que el magnate no profesaba esa religión.
Además, el magnate Hughes dejó una herencia estimada en dos billones de dólares, por la que también hubo serios problemas legales. Recién en 1983, tras años de disputas en los tribunales, su patrimonio, valuado en unos 2.500 millones de dólares, fue dividido entre sus 22 primos.
En 2004, Leonardo DiCaprio interpretó a Howatd Hughes en el film El aviador de Martin Scorsese, cinta que se basó en la película para televisión El increíble Howard Hughes, estrenada en 1977 como primer filme tras su muerte y que fue protagonizada por Tommy Lee Jones y dirigida por William A. Graham. El guión fue a su vez la adaptación de la biografía no autorizada del magnate, escrita por su ex escribano Noah Dietrich y por Bob Thomas.